sábado, 20 de mayo de 2017

La Granjuela en La Maleta Mexicana: Otro Memorable Aliciente de la XV Bienal Internacional de Fotografía de Córdoba

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La exposición itinerante internacional La Maleta Mexicana, la más importante exhibición fotográfica del siglo XXI hasta la fecha, ha formado parte de la XV Bienal Internacional de Fotografía, seis años y medio después de su estreno en el ICP de Nueva York el 24 de septiembre de 2010, lo cual constituye un éxito sin precedentes, ya que la ciudad tiene hoy en día 325.000 habitantes, en comparación con otras grandes urbes europeas y norteamericanas de tamaño muchísimo mayor, millones de residentes e ingentes recursos a su disposición.

Una vez más, los numerosísimos asistentes han podido contemplar en directo una nutrida selección de las imágenes que constituyen este tesoro histórico de incalculable valor y que incluye 4500 negativos originales en soberbio estado de conservación de fotografías hechas durante la Guerra Civil Española por Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour Chim (además de algunas hechas en París por Fred Stein) en Barcelona, Madrid, Córdoba, Bilbao, Valencia, Guadalajara, Asturias, Brunete, El Jarama, Río Segre, etc, con un amplio despliegue de hojas de contactos, ampliaciones enmarcadas de las fotografías más representativas, revistas originales de época, carnets de prensa originales, etc.

Interior de la Sala de Exposiciones Vimcorsa en la c/ Ángel de Saavedra, 9 de Córdoba. Vista diagonal del impresionante mural de 3 x 2 metros con una hoja de 12 contactos de gigantesco tamaño hechos a partir de la digitalización de los negativos originales de los rollos de película de blanco y negro de 35 mm Eastman Kodak II Nitrate Panchromatic expuestos por Gerda Taro en La Granjuela (Provincia de Córdoba) y ampliados ex profeso para esta histórica XV Bienal de Fotografía de Córdoba).

Pero la Joya de la Corona de esta exhibición La Maleta Mexicana en Córdoba han sido las dos enormes ampliaciones murales — por primera vez en la historia — de dos hojas de contactos (una en tamaño de aproximadamente 3 x 2 metros con 12 frames y otra con tres veces menos anchura pero idéntica altura y cuatro frames) realizadas a partir de los negativos originales de película de blanco y negro Eastman II Kodak Panchromatic Nitrate utilizados por Gerda Taro en La Granjuela (Provincia de Córdoba) durante la última semana de Junio de 1937


con una cámara telemétrica de 35 mm Leica III (Model F) y objetivo Leitz Summar 5 cm f/2.

Otra vista diagonal del tramo de la Sala de Exposiciones Vimcorsa donde aparecen visibles los dos espectaculares murales con hojas de contactos en extraordinario tamaño con fotografías hechas por Gerda Taro en La Granjuela.

Un auténtico lujo para cualquier amante de la fotografía clásica en blanco y negro, ya que la visualización de dichos mega contactos desde una distancia muy próxima revelaba el abundante grano visible inherente a la emulsión de blanco y negro cinematográfica cargada a granel Eastman Kodak II Panchromatic Nitrate de muy baja sensibilidad y abundante cantidad de plata, si bien la contemplación desde una distancia de observación adecuada constituyó un inefable deleite para los muchos miles de visitantes que pudieron constatar in situ la impresionante acutancia de esta película de 35 mm (utilizada también por Capa y David Seymour " Chim" durante la Guerra Civil Española, así como por el cineasta holandés Joris Ivens para filmar este mismo año su documental Spanish Earth y un año más tarde The 400 Million en China — coincidiendo con Capa, que usó también esta emulsión con su cámara mirrorless con telémetro Contax II y objetivo Carl Zeiss Jena Sonnar 5 cm f/2 durante su estancia en el país asiático en 1938 —) potenciada por el excelente revelado realizado en París por Csiki Weisz (laboratorista de Robert Capa y Gerda Taro) utilizando Agfa Rodinal, lo cual refuerza notablemente la sensación visual de nitidez y la calidad de imagen 80 años después de ser hechas las fotografías, con las elevadas dosis de emoción que ello genera.


Reencuadre selectivo de fotografía hecha por Guillermo Zúñiga a Gerda Taro durante la primera semana de julio de 1937 en Valencia y en la que aparece con una cámara mirrorless con telémetro Leica III (Model F) cromada acoplada a un objetivo Leitz Summar 5 cm f/2 no revestido, unas tres semanas antes de su muerte el 26 de julio de 1937.

Es la misma cámara y objetivo con los que la fotoperiodista alemana de origen judío hizo una semana antes en La Granjuela (Córdoba) a finales de junio de 1937 las imágenes mostradas en las hojas de contactos gigantes de la exposición La Maleta Mexicana que ha tenido lugar en la Sala Vimcorsa de Córdoba capital en el marco de la XV Bienal Internacional de Fotografía  Córdoba, entre el 23 de marzo y el 21 de mayo de 2017, gracias a la colaboración entre el International Center of Photography de Nueva York y el Ayuntamiento de Córdoba.

Las ampliaciones en gran tamaño de estos contactos de negativos formato 24 x 36 mm indican que el delicado elemento frontal del objetivo Leitz Summar 5 cm f/2 de 6 elementos en 4 grupos utilizado por Gerda Taro presentaba varias marcas de limpieza y arañazos.


Pese a ello, el ICP de Nueva York ha realizado un extraordinario trabajo elaborando estas hojas de contactos de aproximadamente 3 metros de altura y 2 de anchura de impresionante belleza y muy peculiar estética de imagen vintage dimanante de los negativos originales pancromáticos de nitrato Eastman Kodak de 35 mm y sensibilidad Weston 32 (equivalente a aproximadamente ISO 40) que han hecho las delicias de la gran cantidad de visitantes que han asistido a esta trascendental exhibición fotográfica itinerante que lleva ya varios años recorriendo las más importantes ciudades del mundo.

Estas hojas de contactos del reportaje hecho por Gerda Taro en La Granjuela durante la última semana de junio de 1937 ya habían sido expuestas con anterioridad en otras sedes de la exhibición La Maleta Mexicana en Europa, Estados Unidos y México, pero en un tamaño ligeramente más grande que los originales y nunca en tan gigantescas proporciones.


Hace nueve años y medio, tras la llegada a Nueva York el 19 de diciembre de 2007 de los 126 rollos de película de blanco y negro de 35 mm que constituyen La Maleta Mexicana,  con gran profesionalidad y humildad, el ICP de Nueva York dejó la difícil digitalización de los negativos originales de nitrato de La Maleta Mexicana en manos de un equipo de expertos del Key Whitmore Conservation Center del Museo George Eastman Kodak de Rochester, dirigido por Grant B. Romer (Director del Advanced Residency Program in Photograph Conservation del George Eastman House Museum de Rochester), Mirasol Estrada (Becaria de la Fundación Andrew Mellon, miembro del Programa de Residencia Avanzado en la Conservación de Fotografías y formada en la ECRO de Guadalajara, Jalisco), Inés Toharia Terán (Especialista en la Conservación de Material Cinematográfico) y Arnold VanDenburgh (Diseñador), que consiguieron crear el Planar Film Duplicating Device (PFD2) fabricado con vidrio, teflón y aluminio que simultaneaba una gran calidad de escaneado profesional con la reducción al máximo de los riesgos inherentes a extender películas de nitrato de 35 mm que llevaban muy enrolladas aproximadamente 68 años, ya que se trata de un ingenioso dispositivo sostenedor de película fotográfica que funciona como un copy stand con el que se fotografiaron todos y cada uno de los 4.500 negativos originales de nitrato con una cámara digital Canon EOS DS Mark III, evitando así posible roces de las emulsiones expuestas por Capa, Chim y Taro y reveladas por Csiki Weisz con soportes físicos de tipo alguno, consiguiendo en gran medida acceder a las imágenes sin desenrollar ni cortar las películas y con la menor manipulación posible de las mismas.

Ello ha supuesto en la práctica un memorable logro, ya que se ha resuelto el nudo gordiano del tema, que era el aplanamiento de los rollos de película de 35 mm de nitrato de modo que no hubiera distorsión de la imagen ni deterioro alguno de los mismos ni los riesgos típicos en este tipo de emulsión altamente inflamable.

Y a la vez, gracias al buen estado de conservación de los mismos, se han conseguido excelentes resultados, en mi opinión comparables en calidad de imagen a los que se habrían obtenido con un scanner profesional de 35 mm Nikon Coolscan 5000 ED que alcanza los 4.000 puntos por pulgada de definición óptica, con DMAX de 4.8, si bien los scanners de este tipo distaban de ser la mejor opción para digitalizar los 4.500 negativos de los 126 rollos de película de 35 mm muy alabeados de La Maleta Mexicana y no habrían permitido manejar con seguridad y preservar los muy delicados negativos de nitrato, que era el aspecto más importante de todos.

Tampoco era viable el uso de scanners de referencia del entorno fotográfico profesional como los Hasselblad Imacon Flextight X1 y X5 o de la industria cinematográfica con películas de 35 mm como los ARRISCANS 3K y 6K en pos del concepto de réplica digital integral del negativo original de 35 mm (con excepcionales niveles de definición y rango dinámico), ya que un elevado porcentaje de las perforaciones de arrastre de los rollos de 35 mm de La Maleta Mexicana están rotas.

Por tanto, había que buscar una solución de compromiso lo mejor posible y el equipo del George Eastman House Museum lo hizo de modo sobresaliente con el PFD2, ya que los archivos DNG de 40 megas obtenidos a partir de los RAW de cada uno de los 4.500 negativos realizados con la Canon EOS 1DS Mark III a f/16 y 1/6 seg son más que suficientes para prácticamente cualquier aplicación y tamaño deseable.

De modo verdaderamente increíble, la moderna tecnología digital ha sido clave en esta historia para la preservación de este histórico e importantísimo legado fotográfico de imágenes creadas hace ochenta años, con espectacular calidad de imagen e íntegro mantenimiento de la especial estética de imagen propia de las emulsiones químicas de blanco y negro de la época que incluían elevadas cantidades de plata.


La visita de Gerda Taro y Robert Capa a La Granjuela tuvo su origen en el encargo que Richard de Rochemond, Director de la sección europea del noticiario The March of Time de Henry Luce hizo a Capa durante su estancia en París a mediados de mayo de 1937, en el que le pidió que él y Gerda Taro fotografiaran y filmaran un reenactment (es decir, una recreación lo más fiel posible a los hechos) de la durísima lucha en La Granjuela entre las tropas franquistas y los combatientes voluntarios del Batallón Chapaiev (perteneciente a la XIII Brigada Internacional e integrado por 389 hombres de 21 países distintos — sobre todo alemanes, polacos, austríacos, suizos, holandeses, húngaros, checoeslovacos, suecos, daneses, yugoslavos, franceses, italianos, luxemburgueses, ucranianos, belgas, rusos, griegos, brasileños y españoles, si bien el núclao principal estaba formado por 79 alemanes, 67 polacos, 59 españoles y 41 austríacos) que habían capturado el pueblo tres meses antes, el 5 de abril de 1937.


Y esta vez no fue Capa, sino Gerda Taro quien hizo las fotografías con una Leica III, sumándose al reducido grupo de mujeres fotoperiodistas (en un entorno profesional en el que los hombres eran abrumadora mayoría en aquella época) que utilizaban cámaras telemétricas de 35 mm como Jeanne Mandello (que en 1927 y 1928 hizo algunos reportajes en Berlín con cámara Leica 1 Model A, asesorada por Paul Wolff, dedicándose posteriormente a la fotografía de moda en París entre 1935 y 1938), Ilse Bing (que desde 1931 usaba una Leica 1 Model C Standard Mount), Gerti Deutsch (que fotografiaría Viena a mediados de los años treinta con una Leica III y Londres desde 1938) y Margaret Bourke-White (que comenzó a usar una Contax II desde finales de 1936, además de sus cámaras de gran formato que utilizaba desde principios de los años treinta).


La estética de imagen de la película cinematográfica de blanco y negro Eastman II Kodak Nitrate Panchromatic es única, ya que pese a tratarse de una emulsión que genera imágenes con abundante grano visible, ello es compensado en gran medida por su notable acutancia, su textura visual muy especial y sus profundos y ricos tonos negros y grises, cualidades gloriosas vinculadas a un amplio elenco de míticos largometrajes que fueron rodados en los años veinte, treinta, cuarenta y principios de los cincuenta con películas de nitrato:

- Rey de Reyes (Cecil B. Demille, 1927).

- Alexandr Nevsky (Sergei M. Eisenstein y Dmitry Vsilev, URSS, 1938).

- El Hombre Que sabía Demasiado ( Alfred Hitchcock, 1934).

- Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940).

- Casablanca (Michael Curtiz, 1942).

- Laura (Otto Preminger, 1944).

- Recuerda (Alfred Hitchcock, 1945).

- Ladrones de Bicicletas (Vittorio de Sica, Italia, 1948).

- Bakûshu El Comienzo del Verano (Yasuhiro Ozu, Japón, 1951).

Y muchas otras.

Por otra parte, no hay que olvidar que poder disfrutar de estos maravillosos contactos gigantes de las imágenes captadas por Gerda Taro dentro de La Granjuela (Córdoba) en 1937, además de una experiencia visual única, ha sido también fruto de unas circunstancias prácticamente irrepetibles, ya que lo normal es que las películas de nitrato, inestables por naturaleza, se deterioren notablemente con el paso del tiempo por degradación del soporte plástico de nitrocelulosa y si las condiciones de almacenamiento no son las adecuadas.

De ahí que el hallazgo en México D.F en 1992 de las tres cajas de bombones de color rojo, verde y beige con pequeños compartimentos de cartón, en los que Csiki Weisz (hombre de gran destreza manual) había introducido en 1939 uno por uno los 126 rollos de película cuidadosamente clasificados y que constituyen lo que se conoce como La Maleta Mexicana con los 4.500 negativos en perfecto estado de conservación después de 53 años, fue algo alucinante que ha hecho posible disfrutar de estos contactos ampliados a gran tamaño que han catalizado el deleite del numeroso público asistente con las características muy genuinas inherentes a las antiguas películas químicas cinematográficas de nitrato (utilizadas con frecuencia durante los años treinta en cámaras fotográficas formato 24 x 36 mm, especialmente Leica y Contax telemétricas), sobre todo la excelente gama de detalles claros incluso en las zonas de sombras oscuras y altas luces, y una referencial profundidad de campo (muy visible en las imágenes de La Granjuela hechas por Gerda Taro, y que potencian aún más las zonas de nitidez logradas mediante la elección de diafragmas f/8 y f/11 aprovechando la potente luz solar existente en el pueblo en Junio de 1937) que confiere a estas imágenes un gran efecto dimensional muy pronunciado que realza la sensación de planos espaciales en capas, con una intensidad superior a la de las emulsiones químicas " safety film" que las sustituyeron a partir de principios de los años cincuenta, como consecuencia de su carácter inflamable.

Además, la película cinematográfica de nitrato Eastman II Kodak formato 24 x 36 mm aporta al observador una inefable sensación táctil que cataliza su inmersión en la escena, el momento captado y la época, con un tipo de imagen muy bella y vívida, en la que destacan su soberbia gradación tonal y nitidez de bordes que obtienen con frecuencia una profundidad casi 3-D.

Alquimia fotoquímica en estado puro que tuvo como resultado hace más de ochenta años el que las películas cinematográficas de nitrato se convirtieran en el referente, con su impresionante luminosidad, riqueza y profundidad de negros, unos blancos más blancos que nunca (míticos en largometrajes como Vredens Dag de Carl Theodor Dreyer, 1943) y la plena sinergia con el muy alto nivel cualitativo de los laboratorios de la industria cinematográfica y fotográfica de la época.


En este fotograma ampliado aproximadamente a 40 x 65 cm y visible en el interior de la Sala Vimcorsa de Córdoba (al igual que el resto de los que constituían los dos paneles tamaño mural con sendas hojas de contactos a idéntico tamaño de imágenes hechas por Gerda Taro en el interior de La Granjuela en 1937) puede constatarse claramente la notable precisión en el timing de la fotoperiodista al apretar el botón liberador del obturador de su Leica III y captar el movimiento de los sujetos de sus imágenes, tal y como ocurre en esta fotografía, sobre todo en los dos combatientes voluntarios del Batallón Chapaiev más a la izquierda que tienen su pierna izquierda apoyada en el suelo, captados en plena carrera.

Es también visible el carácter muy heterogéneo de esta unidad en cuanto a la procedencia de sus hombres ( el del centro, ligeramente a la izquierda lleva casco francés sobre la cabeza, otros llevan gorros polacos y alemanes) y a las armas de fuego que utilizan (fusiles Mosin-Nagant M1891 Mexicansky calibre 7.62 x 54R y fusiles Mauser calibre 7 x 57 mm).









Texto y Fotos: José Manuel Serrano Esparza