lunes, 27 de febrero de 2023

MIGUELILLO : UN ÁNGEL EN CERRO MURIANO (CÓRDOBA)

Texto y Fotos : José Manuel Serrano Esparza  

El 31 de enero de 1992 nació Miguel Moreno Blanco, popularmente conocido como Miguelillo, un ser humano excepcional, fortísimamente impregnado del arte y duende de Andalucía, además de ser una persona de estratosférica dimensión humana y don de gentes, que desde su más temprana infancia se ganó a pulso el cariño sincero de todo el mundo en Cerro Muriano (Córdoba), pueblo en el que siempre ha vivido y donde genera alegría y optimismo allá por donde va. 

                    Tatuaje con el nombre Miguel que lleva con mucho orgullo en su brazo Rafael Moreno Blanco (Chico), hermano de Miguelillo. 

Han sido 31 años de lucha para sacar adelante a Miguelillo, en los que han sido fundamentales su padre Manuel Moreno de la Cruz, su madre Agustina Blanco Lucena y sus hermanos Francisco Manuel Moreno Blanco (Tron), Rafael Ángel Moreno Blanco (Chico) y Yolanda Moreno Blanco, que desde su nacimento se esforzaron al máximo para que tuviera la mejor calidad de vida posible y una educación que potenciara al máximo se desarrollo físico, psicológico y cognitivo. 

No fue una tarea fácil.

En un principio, cuando Miguelillo era un niño, se intentó su integración con chicos de su edad en la Escuela Santa Bárbara del pueblo, pero no fue posible, porque Miguel Moreno Blanco necesitaba más tiempo y esfuerzo para aprender las cosas y desarrollar las habilidades comunicativas y destreza manual, además de que su aprendizaje, aunque constante, era más lento, por lo que necesitaba un mayor apoyo y una cuidadosa selección de objetivos, tanto en el ámbito académico como afectivo y de integración social. 

Sea como fuere, Miguelillo no dejaba de aprender y se mostraba ya en su infancia como un niño muy simpático, cariñoso, extrovertido y sociable, aunque a veces también con un fuerte carácter. 

Durante su etapa de infancia, fue su hermana Yolanda la que por circunstancias más convivió con Miguelillo y la que más se ocupó de él junto con sus padres Manuel y Agustina.

Y cuando cumplió los ocho años, sus padres y hermanos tomaron la sabia decisión de llevarle al Colegio Concertado de Educación Especial Santo Ángel de Córdoba. 

Ésto significó en la práctica un punto de inflexión en la vida y evolución de Miguelillo, que se integró plenamente en el Colegio Santo Ángel con otros niños especiales de su edad y le cogió un enorme cariño a este señero centro educativo, fundado en 1976, y que trabaja con un gran y muy experimentado elenco de profesionales altamente cualificados en este tipo de educación (profesores, psicólogos, pedagogos, orientadores, especialistas de taller, educadores, médicos, logopedas, cuidadores, fisioterapeutas, etc). 

Gracias a la labor de estos grandes profesionales, en sinergia con el cariño y apoyo de su familia y de muchas personas de Cerro Muriano, Miguelillo mejoró muchísimo su capacidad de percepción y de comunicación, especialmente durante su época adolescente, alcanzando además desde un punto de vista psicológico un notable bienestar emocional y afectivo. 

Sus años de estancia en el Colegio Santo Ángel de Córdoba fueron de gran felicidad para Miguelillo, no exenta de tremenda lucha diaria, ya que los profesionales de la enseñanza especial que le atendieron encomiablemente a diario, priorizaron en él la práctica cotidiana de habilidades sociales, el no desanimarse ante los aprendizajes lentos hasta captar los conceptos, evitaron el hacer por él lo que podía hacer por sí mismo, le ejercitaron en el desarrollo de las capacidades de habla y lenguaje, en su fluidez a la hora de hablar de forma correcta y clara, tratando de minimizar todo lo posible las interrupciones y bloqueos, trabajaron mucho con él la capacidad de pronunciar los sonidos en el orden adecuado dentro de una palabra, el reducir al máximo el habla imprecisa y los problemas de inteligibilidad, etc. 

Asimismo, estos profesionales muy vocacionales de le enseñanza especial, dotados de una gran paciencia, amor por lo que hacen y una gran capacidad pedagógica, lucharon con denuedo para que Miguelillo mejorara sus capacidades cognitivas de razonamiento, comprensión de los conceptos y la memoria como factores clave para el aprendizaje y mejora del lenguaje.  

Todo ello precisó un esfuerzo ímprobo por ambas partes, pero que dió sus frutos, de tal manera que Miguelillo pudo incluso comenzar a adentrarse en el ámbito del pensamiento abstracto, relacionando cosas e ideas no siempre tangibles. 

Se trabajó también muchísimo en la enseñanza mediante estímulos visuales, con instrucciones escritas en pizarras, imágenes, etc, para que asentara bien los conceptos, en simbiosis con una amplia gama de ejercicios con el objetivo de reforzar tanto las habilidades visuales (observando demostraciones) como las auditivas (escuchando instrucciones verbales), realizando también abundantes lecturas como factor eficaz para mejorar en el lenguaje. 

Y por supuesto, se luchó a brazo partido para que Miguelillo adquiriera una disciplina y un orden, lo cual se consiguó en gran medida, de modo que su progresión durante su estancia en el Colegio Santo Ángel de Córdoba fue muy buena, especialmente durante la delicada etapa de la adolescencia, a partir de la cual Miguelillo evolucionó enormemente en todos los ámbitos importantes de aprendizaje, 

lo cual supuso una gran alegría y apoyo moral para su familia, que nunca se rindió y siempre se han desvivido por él, profesándole un cariño y amor inquebrantable, al igual que muchas personas de Cerro Muriano que conocen a Miguelillo desde que era un niño. 

Durante los años siguientes, desde la adolescencia hasta los 21 años, Miguel Moreno Blanco, gracias a las estrategias didácticas visuales y auditivas recibidas en el Colegio Santo Ángel de Córdoba y al contacto constante con su familia (que también se esforzó en todo momento para enseñarle todas las cosas que podían) fue adquiriendo una mayor madurez, potenciando cada vez más sus capacidades comunicativas, sus habilidades para expresarse y entender, manejando una mayor gama de vocabulario y optimizando su percepción sensorial. 

Pero el año 2013 supuso un mazazo anímico para la familia de Miguelillo, ya que al cumplir los 21 años, terminaba la subvención de enseñanza especial, por lo que si quería seguir asistiendo a clase tenía que pagar aproximadamente 1800 euros al mes, algo fuera del alcance económico de la inmensa mayoría de hogares normales. 

Por su parte, Miguel Moreno Blanco se llenó de tristeza. 

Habían sido muchos años de felicidad en el Colegio Santo Ángel de Córdoba, y ahora, de repente, ya no podía ir más allí a ver a sus profesores y compañeros de colegio. 

La noticia corrió como la pólvora por todo Cerro Muriano, y a partir de ese instante se produjo algo insólito : una enorme intensificación del apoyo a Miguelillo y su familia por parte de los habitantes del pueblo. 

Porque la más importante seña de identidad diacrónica de Cerro Muriano (Córdoba) en sus más de 5000 años de historia siempre fue el transformar la necesidad en virtud. 

Al conocerse la noticia de que Miguelillo no podía seguir recibiendo educación especial, cundió la consternación en el pueblo y todo el mundo se volcó con él todavía más que antes, acentuándose a partir de esos momentos otro factor clave en el desarrollo y evolución a mejor de Miguel Moreno Blanco desde que era un niño : su permanente contacto con personas adultas de Cerro Muriano, de las que ha aprendido mucho, 



Obsérvese la cara de felicidad de Miguelillo mientras percibe el cariño sincero que se le tiene. La reciente celebración de su 31 cumpleaños a finales de enero de 2023 en casa de su hermana Yolanda en Cerro Muriano (Córdoba) fue motivo de gran alegría para todos los presentes y sirvió también para confirmar que las mujeres del pueblo han sido desde que era un niño y siguen siendo un factor importantísimo en el aprendizaje y evolución de Miguel Moreno Blanco.

tanto hombres como mujeres con gran corazón y humanidad, que siempre han sentido un enorme cariño, en absoluto protocolario, sino muy sincero y hasta la muerte, por este extraordinario ser humano, absolutamente irrepetible, repleto de magia, arte y duende, que es Miguelillo, 

Poco después de cumplir Miguelillo los 23 años de edad, su hermano Rafael Moreno Blanco le llevó a Málaga para que viera el mar por primera vez. Posteriormente, viajó con él a la playa del Puerto de Santa María (Cádiz), donde Miguelillo disfrutó a raudales. 

con el que también desde hace años ha realizado una admirable labor de cuidar de él todos los días su hermano Rafael Moreno Blanco (Chico), que le quiere con locura y le considera parte consustancial de su vida, porque no podría existir sin él.  

Así pues, desde los 21 años hasta el momento presente en que tiene 31, Miguelillo ha aprendido muchísimo en la Universidad de la Vida, gracias a su permanente contacto diario con muchísimos habitantes de Cerro Muriano que le quieren con fervor y conversan e interactúan constantemente con él. 

Porque todos sin excepción saben quien es el monarca, único e incomparable, por pleno derecho y sin rival posible, 

el rey indiscutible de Cerro Muriano, todo bondad y nobleza, y a veces también con algunos breves episodios de fuerte carácter, ya que Miguelillo siempre ha tenido una gran personalidad, 

enmarcada por un sentido del humor termonuclear que hace que todo cambie con su mera presencia, imbuyendo siempre de alegría a todos los que le rodean, 

que nunca saben por donde va a salir este auténtico genio de la interpretación y de muchas más cosas,

capaz de adoptar una pléyade de expresiones faciales distintas, que revelan una amplia gama de estados de ánimo según los contextos, consiguiendo una y otra vez su objetivo de hacer reir y llenar de dicha a quienes tienen el privilegio de estar con él. 

Un ser humano ciertamente increíble y fascinante, cuya llegada al Bar Casinito (que ha sido a efectos prácticos su segundo hogar desde su más temprana edad y que pone el mejor café de la provincia de Córdoba y de buena parte del extranjero) para desayunar, significa un gran aliciente diario de inefable expectación. 


Miguelillo siempre tuvo muy buen yantar y acostumbra a degustar con delectación una tostada entera con aceite de oliva virgen extra de Córdoba, que quita todas las penas. 

Su gracia y su arte no se pueden explicar con palabras. 

Porque lleva marcado a fuego en su ADN el duende de la Bética. 


Es un crack con mucho apego a su tierra, sus gentes, su ancestral gastronomía y sus costumbres. 


No le interesa en absoluto vivir en Dubai, Beverly Hills, Miami, Nueva York, Londres, París, Montecarlo, Marina del Rey, Singapur o Tokyo. 


Es feliz aquí. Éste es su paraíso.

Porque Cerro Muriano es su biotopo y él hoy por hoy su máximo e incomparable icono. 


Miguel Moreno Blanco es lo más grande de Cerro Muriano y muy querido por todo el mundo. 

Un ser de otra galaxia, nunca habrá otro como él. 


Por otra parte, el Bar Casinito es también el lugar donde con frecuencia Miguelillo 

juega a la lotería con cartones de la ONCE que rasca con gran pasión e ilusión, 

ya que varias veces le han tocado premios, algunos de ellos importantes, al igual que un jamón ibérico de pata negra 100% bellota Montefrío de la sierra de Aracena, que ganó en el Hogar del Pensionista en diciembre de 2019, y que a todo el mundo le entró mucho bien por el cuerpo al conocer la noticia.  


Miguelillo, persona de gran sensibilidad y con un corazón de oro, es y se siente cordobés por los cuatro costados, compartiendo plenamente la atávica impronta de alegría y colorido que siempre ha caracterizado a esta provincia y sus gentes, 

al igual que su proverbial sentido del humor.  

Otra cualidad que siempre ha caracterizado a Miguelillo es su plena disposición en todo momento a ayudar donde pueda arrimar el hombro. 

En este sentido, desde hace años, Miguelillo ayuda diariamente todo lo posible al párroco en la iglesia de Cerro Muriano, y es tal su talante, que cuando en 2022 Pedro el sacerdote estuvo enfermo varios meses, Miguelillo le llamaba con frecuencia desde su teléfono móvil para preguntarle qué tal estaba.  


Y con respecto a su evolución desde 2013, año a partir del cual ya no pudo seguir yendo a clases de educación especial, la progresión de Miguelillo ha seguido siendo espectacular, ya que en el Colegio Santo Ángel de Córdoba adquirió una sólida base sobre la que poder desarrollar más sus capacidades, y durante esta última década ha mejorado mucho su expresión oral (se le entiende prácticamente todo lo que dice, a pesar de que mantiene algo de lentitud al pronunciar las sílabas), ha consolidado una gran memoria visual y auditiva : es capaz de identificar perfectamente a todas las personas del pueblo que conoce (que son muchísimas), tanto por su aspecto como por su voz, y ha potenciado enormemente su capacidad de ensimismamiento, 

de concentración mental y de pensar con criterio en varias cosas a la vez, relacionando cosas y conceptos, 

es capaz de hablar por teléfono con total normalidad, y sus habilidades comunicativas son cada vez mayores.  

También ha mejorado mucho su equilibrio emocional y saber estar, que ha ido puliendo año tras año, por lo que hoy en día está mucho más asentado que en algunas etapas de su niñez y adolescencia en las que su personalidad era a veces un poco convulsa, fruto de que siempre ha tenido mucho carácter y es además un gran obseso de la limpieza, hasta el punto de que va siempre hecho un pincel, y si ve una mancha, un trozo de ropa roto o una arruga en la ropa, se crispa de modo visible.

En este sentido, es también sabido que Miguelillo tiene un auténtico arsenal de colonias de diferentes marcas, se pasa horas acicalándose en el baño, es un auténtico dandy, muy presumido, y es también un gran apasionado de la ropa, le encanta ponerse toda la ropa distinta posible. 

Es además capaz de bailar todo tipo de música, siguiendo muy bien el ritmo, tal y como ocurrió durante la última Feria de Cerro Muriano en 2022, cuando se puso a bailar en mitad de la pista de baile, y al verle, la cantante de Huelva le pidió que subiera al escenario y bailara con ella, momento a partir del cual Miguelillo levantó al público de sus asientos con su arte y su gracia. 

UN FUTURO MUY PROMETEDOR

La reciente celebración del 31 cumpleaños de Miguelillo en casa de su hermana Yolanda fue una masiva demostración de cariño y afecto hacia él por personas de Cerro Muriano que le conocen desde que era un niño, que le quieren con devoción y que han sido también un apoyo decisivo durante su existencia, 


hasta llegarse al momento presente en que Miguelillo ha evolucionado de manera muy positiva, ha conseguido una gran estabilidad emocional y afectiva, ha mejorado mucho en todas las facetas del aprendizaje, su capacidad de comunicación ha crecido exponencialmente y sigue deleitando a todo el mundo con su arte, su duende y su gracia sin parangón posible. 

Es por ello que su madre Agustina Blanco Lucena puede estar muy orgullosa de haber traído al mundo a este maravilloso ser humano que es Miguelillo, una persona muy especial, que deja una y otra vez su fabulosa impronta humana allá por donde va y que vivirá siempre en el recuerdo de todos los que le conocieron y sus descendientes durante generaciones. 

Además, Miguelillo nunca caminará sólo, porque es muy querido por todo el mundo, ha escrito y sigue escribiendo con letras de oro una de las páginas más gloriosas de la historia de Cerro Muriano.