lunes, 8 de diciembre de 2014

ROBERT DOISNEAU EN LA SALA DE EXPOSICIONES LA TÉRMICA DE MÁLAGA: LA CONSOLIDACIÓN DE UN ESPACIO CULTURAL DE REFERENCIA

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La exposición retrospectiva sobre Robert Doisneau celebrada entre el 10 de Noviembre y el 8 de Enero de 2014 en el centro cultural La Térmica de Málaga, comisariada por Ann Morine (directora de diChroma Photography) y cuya jornada inaugural contó con la presencia de Annette Doisneau (hija del gran fotógrafo francés, con el que trabajó 15 años como asistente) ha constituido un notable éxito de público que ha disfrutado de la oportunidad única de poder ver en directo una muy cuidada selección de obras de

Mitad superior de la imagen en tamaño real que presidía la exhibición: Robert Doisneau en 1949 con su Rolleiflex Old Standard 622 (con objetivo Carl Zeiss Jena Tessar 7,5 cm f/3.5 de 4 elementos en 3 grupos acoplado a su parasol metálico Rollei-Sonnenblende y dotada de obturador Compur con velocidades entre 1/500 + B), cámara de formato medio 6 x 6 cm que había adquirido 17 años antes, en 1932, y que seguiría usando durante muchas décadas fruto de su enorme fiabilidad y calidad constructiva. Se aprecia claramente que debido a su uso intensivo a diario por todas las calles de París y otras ciudades francesas desde principios de los años treinta, la pintura negra sobre buena parte de los bordes y esquinas de esta herramienta fotográfica muy versátil y de admirable nivel óptico-mecánico ha desaparecido, dejando al descubierto el latón y aluminio, metales nobles con los que está fabricada, además de su recubrimiento de cuero oscuro granulado). 

uno de los más grandes maestros de todos los tiempos en el ámbito de la fotografía humanista y callejera, que dejó una huella indeleble con las imágenes que captó sobre todo durante finales de los años cuarenta y décadas de los cincuenta y sesenta en el París de la posguerra, una época legendaria y romántica ya desaparecida, pero que Doisneau inmortalizó plasmando la atmósfera especial de aquellos años, convirtiendo instantes irrepetibles en documentos gráficos vivos que trascienden con creces su semántica sincrónica.


Imagen panorámica de las 50 fotografías de Robert Doisneau mostradas en la sala de exposiciones del Centro La Térmica de Málaga, un recinto muy bien concebido, en el que se han cuidado todos y cada uno de los detalles importantes, realizándose un gran esfuerzo que ha hecho que en tan sólo año y medio se convierta en uno de los espacios culturales de referencia en España.

La pulcritud y bello diseño arquitectónico de esta sala ha convertido durante dos meses la visualización de las fotografías en blanco y negro de esta magna Retrospectiva de Robert Doisneau en un auténtico deleite para los visitantes, que han acudido masivamente, día a día, a esta histórica exhibición.


El gran fondo de la sala con el título de la exposición incluía también la famosa fotografía El Beso que Robert Doisneau hizo junto al Ayuntamiento de París en 1950.


Las fotografías de Doisneau no dejan a nadie indiferente y suscitan en el abundante público asistente elevados niveles de expectación, reflexión y un cierto deja vu que cataliza una emotiva inmersión en el París más mítico plasmado también por conocidos temas de cantantes como Edith Piaf.


Son momentos mágicos captados con gran maestría y discreción por Doisneau con su cámara. Aquí un asistente a la exhibición contempla la fotografía Jardín Botánico. 1953 en tamaño 31,5 x 24 cm, mientras otros dos observan al fondo más imágenes.


La química surge de manera espontánea entre el público asistente a la exhibición y las imágenes de Doisneau que destilan notable sensibilidad y una inefable capacidad por parte del fotógrafo para transformar pequeñas anécdotas cotidianas en imágenes atemporales y significativas. Aquí la mirada se centra en L´Enfer (1952), flanqueda por Les Beaux Jeudis (1957) y Le St Louis (1949).


Le Chien à Roulettes (Perro con Ruedas). 1977. 42,5 x 30, 5 cm.

La obra de Robert Doisneau pertenece al humanismo fotográfico parisino posterior a la II Guerra Mundial, complementado a veces por matices cómicos y encarnado también por Henri Cartier-Bresson, Edouard Boubat, Izis, Willy Ronis, Janine Niépce y Sabine Weiss, sin olvidar la profunda influencia que ejercieron en él Eugene Atget y André Kertész ( del que fue gran amigo), y además de su gran talla como narrador de historias callejeras, destacó notablemente por su capacidad para desvelar en un instante aspectos recónditos de la realidad, fotografiando todo tipo de personas y ambientes que por algún motivo suscitaban su interés y las más veces le embelesaban.

Fue asimismo un enamorado del laboratorio fotográfico, revelando con frecuencia él mismo en cuarto oscuro muchos de sus  negativos originales, tanto de formato medio como de 35 mm, y realizando en persona con pautas artesanales copias sobre papel fotográfico de blanco y negro.

Doisneau vivía la fotografía con un enorme nivel de pasión y dominaba todas las fases de producción hasta llegar a la imagen final que deseaba.


Al igual que sucedió con Alfred Eisenstaedt, Robert Capa, René Burri, Dmitri Kessel y otros grandes fotógrafos, la fortísima personalidad de Pablo Picasso fascinó a Robert Doisneau, que le fotografió en distintas ocasiones, siendo Les Petits Pains de Picasso (Los Panecillos de Picasso). 1952 su imagen más representativa del genial malagueño. Esta fotografía fue una de las más apreciadas por el numeroso público asistente, generando elevadas dosis de meditación e introspección durante abundantes segundos de atenta mirada.

Les Tabliers de la rue de Rivoli (Los Mandiles de la calle de Rívoli). 1978. 39 x 27 cm. La fotografía callejera de niños fue otro de los ámbitos en los que destacó Robert Doisneau, que captó esta escena en la que un grupo de colegiales cruzan un tramo de carretera urbana agarrados y en plena algarabía, mientras los coches que se aprecian al fondo aguardan a que se abra el semáforo para los vehículos.

Doisneau nunca tuvo prisa y no se consideró un cazador de imágenes sino un pescador de las mismas, dotado de una gran paciencia hasta que surgía un instante fugaz y definitorio que le permitía crear arte en blanco y negro en el marco de contextos visuales cotidianos.


Las fotografías de Doisneau constituyen una peculiar síntesis de fotoperiodismo ágil y dinámico captador de imágenes de la vida diaria que muestran la belleza de París y otras ciudades de Francia así como el encanto de sus ciudadanos y otras fotografías presididas por composiciones estéticamente cuidadas conceptualmente vinculadas a la fotografía artística en blanco y negro, todo ello impregnado de matices poéticos, de tal manera que el modo de fotografiar del maestro francés logra seducir constantemente a todo aquel que contempla sus obras.

Aquí la mirada se centra en El Perro del Puente de las Artes (1953). 36 x 31,5 cm, flanqueado a su izquierda por Au Boi Coin, quai du Port, Saint-Denis (1945) y por Jacques Prévert a la Mesa (1955). 26,5 x 30 cm a su derecha.

Al fondo a la izquierda puede apreciarse parte de la puerta de acceso a la pequeña sala cinematográfica donde se proyectó de modo continuo el documental Robert Doisneau Tout Simplement dirigido por Patrick Jeudy, que fue muy del gusto del público asistente.


Dos excelentes libros profusamente ilustrados sobre la obra fotográfica del genial artista francés: Doisneau Paris (en primer plano, a la izquierda, lanzado al mercado el 26 de Octubre de 2010 por Flammarion editorial, con 400 páginas y una meticulosa selección de imágenes realizada por sus hijas Francine y Annette) y Robert Doisneau (al fondo a la derecha, con 144 páginas y editado por Lunwerg en su colección Photo Poche el 1 de Septiembre de 2009) se hallaban ubicados sobre un pedestal de piedra próximo a la puerta de entrada de la exhibición, y fueron consultados con frecuencia por el público asistente.


Les Bouchers Mélomanes (Los Carniceros Melómanos). 1953. Otra genuina fotografía de Doisneau en la que capta a una mujer que toca el acordeón dentro de una taberna para ganarse la vida, rodeada en esta imagen por varios carniceros con su indumentaria de trabajo manchada de sangre y suciedad que escuchan a la intérprete, que es la misma persona que aparece en la portada del libro Doisneau Paris  de editorial Flammarion.


La presencia de jóvenes que acudieron a la sala de Exposiciones de La Térmica para apreciar in situ la Retrospectiva de Robert Doisneau fue muy nutrida. Aquí vemos a dos de ellos contemplando otra famosa fotografía del fotoperiodista francés: La Meute (La Jauría). 1969. 28,5 x 40 cm.


Otra fotografía muy representativa de la obra de Robert Doisneau: Café Noir et Blanc (Café Blanco y Negro). 1948. 30 x 32 cm, en cuyo centro aparecen tres personas (una pareja de recién casados y un hombre tras ellos que habla con la camarera) bien vestidos y disfrutando el momento, mientras a la izquierda del todo de la imagen se halla un trabajador del carbón ataviado con boina, con la mirada perdida, visiblemente exhausto, y cuyas manos y rostro están muy sucios.

Doisneau siempre estaba atento a estos contrastes, y pese a que trabajó con las más importantes revistas ilustradas de la época como Life, fotografió a muchos personajes famosos como Alberto Giacometti, Pablo Picasso, Orson Wells, Simone de Beauvoir, Jacques Prevert, Jacques Cocteau, Le Corbusier, Jean Maris, George Braque, Fernand Leger, etc, y colaboró activamente con la revista Vogue Paris entre 1948 y 1951 haciendo abundantes reportajes de moda y alta sociedad, la fotografía de gente normal (tanto a diario pateándose de modo incansable las calles de París y otras ciudades galas como incursionando en la vida nocturna de la capital francesa en locales de arte alternativo, cafés, cabarets y clubs de jazz) fue siempre el ámbito con el que Doisneau se sintió más identificado y a gusto, por el que se decantó claramente y al que pertenece un porcentaje muy elevado de su producción, habiendo trabajado para la prestigiosa agencia fotográfica francesa Rapho desde 1939.

Además de grandísimo fotógrafo, Doisneau fue un hombre con gran paciencia y tesón, dotado de un innato talento para mezclarse entre las personas anónimas de la calle, pasando desapercibido y fotografiando lo cotidiano, que el convierte en un cosmos con identidad propia, cuyo corazón es París y en el que situaciones en principio habituales adquieren el status de acontecimientos extraordinarios, algo que fue una constante durante sus 64 años de trayectoria profesional.

Robert Doisneau tenía un profundísimo conocimiento de la ciudad del Sena, sus barrios y sus habitantes, la amó con toda su alma y fue siempre con respecto a ella lo que Ara Güler a Estambul, Erich Lessing a Viena o René Burri a Brasilia.


Las imágenes del fotógrafo galo consiguen una y otra vez llegar a los observadores y transmitirles fuertes emociones. He aquí otros dos jóvenes asistentes a la exhibición, contemplando la obra Coco (1953) en la que aparecen tres hombres maduros alcoholizados bebiendo, pero a los que Doisneau capta con notable discreción y respeto.

Justo a su izquierda aparece otra de sus fotografías más icónicas: Mademoiselle Anita. 1951.

Robert Doisneau ha sido uno de los más eximios especialistas de toda la historia de la fotografía en el uso fotoperiodístico del formato medio, con su cámara Rolleiflex 6 x 6 cm que utilizaba mirando a través del visor de capuchón a la altura de la cintura, con todo el comedimiento y humildad posibles.


Au Bon Coin, quai du Port, Saint-Denis (Au Bon Coin, muelle del puerto, Saint-Denis). 1955. Una muy bella imagen correspondiente al segmento de producción de arte fotográfico en blanco y negro propiamente dicho de Robert Doisneau, que realiza un uso magistral tanto de la composición y las diagonales trazadas por el suelo adoquinado húmedo por la lluvia como de la profundidad de campo, con unos planos de nitidez que van decreciendo progresivamente desde el centro hasta el borde inferior de la imagen, cuyo foco está puesto en el edificio del fondo y el hombre con indumentaria de color negro que cruza junto a él llevando un cubo en su mano izquierda, al tiempo que la abundante profundidad de campo sabiamente generada desde el área central de la imagen hasta el fondo ha posibilitado una elevada nitidez en las casas y acera de la derecha e incluso en la balaustrada metálica de la izquierda, plasmando además de modo muy fidedigno la atmósfera y condiciones climáticas del momento.

A destacar el hecho de que pese a que la película de blanco y negro utilizada produce abundante grano visible, la gran acutancia de la emulsión y el revelador optimizado para ella catalizan una muy buena sensación visual de nitidez así como una soberbia estética de imagen vintage sobre papel fotográfico.

Doisneau poseía una sólida formación artística aprendida de su maestro el escultor, pintor y fotógrafo André Vigneau, con el que empezó a trabajar en 1931 y que le guió en el ámbito de la fotografía artística, industrial y de publicidad, si bien su mayor interés por la fotografía de seres humanos hizo que se decantara desde mediados de los años treinta por el reportaje callejero de personas, sobre todo en las ciudades de París y Gentilly, aprendiendo de modo autodidacta gracias a su experiencia en estudio fotográfico y a la lectura en profundidad de las especificaciones de las cajas de películas de blanco y negro y sus tiempos de revelado.


La fotografía callejera de niños fue otra de las especialidades de Robert Doisneau, que conseguía sacar el máximo partido de la espontaneidad y jovialidad inherente a los juegos y actividades diarias de los muchachos de París y otras ciudades francesas.

Aquí podemos ver de izquierda a derecha: Gymnastique Sauvage (Gimnasia Salvaje). 1935. 25 x 30 cm, Les Lilas de Ménilmontant (Las Lilas de Ménilmontant). 1956. 24, 5 x 28 cm y Les Freres, Rue du Docteur Lecène (Los Hermanos, Calle del Doctor Lecène). 1934. 24, 5 x 28,5 cm.

Durante toda su trayectoria como fotógrafo profesional Doisneau confirió notable protagonismo a la fotografía de niños jugando y haciendo travesuras en la calle y en la escuela, ajenos al entorno doméstico, dignificándola y abordándola con mucho respeto y sensibilidad.


Momento en que uno de los asistentes a la exhibición retrospectiva lee con atención el libro Doisneau Paris de editorial Flammarion. Al fondo se aprecia un texto explicativo con los principales datos relativos a la biografía del fotógrafo francés.

Fue sin duda una exhibición muy bien organizada.


La Derniere Valse du 14 Juillet (El Último Vals del 14 de Julio). 1949. 34 x 39 cm.

Robert Doisneau vivía las 24 horas del día por y para la fotografía, tal y como demuestra esta imagen de una pareja bailando captada bien entrada la madrugada del 14 de julio de 1949, con el fotoperiodista al borde del agotamiento físico, tras una dura jornada haciendo fotos de gente por todo París durante la celebración de la fiesta del 14 de Julio en la capital francesa.


La exposición retrospectiva sobre Robert Doisneau en La Térmica ha permitido a los asistentes degustar una por una las 50 fotografías seleccionadas entre las vasta producción (más de 450.000 negativos de formato medio y 35 mm) de uno de los fotógrafos más influyentes de la historia.


Dos espectadoras sentadas en la pequeña sala de cine que forma parte de la galería de exhibiciones del Centro Cultural La Térmica viendo el documental de 2001 y 67 minutos de duración Robert Doisneau, Simply Doisneau, dirigido por Patrick Jeude y producida por Point du Jour, Agence Rapho 2000.

Ver proyectadas en pantalla a gran tamaño y calidad icónicas imágenes en blanco y negro como Mademoiselle Anita (fotografiada por Doisneau en el cabaret La Boule Rouge de la rue de Lappe en París en Octubre de 1951) aderezadas por música de la época fue una experiencia única e inolvidable.

La magia de la fotografía en blanco y negro de Doisneau alcanzó cotas cenitales en sus imágenes de niños hechas dentro de escuelas de educación primaria de la época, captando todo tipo de momentos significativos, como éste en 1956, en el que el maestro sorprende a un muchacho plenamente concentrado en mitad de un examen (aunque la fotografía aparece en pantalla con aspect ratio 2:3 vertical, la imagen original es cuadrada).

Una vez más, el dominio de la profundidad de campo con su cámara Rolleiflex de formato medio 6 x 6 cm por parte del fotógrafo es excepcional, poniendo el foco en el chico más próximo y seleccionando una abertura de diafragma f/5.6 que enfatiza al protagonista y deja progresivamente desenfocados a los tres compañeros de clase tras él, pero con suficiente detalle para percibirse claramente sus contornos.

Casi podía sentirse la tensión del momento y percibirse el silencio sepulcral del aula 58 años después, gracias a la inefable capacidad de Robert Doisneau para fijar en el tiempo los instantes que fotografiaba.

No obstante, a partir de mediados de los años cincuenta Doisneau utilizó también cámaras de 35 mm como la Leica IIIc, Leica M3, una Praktika FX, varias Nikon F y una Leica R4.


La famosa imagen Picasso y los Panes de Vallauris de 1952 muestra varios panes situados de tal manera sobre el mantel de una mesa en la que el pintor malagueño se dispone a comer que por momentos se asemejan a dedos grotescamente gruesos. En las fotografías de Doisneau existía también con frecuencia un componente humorístico en habitual simbiosis con yuxtaposiciones divertidas.


Pero desde un punto de vista global, la obra fotográfica de Robert Doisneau tiene como eje a personas normales, del pueblo, del día a día cotidiano en las calles y todo tipo de locales diurnos y nocturnos de su amado París y otras ciudades de Francia, que se convirtieron durante décadas en el biotopo de este fotógrafo excepcional que se entregaba en cuerpo y alma a su trabajo, consciente de que estaba retratando una época y costumbres que irían paulatinamente desapareciendo y difuminándose en el tiempo, aunque a la postre, la magia de este humanista y su inmenso legado fotoperiodístico y artístico rescatan para cualquier observador, ya en pleno siglo XXI, esos maravillosos instantes y ambientes que captó magistralmente con sus cámaras.


© Texto y Fotos: José Manuel Serrano Esparza