domingo, 17 de octubre de 2021

RAFAEL CENTENO COBOS : TODA UNA VIDA DE ESFUERZO POR SU FAMILIA Y DEVOCIÓN POR CERRO MURIANO (CÓRDOBA)

 Texto y Fotos 2021 : José Manuel Serrano Esparza 


Hijo de Francisco Centeno Lucena y María Cobos Escribano, la vida de Rafael Centeno Cobos, nacido en Cerro Muriano (Córdoba) el 14 de abril de 1932, fue siempre un compendio de esfuerzo y tesón en grado superlativo, como el de tantos otros habitantes de este entrañable pueblo de la sierra norte cordobesa, que tras la Guerra Civil Española tuvieron que salir adelante en un contexto presidido por la necesidad, la carencia prácticamente de todo, un contexto económico devastado por la contienda y el tener que trabajar la mayoría de las veces en lo que iba saliendo, lo cual dificultaba notablemente la especialización laboral.  

Fotografía de 1948 en Cerro Muriano. De izquierda a derecha : Rafael Centeno Cobos muy joven con 16 años de edad, Francisco Centeno Lucena (padre de Rafael), Antonio Centeno Cobos (hermano de Rafael, con boina negra, hoy en día residente en Holanda), María Cobos Escribano (madre de Rafael y Antonio), Pepe (hermano de Rafael y Antonio, con gafas de sol), Francisco (hermano de Rafael, Antonio y Pepe), Joaquina (mujer de Antonio, de pie, en el centro de la imagen, ligeramente a la derecha), Ana Centeno Cobos, María Centeno Cobos (sentada, en el centro de la imagen, con vestido blanco), Loli Centeno Cobos (la niña que está a la derecha de la imagen, con su brazo izquierdo orientado hacia la cámara), y detrás de ella está Francisca Centeno Cobos. La niña a la que sujeta un hombre (Castor, marido de Ana Centeno Cobos) entre sus brazos, a la derecha del todo de la imagen, es Carmen Centeno Cobos. 

Rafael Centeno Cobos nació en el seno de una familia humilde dedicada a las labores agrícolas y acostumbrada a trabajar de sol a sol para subsistir. 

Un entramado vital que se vió profundamente alterado cuando con tan sólo cuatro años de edad, tuvo que escapar a pie con sus padres, hermanos y hermanas el 5 de septiembre de 1936 huyendo del bombardeo del pueblo por parte de la aviación franquista, caminando bajo un sol abrasador hasta la Antigua Estación de Tren de Obejo, El Vacar y Pozoblanco (un total de 42 km), donde les montaron en un tren de carbón que les llevó a Algemesí (Valencia), pasando allí el resto de la guerra hasta 1939. 

Francisco Centeno Lucena y María Cobos Escribano (padres de Rafael Centeno Cobos). Fotografía realizada a principios de los años ochenta junto a su casa en Cerro Muriano (Córdoba), cerca del Bar de Jesule y la Plaza de Andalucía. 

A mediados de dicho año, Francisco y María, padres de Rafael Centeno Cobos, deciden regresar a Cerro Muriano para reanudar su vida en el pueblo, donde tenían una casa.

Pero nada más llegar, se encuentran con un panorama desolador : su casa ya no existe y en el lugar donde estaba, únicamente hay tierra. 

Es una experiencia traumática que significa un antes y un después en la vida de Rafael Centeno Cobos, que tiene en ese momento tan sólo siete años, pero que catalizará la principal seña de identidad tanto de él como de la familia que creará a partir de 1960 : una enorme cohesión y solidaridad colectiva, con todo el mundo arrimando el hombro, haciendo piña constantemente y de modo increíble. 

Así pues, a mediados de 1939, todos los integrantes de la familia Centeno Cobos (el matrimonio formado por Francisco Centeno Lucena, María Cobos Escribano y sus hijos Ani Centeno Cobos y Rafael Centeno Cobos) tienen que dormir todos juntos con una manta a la intemperie durante varias semanas en distintas zonas de Cerro Muriano, hasta que poco a poco y a base de ímprobo esfuerzo construyen una casa de dimensiones muy reducidas, fabricada con materiales sencillos, en la que pueden cobijarse provisionalmente. 

Francisco Centeno Lucena (padre de Rafael Centeno Cobos) caminando en las proximidades de Cerro Muriano con un carro tirado por una mula a finales de los años setenta. Muestra en su mano izquierda una botella de aceite de oliva virgen de almazara de cosecha limitada, un auténtico manjar del que Córdoba era ya entonces uno de los más importantes referentes mundiales y cuya evolución diacrónica ha tenido como resultado el aove " Rincón de la Subbética " , que es hoy por hoy, ya en pleno siglo XXI, el mejor aceite de oliva virgen extra del mundo, variedad hojiblanca de ensueño generada por " Almazaras de la Subbética ", con ADN de la antigua cooperativa Virgen del Castillo. 

De este modo, transcurren dos años en los que Francisco Centeno Lucena trabaja en todo lo que puede para sacar adelante a su familia, en condiciones precarias e inmerso en necesidades de todo tipo, pero muy fuertemente impulsado por el amor a su mujer y sus hijos. 

Es un hombre de gran potencia y resistencia física, forjada a fuego durante décadas de duro trabajo en el campo, por lo que además de generar ingresos que permiten subsistir a la familia, consigue ahorrar algo de dinero con el que compra varios cerdos, ovejas y cabras.

Sea como fuere, la situación sigue siendo delicada prácticamente a todos los niveles excepto la unión familiar cuya esencia enlaza con la fusión termonuclear. 

Año 1970. Francisco Centeno Lucena y María Cobos Escribano (padres de Rafael Centeno Cobos) posando delante de su casa en Cerro Muriano, algo más arriba del Bar de Jesule. 

En 1941, Francisco Centeno Lucena sigue obligado a trabajar entre catorce y diecisiete horas al día para poder obtener el sustento de su prole, y decide encargar a su hijo Rafael Centeno Cobos (que a la sazón tiene 9 años) que cuide de los cerdos, ovejas y cabras y desempeñe funciones de pastor. 


Ésta enorme responsabilidad a tan temprana edad hace que Rafael Centeno Cobos madure a marchas forzadas y pase directamente de niño a adulto, sin transición de adolescencia, trabajando a destajo, porque es plenamente consciente de que la leche producida por las ovejas y cabras (de muy alto valor nutricional) y la carne de los cerdos es fundamental para que la familia esté alimentada mientras su padre trabaja intensivamente en muchas cosas distintas. 

Transcurren los años y la familia va creciendo, por lo que además de Ani (la mayor) y Rafael, nacen Francisco, Pepe, Antonio y cuatro hermanas más. 

Los años cuarenta han sido durísimos en Cerro Muriano, la mayoría de sus habitantes viven todavía en chozos y la situación económica sigue siendo muy difícil, pero empiezan a ver algo de luz al final del túnel. 

Desde 1944 con 14 años Rafael Centeno Cobos se ha convertido en todo un baluarte familiar, trabajando en una pléyade de oficios distintos : como albañil, segando y sembrando de sol a sol, en la recolección de la aceituna, haciendo picón (ámbito en el que se convertirá en un referente), etc. 

Apenas ha podido ir a la escuela, y hacer el bachiller o ir a la universidad es algo que ni siquiera se plantea, por mor de los escasos recursos económicos disponibles. 

Pero Rafael Centeno Cobos es ya un guerrero de la vida, un hombre que posee unos valores que le han sido inculcados por sus padres desde que era muy niño y que sabe muy bien lo que quiere. 

Trabaja durante años desde mediados de los años cuarenta y principios de los cincuenta en todo lo que le sale en diferentes zonas entre Cerro Muriano y Córdoba capital, así como en áreas próximas a la Estación de Tren de Obejo, el Embalse del Guadalnuño, Cerro Peñoso, El Ronquillo Bajo, Los Llanos del Conde, etc, así como en algunos lugares de campiña de la provincia de Córdoba. 

                                                        Rafael Centeno Cobos durante su servicio militar en Algeciras (Cádiz) en 1953. 

Al cumplir los 21 años de edad, tiene que ir en 1953 a hacer el servicio militar de catorce meses a Algeciras (Cádiz) en artillería de costa. 

HERMINIA LÓPEZ ROMERO, EL AMOR DE SU VIDA

              Fotografía pintada en 1955, en la que aparecen Rafael Centeno Cobos y Herminia López Romero cuando llevaban un año de novios. 

A mediados de 1954, Rafael Centeno Cobos, que tiene 22 años, conoce a Herminia López Romero, la mujer de su vida, que tiene 17 y con la que mantendrá un noviazgo de cinco años hasta casarse con ella el 11 de octubre de 1959.

Hasta ahora, la biografía de Rafael Centeno Cobos ha sido ante todo y para todo una muy dura lucha por la supervivencia, de tal manera que no ha tenido vacaciones ni un sólo día de su vida. 

Una existencia marcada por la necesidad y el trabajo hasta la extenuación, sin margen ni tiempo para ocio alguno. 

                           Herminia López Romero en 1957, dos años antes de casarse. Espectacular belleza natural sin maquillaje alguno. 

Pero la llegada de Herminia López Romero supone a efectos prácticos el más importante acontecimiento en la existencia de Rafael López Cobos y se convertirá en su principal razón de ser hasta su fallecimiento en 2017.             

Herminia López Romero, profundamente enamorada de él, le apoya sin reservas en todo instante, se convierte en su principal sostén en los momentos difíciles y hace que la vida de Rafael adquiera pleno sentido, lo cual se traduce en un descomunal factor motivacional para él. 

                              Otra imagen definitoria de Herminia López Romero en 1953, un año antes de conocer a Rafael Centeno Cobos. 

Esta mujer andaluza de bellísimos ojos azules, muy guerrera y luchadora, nacida en Torrecampo (Córdoba) el 8 de septiembre de 1936, que fue bautizada en Madrid, y vivió en Los Llanos del Conde antes de instalarse en Cerro Muriano tras su boda, se esfuerza al máximo por hacer feliz a Rafael Centeno Cobos, y lo consigue totalmente. 

De este modo, tras cinco años de noviazgo, Rafael Centeno Cobos y Herminia López Romero se casan en la iglesia de Cerro Muriano el 11 de octubre de 1959, 

11 de octubre de 1959. Entrada norte de Cerro Muriano, a muy pocos metros del Bar Casinito : Herminia López Romero (que residía en Los Llanos del Conde antes de casarse), acompañada por un nutrido grupo de familiares (su hermana, su abuela, Adela Blanque Corral y otros), es llevada del brazo por su tío Marcelino mientras se dirige a la Iglesia de Cerro Muriano para su boda con Rafael Centeno Cobos, que aguarda impaciente su llegada. 

Instante en el que Rafael Centeno Cobos pone el anillo de casada a su esposa Herminia López Romero. La intensidad emocional del momento es tal, que la novia se estremece y cierra los ojos. 

                        Fotografía de estudio de Rafael Centeno Cobos y Herminia López Centeno el 11 de octubre de 1959, día de su boda. 

Mesa de los novios durante el banquete nupcial celebrado en el Bar Restaurante Cinema de Cerro Muriano (Córdoba) el 11 de octubre de 1959. De izquierda a drecha : Asunción (abuela de Herminia López Romero), Herminia López Romero, Rafael Centeno Cobos, María Cobos Escribano (madre de Rafael Centeno), Ani (hermana mayor de Rafael Centeno) y Francisco Centeno Lucena (abuelo de Rafael Centeno). 

Cerro Muriano (Córdoba). Reunión familiar en 1962. De izquierda a derecha : el tío Paco, el tío Pepe, su mujer Carmen, María Cobos Escribano, Francisco Centeno Lucena, la chica joven que sostiene la cuchara es la tía Loli, detrás está Pedro (marido de la tía Loli), la que está en el centro con los brazos cruzados es la tía María, Herminia López Romero con un jovencísimo Rafael Centeno López, Rafael Centeno Cobos, la tía Paquita y su marido Antonio. 

y tienen su primer hijo, Rafael Centeno López en 1961. 


Cuatro años después, en 1965, Rafael Centeno Cobos viaja como emigrante a Holanda, trabajando en la ciudad de Zaandam cargando bidones de aceite de 200 litros en barcos de mediano tamaño. 

Rafael Centeno Cobos en 1965 dentro de una vivienda de reducido tamaño en Zaandam (Holanda) con varios emigrantes españoles y la hija pequeña de uno de ellos. 

Pese a sus pequeñas dimensiones, Holanda es en esos momentos uno de los países más avanzados del mundo, con una tecnología estado del arte en muchas esferas como la aviación (KLM), los televisores y radios Phillips, las máquinas de afeitar (Phillishave), las ópticas fotográficas (De Oude Delft), la industria naviera (NDSM) y una fortísima economía en expansión internacional, por lo que los sueldos mensuales de cualquier trabajador son muchísimo más altos que en la España de la época. 

Incluso, Antonio Centeno Cobos (hermano de Rafael) también viaja a Holanda para trabajar allí, se integra plenamente, forma una familia y vivirá allí el resto de su vida hasta hoy en día. 

Otra imagen de Rafael Centeno Cobos en 1965 con dos emigrantes españoles en Zaandam, pequeña ciudad holandesa al noroeste de Amsterdam. 

A pesar de los inconvenientes inherentes a la dificultad del idioma holandés y estar en un país con cultura, costumbres y alimentación muy distinta a las de España, Rafael Centeno Cobos logra adaptarse a su nuevo trabajo portuario en la ciudad de Zaandam, al noroeste de Amsterdam, y comienza a ganar abundante dinero. 


Una imagen más de Rafael Centeno Cobos durante su estancia de cuatro meses y medio en Zaandam (Holanda) en 1965, relajándose con dos compañeros de trabajo durante un fin de semana. 

Pero echa de menos a su familia y a Andalucía, la tierra que le vió nacer y a la que siempre ha amado con todo su ser. 

Sigue trabajando en Holanda, se entrega al máximo y sus jefes holandeses le tienen en gran estima, ofreciéndole continuidad y progresivos aumentos de salario, pero añora sobremanera su pueblo y sus gentes, por lo que tras cuatro meses y medio, decide volver a Cerro Muriano en 1966, porque su hija María Ángeles Centeno López ha nacido mientras estaba en el extranjero, y empieza a trabajar en la Cantera del Ocho, entre dicha localidad y Córdoba capital, en un tramo de la antigua carretera N-432a. 

1959-1979, DOS DÉCADAS DE FELICIDAD 

Así pues, fruto del amor amor sincero y apasionado entre Rafael Centeno Cobos y Herminia López Romero nacen tres hijos : Rafael Centeno López (1961), María Ángeles Centeno López (1966) y Herminia Centeno López (1978). 

Durante los años sesenta y setenta, Rafael Centeno Cobos es muy feliz, arropado con inefable cariño por su esposa Herminia y sus hijos Rafael Centeno López y María Ángeles Centeno López, por los que siente auténtico fervor. 

Año 1960. Cerro Muriano (Córdoba). Fotografía hecha en el chalet de San Antonio, cerca del Pozo de San Rafael, y que es hoy en día El Rocío. 

Ambos se profesan un enorme cariño y trabajan como caseros durante catorce años, desde principios de los años sesenta hasta mediados de los setenta en un chalet que había cerca del Pozo de San Rafael, 

Año 1969. Cerro Muriano. De izquierda a derecha: Herminia López Romero, Francisco Centeno Cobos, Francisco Centeno Lucena y Rafael Centeno Cobos jugando con su hija pequeña María Ángeles Centeno López con tres años de edad.  

Año 1970. Cerro Muriano. De izquierda a derecha : Herminia López Romero, Rafael Centeno Cobos, el tío Antoñín, Manolín ( hijo de Antoñín y hermano de Adela Romero Blanque ), Adela Blanque Corral, Anita (cuñada de Adela Blanque Corral) y Pedro Blanque Corral. Las niñas visibles al fondo son Adela Romero Blanque y María Ángeles Centeno López. 

Boda de María y Manolo el Califa en Cerro Muriano en 1959. En la zona superior izquierda de la imagen puede apreciarse a Rafael Centeno Cobos y Herminia López Romero. 

Cerro Muriano (Córdoba). 1972. De izquierda a derecha : el tío Antoñín (marido de Adela Blanque Corral),  Rafael Centeno Cobos, Adela Romero Blanque, María Ángeles Centeno López, Rafael Centeno López y Antonio Romero Blanque (hermano de Adela Romero Blanque). 

Rafael Centeno Cobos en 1969 a los mandos de su moto ISO dos tiempos de 125 cc en el interior del CIR 4 cerca de la Estación de Tren de Obejo, donde trabajó como albañil durante varios años. Puede apreciarse al fondo a la izquierda a dos soldados de reemplazo. En aquella época, Rafael Centeno Cobos solía recoger a su esposa Herminia López Romero y a sus hijos Rafael Centeno López y María Ángeles Centeno López en Cerro Muriano y les llevaba montados en esta moto hasta la zona de Los Llanos del Conde, en la que la familia tenía una pequeña cantina donde vendían todo tipo de productos a los reclutas del mencionado campamento militar. 

además de montar una pequeña cantina en los Llanos del Conde 

Principios de los años setenta: puesto de venta de artículos en la calle Vereda (Llanos del Conde). Rafael Centeno Cobos aparece acompañado por el fotógrafo Rafael Calero, gran amigo de la familia. 

donde vendían todo tipo de productos a los reclutas que hacían la mili en los CIR 4 y 5. 

Sigue trabajando en muchas cosas distintas, de modo arduo, pero con nuevos y muy reforzados bríos catalizados por su mujer Herminia López Romero 

Fotografía hecha en Cerro Muriano en 1968 en una mesa al lado del chalet San Antonio cerca del Pozo de San Rafael. De izquierda a derecha : Rafael Centeno López, María Ángeles Centeno López, la tía Carmen, Herminia López Romero y una de las hermanas de Rafael Centeno Cobos.  

Foto hecha en Doñana en 1971. De izquierda a derecha : el barquero D. Cristóbal, Rafael Centeno López, María Ángeles Centeno López, María José (prima de María Ángeles), Herminia López Romero, Rafael Centeno Cobos y Francisco Centeno Cobos (guardia civil, hermano de Rafael) con su hija Carmen. 

Foto hecha en Doñana en 1971. De izquierda a derecha : Chelo, Pepe, María Ángeles Centeno López, Rafael Centeno López, Herminia López Romero y Rafael Centeno Cobos. 

y la familia que ha creado, a la que se incorpora 


Rafael Centeno López (vestido con uniforme de recluta, ya que en esos momentos estaba haciendo la mili en el CIR 4 cerca de la Estación de Obejo) sujeta entre sus manos a su hermana pequeña Herminia Centeno López en 1978 con tan sólo cinco meses de edad, en el patio de la casa de la familia Centeno López en la calle Acera del Cuartel Viejo nº 8 en Cerro Muriano (Córdoba).  

Antonio Centeno Cobos sujeta con su brazo derecho a su hija de un año y medio Herminia Centeno López en 1979 en la puerta del patio de su casa en Cerro Muriano. 

Herminia Centeno López, su hija más pequeña, que nace en 1978 y se convierte en la princesa de la casa, cuidada con mimo por todos, que la quieren con locura. 

UNO DE LOS ÚLTIMOS PICONEROS DE CERRO MURIANO  


Durante los años ochenta, Rafael Centeno Cobos sigue fabricando artesanalmente el picón, mediante un durísimo trabajo enteramente manual que lleva realizando desde su infancia, cuando lo aprendió de su padre Francisco Centeno Lucena a finales de los años treinta, en una época en la que al no existir electricidad para la calefacción en muchas casas, se usaban los maravillosos braseros de picón para calentarlas, por lo que tiene una experiencia de aproximadamente cuarenta años en este carbón vegetal de élite del que es un profesional muy reconocido. 

Domina a la perfección todas sus fases de elaboración, desde la quema de ramas de encina al aire libre y el ir removiéndolas para que ardan uniformemente, hasta el apagado de las mismas antes de que se consuman del todo. 

Retrato en blanco y negro de Rafael Centeno Cobos en 1980, época en la que todavía hacía un picón de excepcional calidad, tal y como le enseñó su padre Francisco Centeno Lucena durante la década de los cuarenta. 

Rafael Centeno Cobos ha alcanzado tal nivel en la fabricación artesanal del picón que casi lo ha elevado a la categoría de ciencia, gracias a su gran pericia y paciencia. 

Su piedra filosofal es un picón bien hecho que desprende calor y no humo, con una madera bien cocida, lo apaga poco a poco con agua, con criterio, removiendo las ascuas con palas y evitando así su combustión total, dejándolo enfriar a continuación. 

Muchos días transporta dicho picón en carro desde Cerro Muriano hasta la calle La Rosa en Córdoba capital donde lo vende a buen precio, ya que este producto de élite es muy apreciado para calentar braseros (con un nivel de confort, sentimiento de abrigo y poder calorífico que no ha sido superado hasta la fecha). 

Además, mientras crecen, Rafael Centeno López y María Ángeles Centeno López ayudan a su padre en la elaboración del picón, arduo trabajo con distintas fases de elaboración que hay que dominar con precisión, y en el que Rafael Centeno Cobos es un consumado maestro que se aferra con uñas y dientes a la tradición, porque Andalucía es su biotopo y lo seguirá siendo después de su óbito. 

1980-1990, AL BORDE DE LA TRAGEDIA

Tras dos décadas de felicidad entre 1959 y 1979 con el nacimiento de sus hijos Rafael Centeno López y María Ángeles Centeno López, culminados con la llegada de Herminia López Centeno en 1978, todo cambia desde 1979 cuando la pequeña Herminia, a la que todos conceptúan como un ángel, comienza a tener graves problemas de salud.

Se suceden las visitas al hospital y los médicos son unánimes : Herminia López Centeno, que tiene tan sólo 17 años de edad, padece insuficiencia coronaria, puede morir en cualquier momento y precisa ser operada a corazón abierto.

Ésto supone un enorme mazazo anímico para toda la familia, que se vuelca con la pequeña Herminia, hacen piña termonuclear y se turnan en las visitas a los hospitales para apoyarla con su presencia mientras está convaleciente. 

La angustia y miedo a perder a Herminia Centeno López son por momentos insoportables entre los miembros de la familia Centeno López. 

Todos ellos han sido ya informados de que incluso si la pequeña Herminia consigue salvarse, su estado de salud va a seguir siendo probablemente muy delicado durante el resto de su vida. 

Pero la familia Centeno López no se rinde, pese a que están desesperados y con una gran impotencia ante los informes médicos. 

No obstante, la operación es un éxito, y tras muchas horas en el quirófano, Herminia Centeno López consigue salvar su vida. 

Pero los problemas de salud de la pequeña Herminia no terminan en absoluto. Su insuficiencia cardíaca es de nacimiento, congénita y para toda la vida, por lo que 

Día de la boda de Rafael Centeno López en Cerro Muriano (Córdoba). De izquierda a derecha, posando en su casa familiar en la calle Acera del Cuartel Viejo, nº 8 : María Ángeles Centeno López, Rafael Centeno López agarrando con cariño por los hombros a su hermana pequeña Herminia Centeno López, Herminia López Romero y Rafael Centeno Cobos. 

aunque va creciendo apoyada al máximo por sus padres, hermanos y resto de su familia, se siente cada vez peor con el paso de los años, hasta que tiene que ser operada de nuevo a corazón abierto en 1984, con 6 años de edad. 

Una vez más, la operación tras muchas horas en quirófano logra salvar a Herminia López Centeno, pero con el transcurrir de los meses, la pequeña de la familia sigue sintiéndose mal.

Así transcurren cinco años en los que Herminia sufre muchísimo, en medio de la desazón generalizada de sus padres y hermanos, 

Cerro Muriano. Navidad en casa de la tía María en 1984. Aparecen en imagen María Ángeles Centeno López, Rafael Centeno Cobos, Carmen Centeno Cobos, a la izquierda del todo está Manuel, el mítico califa (cuñado de Rafael Centeno Cobos), Herminia López Romero (sentada en una silla, de espaldas a la cámara), a la izquierda del todo abajo está Carmen (tía de María Ángeles Centeno López), el señor que está dando palmas es Pepe (tío de María Ángeles y marido de la tía Carmen), la niña pequeña rubia que está mirando a la cámara es Herminia Centeno López, la chica con vestido verde es María Araceli (hija de la tía Mari y prima de María Ángeles y Herminia Centeno López), y la chica con vestido rojo que está al lado es Inés (hija de la tía Carmen y prima de las hermanas Centeno López), Paco (hijo de la tía Mari), y al fondo, encima de la cabeza de María Ángeles Centeno López, se aprecia una fotografía de José Ángel (primo de María Ángeles y Herminia Centeno López). 

Foto hecha en 1988 junto a la iglesia de Cerro Muriano. Primera Comunión de Herminia Centeno López, que aparece rodeada por su madre Herminia López Romero y su padre Rafael Centeno Cobos. Años más tarde, el gran profesional de la peluquería con prodigiosas manos Antonio Martín (hermano de Auxi y el mejor amigo de Herminia López Centeno) la maquillaría y peinaría el día de su boda, además de ir con ella y María Ángeles a elegir el vestido de novia.

que la cuidan literalmente entre algodones, 

Interior del restaurante Oasis de Córdoba en 1984. Celebración de la boda de Mari Carmen Centeno Gilarte (hija del tío Pepe) con Fran. Al fondo de la imagen aparecen de izquierda a derecha : María Ángeles Centeno López, Fran, Mari Carmen Centeno Gilarte y Manolo Marín Plazuelo (cuñado de Herminia Centeno López), mientras que rodeando la mesa, de izquierda a derecha, están : Rafael Centeno Cobos, Herminia López Romero, Herminia Centeno López, Manuel Marín (suegro de María Ángeles Centeno López), el Califa Manuel Carrasco, María Centeno Cobos y José Luis Marín Plazuelo (hermano del cuñado de Herminia Centeno López). 

ya que tienen miedo de perderla en cualquier momento e intentan vivir con ella cada segundo con máxima intensidad y cariño. 

Las visitas al cardiólogo en Córdoba capital por parte de Herminia son una constante, hasta el punto de que Rafael Centeno Cobos 

En esta imagen aparece el coche que fue comprado para poder llevar al médico a Herminia López Centeno, muy enferma del corazón. Rafael Centeno Cobos asoma por la ventana delantera izquierda del vehículo, mientras que el hombre que está enmarcado por la ventana trasera es Alejandro, hijo de la mítica Silveria Corral Loaisa. 

decide comprar un Renault 6 para llevar a su hija pequeña al hospital con la mayor rapidez y confort posible.  

El 31 de octubre de 1990, los médicos deciden operar a  Herminia, que tiene en esos momentos 11 años de edad, a corazón abierto por tercera vez en su vida. 

Y una vez más, Herminia Centeno López, tras interminables horas de quirófano en las que sus padres y hermanos lloran a mares durante una angustiosa espera, consigue sobrevivir, algo que es celebrado con enorme júbilo por toda la familia Centeno Cobos. 

Pero los médicos informan a Rafael Centeno Cobos y Herminia López Romero de que definitivamente su hija pequeña va a seguir teniendo insuficiencia cardíaca grave durante toda su vida, aunque por primera vez comienza a verse la luz, ya que afirman que con el tratamiento adecuado, revisiones periódicas y una serie de medicamentos, existe una alta probabilidad de que pueda realizar una vida normal, aunque tendrá que seguir visitando a cardiólogos con frecuencia durante toda su existencia. 

Herminia Centeno López ha sufrido ya tres operaciones de corazón a vida o muerte. 

Fuengirola (Málaga), 1988. Primera vez que Herminia Centeno López, con mucho ánimo y alborozada a pesar de su grave dolencia cardíaca, vió el mar antes de ser operada por última vez. Sus padres Rafael Centeno Cobos y Herminia López Romero se muestran sonrientes y arropan todo lo posible a su hija pequeña, que logrará sobrevivir rodeada en todo momento por el cariño de su familia. 

Es demasiado, por lo que sus padres y hermanos deciden dedicar su vida en gran medida a cuidar a la pequeña Herminia y tomar decisiones trascendentales : 

- Rafael Centeno Cobos seguirá trabajando en muchas cosas distintas y acudiendo a diario durante años al hospital para apoyar a su hija pequeña, durmiendo como puede en los pasillos próximos, sobre sillas y sillones, ya que en aquella época no estaba permitido que los familiares acompañaran a los pacientes dentro de las habitaciones.

- Herminia López Romero hará lo mismo, apoyando a muerte a su hija en todo instante, estando con ella a diario en el hospital todas las horas que pueda, trabajando a la vez y durmiendo durante años muy pocas horas al día. 

María Ángeles Centeno López, que siempre fue una persona con gran sensibilidad, hace lo propio : se dedica en cuerpo y alma a su hermana Herminia, la acompaña también constantemente al hospital  y experimenta una idéntica desazón a la de sus familiares más allegados, en medio de un enorme sufrimiento, pero a la vez haciendo acopio de coraje y apoyando con toda su alma a su hermana pequeña. 

Rafael Centeno López, el único hijo varón de Rafael Centeno Cobos y Herminia López Romero, decide volcarse también en el cuidado de su hermana pequeña Herminia e ir a verla constantemente al hospital y dormir muchas noches en los pasillos, cerca de ella, turnándose con sus padres y hermana mayor, y opta por abandonar su prometedora carrera en el ámbito de las artes marciales para ayudar todo lo posible a su hermana Herminia y poder tener el máximo tiempo posible para ella, a la vez se esmera por sacar adelante a sus hijos Rafael y Adán.   

Algo especialmente significativo, ya que desde los 14 años de edad, Rafael Centeno López se había convertido en un gran apasionado de las artes marciales, con formación inicialmente autodidacta, pero sus grandes cualidades atléticas y de resistencia a la fatiga (fue también un más que notable atleta en pruebas de medio fondo y larga distancia a nivel nacional, donde consiguió muy buenas marcas) así como una enorme progresión, entrenamientos de cinco horas diarias y abundantes victorias en muchos campeonatos locales de kárate y kung fu en la provincia de Córdoba, habían hecho que Joaquín Sánchez Centeno (primo hermano de Rafael Centeno Cobos, que aprendió taekwondo en Holanda y  montó en Córdoba a principios de los años setenta el primer gimnasio de kárate koreano, donde daba clases a miembros de la policía nacional y policía urbana, recibiendo el premio europeo de la cultura y el deporte que le fue otorgado en Roma en 1975) se fijara en él, elaborando un plan para su consolidación en los primeros puestos del ránking nacional e intentar a continuación participar con éxito en competiciones internacionales. 

1990-2016 : AÑOS DE RENOVADA ILUSIÓN Y AUMENTO DE LA FAMILIA

Aun estando plenamente inmersos en cuidar a la pequeña Herminia, 

Fotografía de 1990 en la que Herminia Centeno Cobos sujeta entre sus brazos a Adán ( hijo de Rafael Centeno López), mientras Rafael Centeno Cobos sostiene a María Ángeles ( hija de María Ángeles Centeno López) el 6 de octubre de 1990, día del bautizo de ambos en Cerro Muriano (Córdoba). Delante de Herminia está Rafael (hijo mayor de Rafael Centeno López). 

la familia Centeno López retoma en 1990 la felicidad con la llegada al mundo de Adán (nacido el 24 de junio de 1990 y segundo hijo de Rafael Centeno López) y María Ángeles (nacida el 4 de agosto de 1990 y primera hija de María Ángeles Centeno López), que vienen a sumarse a Rafael (primer hijo de Rafael Centeno López, que había nacido pocos años antes). 

Algo muy reforzado anímicamente por el hecho de que año tras año, aunque tiene que seguir yendo con frecuencia al cardiólogo, recibir tratamiento médico específico para su insuficiencia coronaria crónica y tomar varios medicamentos al día, Herminia López Centeno está viviendo con notable normalidad a pesar de las circunstancias, no ha tenido que ser operada más veces y sobre todo, tiene un gran deseo de vivir. 

 Antonio Centeno Cobos y su mujer Herminia López Centeno en Los Llanos del Conde, aproximadamente a 1 km de Cerro Muriano, en 1985, el día de la boda de su hijo Rafael Centeno López.  

Rafael Centeno Cobos y su mujer Herminia López Centeno son felices porque su pequeña hija Herminia está consiguiendo sobrevivir, y además, sus hijos Rafael y María Ángeles les han dado nietos, con lo que no sólo han visto crecer a sus vástagos, sino que también van a contemplar como evolucionan sus más recientes descendientes. 

Con el paso de los años, la cohesión que siempre caracterizó a esta familia muy querida en Cerro Muriano se incrementa notablemente con la plena integración de Rafael y Adán (hijos de Rafael Centeno López) 

María Ángeles Marín Centeno (hija de María Ángeles Centeno López) con su abuelo Rafael Centeno Cobos durante la comunión de la niña Pilar Caro Talayero (a la que cuidaba Herminia Centeno López) en el Hotel Occidental de Córdoba en 2013. 

y María Ángeles Marín Centeno (hija de María Ángeles Centeno López), ya adultos, y cuya presencia produce una gran dicha en Rafael Centeno Cobos y Herminia López Romero. 

Es decir, a base de mucho esfuerzo y sacrificio, han podido todos salir adelante, y a principios de la segunda década del siglo XXI la familia está alcanzando su máximo esplendor. 

Año 2002. Foto hecha delante del Hogar del Pensionista en Cerro Muriano (Córdoba). A la izquierda del todo está Varillas (su madre María Rodríguez es una gran cocinera, y su marido, hermano de Helena, mujer de Cabanillas, era muy amigo de Herminia López Romero), el que lleva el jersey verde es Juan Pedrajas, el que está detrás de Juan Pedrajas es José Ángel (primo de Herminia Centeno López), el de rojo es Pedro Celorrio, el que está con las gafas de sol y la boina es Rafael Centeno Cobos, el del bigote blanco es Antonio Cabanillas (marido de Helena e hijo del mítico Antonio Martín Cabanillas), el que está detrás con gafas es Bartolomé Flores, el Chiquete (sobrino de Bartolo), el que está con la boina blanca a la derecha del todo es Fernando Blanque Corral (hijo de Silveria Corral Loaisa), el que está con pantalón de camuflaje es Manolo Sánchez (su sobrina era Beatriz Sánchez), el que está de azul con las gafas es Vicente García (cuya hija Inés María García Expósito es la mejor amiga de Herminia Centeno López), el que está agachado en el centro es Manuel Romero (primo de Herminia López Romero), el señor que está en una silla de ruedas es Pepe, que era guardia civil, y el último a la derecha es Manuel Moreno " El Guancho " . 

Incluso, Rafael Centeno Cobos ha podido tener algo de tiempo para ocio y compartir vivencias con sus muchísimos amigos en Cerro Muriano. 

Pero una vez más, el drama está a punto de asolarles. 

2017, FALLECIMIENTO DE HERMINIA LÓPEZ ROMERO, SEGUNDO MOMENTO DE INFLEXIÓN FAMILIAR 

                                                                         Herminia López Romero y Rafael Centeno Cobos en Tenerife. 

A finales de la primera década del siglo XXI, Herminia López Romero comienza a sentirse mal, situación que empeora rápidamente, semana tras semana.

Acude al médico y le detectan un cáncer que terminará con su vida, no sin antes luchar con todas sus fuerzas durante muchos años, con admirable temple y coraje. 

Tras más de treinta años cuidando a la pequeña Herminia Centeno López desde su primera operación a corazón abierto en 1979, ahora llega el turno de ayudar todo lo posible y expresar cariño a Herminia López Romero, una mujer infatigable y luchadora a más no poder.

Toda la familia se vuelca con ella y la atienden con máximo amor, segundo a segundo, durante años. 

Se viven de nuevo momentos de enorme intensidad emocional y stress en el seno de la familia Centeno López, que una vez más está plenamente a la altura de la situación. 

Rafael Centeno Cobos sufre de modo indecible, porque Herminia López Romero ha sido durante medio siglo la mujer de su vida y su faro vital, además de la madre de sus hijos. 

                                                             Rafael Centeno Cobos y Herminia López Romero en Fuengirola (Málaga). 

No tiene consuelo posible, pero hace de tripas corazón e intenta hacer feliz a su esposa Herminia de todas las maneras imaginables, incluyendo la realización de varios viajes a destinos costeros, ya que a Herminia López Romero le encantaba el mar, un sentimiento que se había potenciado enormemente desde 1988, cuando ella y su marido llevaron a Fuengirola (Málaga) a su hija pequeña Herminia para que viera el mar por primera vez, temerosos de que pudiera morir en pocos meses. 

La vida de Herminia López Romero se va apagando poco a poco, sufre dolores y pugna sin cuartel por no exteriorizarlo. 

Es una mujer de raza, todo corazón, que lo ha dado todo por su familia, hasta su último átomo de energía, y no quiere que la vean desanimada. 

Lucha hasta el último instante y expira en 2017. 

La muerte de Herminia López Romero sume a todos los miembros de la familia en una profunda depresión que les deja prácticamente inertes. 

Todos ellos son un mar de lágrimas, porque Herminia López Romero siempre fue ante todo y para todo el epicentro familiar y el más importante motor impulsor durante tantos años de esfuerzo para salir adelante. 

Por primera vez en su historia, la familia Centeno López está cerca de la derrota. Tal es el nivel de tristeza que les invade a todos, 


especialmente a Rafael Centeno Cobos, que se siente morir. 

Y es en este momento cuando ocurre algo increíble y totalmente inesperado : Herminia Centeno López, la hija pequeña de Rafael y Herminia, que ha sido cuidada a raudales por sus padres y hermanos desde 1979 hasta esos momentos como consecuencia de sus problemas de corazón que a punto estuvieron de costarle la vida, al ver que al igual que ella su padre Rafael Centeno Cobos, su hermano Rafael Centeno López y su hermana María Ángeles Centeno López están destrozados, decide tomar las riendas de la familia y les pide que descansen y se tranquilicen, que a partir de esos instantes ella se encarga de todo : sepelio, papeleos y muchas más cosas. 

De modo insólito, la pequeña Herminia, que tiene a la sazón 39 años, consigue poco a poco recuperar anímicamente a su padre y hermanos, siguiendo al timón de la nave durante los meses y años posteriores al fallecimiento de Herminia López Romero. 

2014-2021, NACIMIENTO DE LOS BIZNIETOS Y ESTABILIDAD FAMILIAR 

Obviamente, la muerte de Herminia López Romero dejó un vacío imposible de llenar, así como un recuerdo imborrable en la familia Centeno López, pero la encomiable labor de Herminia Centeno López luchando diariamente a brazo partido para insuflar ánimo a su padre y hermanos da sus frutos, la vida sigue y comienza a gestarse una nueva estabilidad emocional, que alcanzará su clímax con el progresivo nacimiento de los biznietos del matrimonio Rafael Centeno Cobos / Herminia López Romero : Mari Carmen, Leo, los mellizos Manuel Bustos Marín y Carmen Bustos Marín (hijos de María Ángeles Marín Centeno y Juan Manuel Bustos Marín) y el recién llegado Ares (hijo de Adán Centeno, nacido en octubre de 2021). 

Entrañable foto familiar de 2020 en la que aparecen de izquierda a derecha : Juan Manuel Bustos Marín (marido de María Ángeles Marín Centeno), Lucas Sánchez Ortiz (marido de Herminia Centeno López), Rafael Centeno López, María Ángeles Marín Centeno (que sostiene entre sus brazos a su hija Carmen Bustos Marín), Manuel Marín Plazuelo (marido de María Ángeles Centeno López y padre de María Ángeles Marín Centeno) y Rafael Centeno Cobos sujetando a su biznieto Manuel (hijo de María Ángeles y Juanma). 

Y por si todo ello fuera poco, Rafael Centeno Cobos recibe en 2020 otra gran noticia : la válvula pulmonar que le han instalado a su hija pequeña Herminia López Centeno (que sigue en tratamiento por su enfermedad congénita del corazón, cuya insuficiencia de la válvula tricúspide le ha afectado al hígado, además de tomar varios medicamentos diariamente y haber sido sometida a ocho cateterismos durante su vida, unido a  las tres operaciones a corazón abierto anteriormente mencionadas) el 25 de junio de dicho año, funciona de maravilla y Herminia se siente mucho mejor. 

UN VALIOSO LEGADO EXISTENCIAL 


Rafael Centeno Cobos se considera simplemente un habitante más de Cerro Muriano, pequeño pueblo de la sierra norte cordobesa que de modo asombroso ha generado durante su historia una ingente cantidad de personajes interesantes a más no poder y cuyo talento surgió principalmente de la necesidad. 


Se puede aprender muchísimo escuchando a este hombre a punto de cumplir los 90 años, que plenamente consciente de que se halla en la etapa final de su vida, 

                                            Fotografía de estudio de Rafael Centen Cobos realizada en 1952, cuando tenía 20 años de edad. 

ha querido relatar los aspectos y acontecimientos más importantes de su existencia, que constituyen sin duda un legado atemporal de saber sufrir, saber estar, profundo amor por la familia, respeto a unos valores, solidaridad con los demás, entereza ante la adversidad y muchas más cosas, todo ello aderezado por su gran pasión por España y por Andalucía, la tierra que le vió nacer, en la que murió su mujer Herminia López Centeno, donde habitan sus hijos, nietos y viznietos y en la que desea vivir todos los años posibles hasta el epílogo de sus días. 


Gracias, Maestro.