Entrevista y Fotos : José Manuel Serrano Esparza
- ¿ Dónde y en qué año nació usted ?
Antonia Loaisa Blanque : Nací en Adamuz (Córdoba) el 13 de enero de 1925.
Mi padre se llamaba Pedro Loaisa Domene y mi madre María Blanque Domene.
- ¿ Cuántos hermanos tuvo usted ?
Antonia Loaisa Blanque : Ocho, Emilia (que era la mayor), la segunda se llamaba Silveria, Nicolás, Matilde, Antonio, Lola y Rosario, la más pequeña, que murió con cinco años.
- ¿ Qué edad tenía usted cuando llegó a Cerro Muriano ?
Antonia Loaisa Blanque : 14 años. Vine a Cerro Muriano tres días después de terminar la guerra, el 4 de abril de 1939.
Hasta ese momento había vivido en Villafranca, después en Villanueva de Córdoba, adonde llegamos después de dormir en diferentes sitios, huyendo de la guerra, hasta que nos instalamos en una pequeña casa en una finca mis padres, mis siete hermanos, una tía y un tío mío.
El 4 de abril de 1939 vinimos a Cerro Muriano, porque le salió un trabajo a mi padre, que era labrador. También vivimos algún tiempo en la zona de Campo Alto, cerca de El Vacar, y con 17 años fuimos al Cortijo de la Armenta, a un chozo hecho por mi padre.
- ¿A qué edad empezó usted a trabajar y qué cosas diferentes hizo?
Antonia Loaisa Blanque :
Empecé a trabajar en 1936, cuando comenzó la Guerra Civil Española, con 11 años, recogiendo aceitunas en la zona de Adamuz.
Tuve que hacer de todo : he segado, he escardado, he recogido remolacha, he recogido algodón, he plantado remolacha y muchas más cosas.
- ¿ Qué edad tenía usted cuando se casó ?
Antonia Loaisa Blanque : 26 años. Me casé en Cerro Muriano, en 1951, con mi marido Manuel Municio Benzal, que murió el 11 de Abril de 2010, con 86 años de edad.
- ¿ Hacía mucho tiempo que conocía a su marido ? ¿A qué se dedicaba?
Antonia Loaisa Blanque : Sí, 10 ó 12 años.
Mi marido trabajó en lo que pudo : era albañil y también criaba cabras propias. La durísima posguerra hizo que durante los años cuarenta y cincuenta la economía fuera en gran medida de subsistencia. Se trabajaba en lo que salía.
- ¿Cuántos hijos ha tenido usted ?
Antonia Loaisa Blanque : He tenido cuatro : dos nacieron muertos, después tuve primero a Manuel Municio Loaisa y después a Juan Municio Loaisa, el hermano pequeño, que se mató en un accidente de coche con 23 años en 1982, por lo que Manuel es desde entonces el único hijo que me queda.
- ¿Qué es lo que más le ha gustado de Cerro Muriano desde que vive usted en el pueblo ?
Antonia Loaisa Blanque : Todo me gusta. Unos mejores, otros peores, pero me gusta todo, amo el pueblo. No me iría de aquí a ningún sitio. No cambio Cerro Muriano por nada. Me encanta la tranquilidad que hay aquí. No me iría ni a Madrid ni a Barcelona ni a ningún otro sitio.
- ¿Quienes son sus mejores amigas en el pueblo ?
Antonia Loaisa Blanque : Tengo muchas amigas en el Muriano : Florencia, que vive muy cerca de mí y con la que he compartido muchas horas de mi vida; María Rodríguez Fernández, también gran amiga y vecina e impresionante cocinera que hace un gazpacho y albóndigas con tomate de lujo, además de que viene todos los días a ayudarme en lo que puede; Tere de los Ríos, que hace el mejor pastel de chocolate del mundo y muchas más. Y también le tengo mucho aprecio a Carmela Encinas, la madre de Rafael Alias, que se conserva muy bien y yo me alegro mucho de verla así.
Perdón las que me esté olvidando.
También tengo mucha amistad con el señor Caracoles.
- ¿Qué recuerdos tiene de su famosa tía Silveria Corral Loaisa?
Antonia Loaisa Blanque : Estaba casada con un hermano de mi madre y era prima hermana de mi padre.
Fue una persona maravillosa que siempre tuvo un gran don para curar a la gente de las más variadas dolencias.
Silveria ayudó durante muchas décadas a la gente de Cerro Muriano, de modo desinteresado, siempre sin cobrar nada, por lo que fue muy querida por todos los habitantes del pueblo. Tenía además mucha psicología, y sólo con mirar a las personas ya sabía lo que tenían.
También recuerdo con mucho cariño a María Paz, que era una gran médico que ayudó a muchas mujeres de Cerro Muriano a dar a luz durante los años sesenta, setenta y ochenta.
- ¿Qué opinión le merece el Jamón de los Pedroches ?
Antonia Loaisa Blanque : Lo mejor del mundo, riquísimo, es un manjar de pata negra que no tiene nada que envidiar a los mejores de Guijuelo, Montánchez, Jabugo, etc.
Yo conozco bien los jamones de bellota porque viví algunos años en la zona de la Finca de Campo Alto, cerca de El Vacar, y todos los cerdos que criábamos comían bellotas de las encinas.
Por otra parte, durante los años cuarenta conocí a Laura, fundadora del Bar Casa Laura en El Vacar, que ya falleció, pero siguen poniendo el mejor lomo de orza del mundo.
Y el mejor café de Cerro Muriano es el del Bar Casinito.
- En 1969 Manuel Gómez Parra, que sería después mítico minero de la mina de fluorita de Cerro Vértice en Cerro Muriano (junto con el no menos mítico Caracoles) estaba haciendo la mili en el campamento de Cerro Muriano, al igual que su sobrino Andrés Molero. ¿Es cierto que les llevaba usted muchos días fabuloso pan artesanal de Obejo?
Antonia Loaisa Blanque : Sí, porque en aquella época el servicio militar era muy duro y yo hacía todo lo que podía dentro de mis modestas posibilidades para que Manuel Gómez Parra y mi sobrino Andrés estuvieran bien alimentados. También les llevaba a veces helados para que mitigaran el calor, que en esa zona es tremendo, especialmente en verano.
- ¿Se pasó mucha necesidad en El Muriano después de la guerra, durante los años cuarenta y cincuenta?
Antonia Loaisa Blanque : Sí, mucha, no había dinero y se podían comprar muy pocas cosas. Se trabajaba a destajo, de sol a sol, para poder sobrevivir, era casi imposible poder encontrar momentos para el ocio, casi nadie podía permitirse ir de vacaciones, había incluso fases de hambre en las que algunas personas pudieron salir adelante gracias a la ayuda y solidaridad de otras.
- ¿Cómo se luchaba contra esa necesidad?
Antonia Loaisa Blanque : Malamente. No había muchos productos básicos. Se comía lo que se podía. La carne y la fruta escaseaban y casi todos los días teníamos que comer lo mismo.
Tampoco había medios económicos para comprar ropa y calzado variado, por lo que usábamos casi siempre la misma ropa todos los días, excepto los domingos.
Lo mismo ocurría con el calzado. Usábamos zapatillas de esparto o sandalias hechas de modo artesanal.
No compré mis primeros zapatos hasta que tuve 15 años, en 1940, y recuerdo que íbamos desde El Vacar a Cerro Muriano para recoger comida que nos daban con cartilla de racionamiento.
- ¿Es cierto que durante los años cuarenta y cincuenta se hacía mucho picón?
Antonia Loaisa Blanque : Sí, se venía haciendo de modo intensivo desde los años veinte, ya que tras el abandono de las minas de cobre de Cerro Muriano por parte de la Córdoba Copper Company en 1919, el picón se convirtió en una de las pocas fuentes de ingresos que quedaron en el pueblo.
Mi marido fue una de las muchas personas de Cerro Muriano que vendió picón.
- ¿Montó usted alguna vez en aquellos maravillosos trenes con locomotoras a vapor de la vía férrea Córdoba-Almorchón ?
Antonia Loaisa Blanque : Muchas veces, aunque nunca pasé de El Vacar. Eran unos trenes con preciosas locomotoras de vapor y el viaje era increíble, con bellísimos paisajes y zonas de mucha pendiente, tanto entre Obejo y Cerro Muriano como desde Cerro Muriano a Córdoba.
Recuerdo también un enorme pino que había junto a la vía, antes de llegar a Cerro Muriano desde la Estación de Obejo.
- ¿En qué cosas cree usted que ha cambiado Cerro Muriano hoy en día con respecto a la época en que llegó usted al pueblo en 1939?
Antonia Loaisa Blanque : En todo. La gente tiene en general mucha mejor calidad de vida, aunque se están perdiendo algunos valores importantes.
Cuando yo vine a Cerro Muriano en 1939, muchos habitantes del pueblo no teníamos servicios, ni bañera ni agua potable, la mayoría de las casas eran chozos.
Antonia Loaisa Blanque : Ha sido algo muy importante para mí, porque cuando fui joven la prioridad era subsistir y sacar adelante a la familia, por lo que tuve que trabajar tanto en casa como en el campo, entre 14 y 16 horas al día, haciendo muchas cosas distintas. No pude estudiar ni ir a la escuela.
Pero muchísimos años después, cerca ya de los cien años de vida, el Centro de Adultos de Cerro Muriano me ha permitido poder aprender y ampliar cultura general, que es algo muy importante.
Además, tanto los profesores como los alumnos me han tratado con mucho cariño, por lo que les estoy muy agradecida. Y he fortalecido también mi amistad con otras mujeres del pueblo a las que ya conocía y que han sido compañeras mías de clase.
Diploma de agradecimiento otorgado por Canal Sur TV a Antonia Loaisa Blanque por su lección de vida en el programa Centenarios.
- ¿Qué le pareció la entrevista que le hicieron hace poco en Canal Sur TV?
Antonia Loaisa Blanque : Pues muy bien. Fue una gran experiencia y les agradezco mucho el que se acordaran de mí.
- Parece ser que hubo en Cerro Muriano un barbero que toreaba mientras cortaba el pelo a sus clientes. ¿ Es cierto ésto ?
Antonia Loaisa Blanque : Sí, Serafín El Barbero, que tenía la peluquería donde hoy hay una pescadería.
Serafín hacía el toreo de Manolete y también el de otros diestros como Lagartijo, Guerrita, Machaquito y Manuel Benítez El Cordobés, según los días.
Serafín se quitaba el mandil en mitad de cada corte de pelo y toreaba, explicando con detalle a cada cliente lo que estaba haciendo. Aquello era impresionante, y era tal su duende que todos los que iban a que les cortara el pelo aguantaban estoicos sentados hasta que terminaba sus faenas.
- ¿Qué fue el antiguo Baile del Butano ?
Antonia Loaisa Blanque : Era una tienda a la que llamaban así. Antiguamente se hacía baile en la terraza que había junto a ella y se ponía la música que uno quería echando una moneda en una máquina con tocadiscos que había.
Yo también bailé allí.
Nos entreteníamos como podíamos, porque en aquella época no había televisión ni internet.
A veces incluso se bailaba dándole con una cuchara a una botella de aguardiente.
- ¿ Conoció usted a Encarnación Jurado ?
Antonia Loaisa Blanque : Cómo no la voy a conocer. Tuve buena amistad con ella.
La conocí en 1939. Ella había llegado a Cerro Muriano dos años antes, y fundó el Bar X después de haberse quedado viuda con cinco hijos. Tenía una fuerza de voluntad y una capacidad de trabajo increíbles.
Ella sóla sacó adelante a su familia durante varias décadas. Tenía un carácter muy fuerte, fue el motor impulsor de su familia y mandaba más que los hombres.
Fue una mujer inolvidable.
- Cuándo están usted y Manuel Municio dentro de su casa, ¿quién tiene más poder?
Antonia Loaisa Blanque : Hasta que yo me muera, aquí mando yo, luego que haga él lo que quiera.
- ¿ Qué es lo que más le alegra la vida hoy en día ?
Antonia Loaisa Blanque : Sentir el cariño de mi hijo Manuel Municio y de mis siete nietos ( Vanessa, Manolo, Bárbara, María Reyes, Silvia, Juan y Beatriz), así como de mis diez viznietos. Verles crecer me da mucha fuerza.
Además, llevo 81 años viviendo en el pueblo y siempre he tenido el aprecio de la gente.
Soy consciente de que estoy en la etapa final de mi vida, cada vez me canso más y a veces me cuesta mucho estar de pie, pero ver a mi familia y a los muchos amigos y amigas que tengo en el pueblo me da bastante ánimo.
Tengo también en Alcolea a mi sobrina Matilde Molero Loaisa, hermana de Andrés Molero Loaisa, y mi sobrina Anita hace unas torrijas extraordinarias. Todo lo hace bien.
Me gustaría ver más a mis nietas Vanessa, que vivía en Puente Genil y ahora vive en Lieja (Bélgica), y Bárbara que vive en Palma de Mallorca.
UN EJEMPLO DE ENTEREZA Y CORAJE ANTE LA ADVERSIDAD
Desde que empezó a trabajar con 11 años de edad en 1936 al estallar la Guerra Civil Española, la vida de Antonia Loaisa Blanque fue un constante esfuerzo hasta la extenuación y jornadas de trabajo de sol a sol durante muchas décadas.
Su prioridad fue siempre ayudar todo lo posible a su marido Manuel Municio Benzal a sacar adelante a su familia en tiempos de enorme dificultad económica y precariedad laboral, especialmente durante los años cuarenta y cincuenta, en los que la necesidad fue el denominador común de la inmensa mayoría de la población, algo que se acrecentó en las zonas rurales y pueblos pequeños, en los que con frecuencia las mujeres se veían obligadas a trabajar también en las duras faenas del campo para poder subsistir, además de hacer las comidas, criar a los hijos y lavar la ropa.
Estas circunstancias extremas hicieron que Antonia Loaisa Blanque tuviera que madurar a marchas forzadas, sin apenas poder disfrutar de su adolescencia y juventud, siempre bregando y luchando con todas sus fuerzas para salir adelante.
Por si todo ello fuera poco, desde un punto de vista familiar,
la tragedia presidió en gran medida la existencia de Antonia Loaisa Blanque, ya que tuvo cuatro hijos, de los cuales dos nacieron muertos y Juan Municio Loaisa, hermano pequeño de Manuel, murió en accidente de tráfico en 1982.
Ésto supuso un enorme mazazo a todos los niveles para esta mujer incomparable que tenía en ese momento 57 años, buena parte de los cuales se había sacrificado al máximo, privándose de muchas cosas y trabajando a destajo para poder dar un futuro lo mejor posible a sus hijos Manuel y Juan.
Fue a partir de este momento, hace 38 años, cuando su hijo Manuel Municio Loaisa se volcó con ella y desde entonces no ha dejado de ir a verla ni un sólo día.
Después, fueron naciendo sus nietos y viznietos, que también se han volcado en darla su cariño, un apoyo que ha sido decisivo, especialmente desde mediados de los años ochenta,
para potenciar en Antonia sus ganas de seguir viviendo.
Así pues, Antonia Loaisa Blanque vive hoy por hoy con mucha ilusión y optimismo, sintiendo el cariño de su hijo Manuel, su esposa y de sus siete nietos y diez viznietos, a los que está viendo crecer, además de que exhibe un gran sentido del humor y se conserva extraordinariamente bien para su edad, tanto desde un punto de vista físico como de cabeza, destacando por su prodigiosa memoria, que le permite recordar con precisión cosas que ocurrieron durante su niñez a principios de los años treinta.
Asimismo, recibe a diario la visita de sus amigas de toda la vida, que intentan ayudarla en todo lo que pueda necesitarlas.
Y el reciente programa que con muy buen criterio dedicó Canal Sur TV en su serie Centenarios a la biografía de este ser humano excepcional, repleto de bondad, simpatía y descomunal coraje y entereza, fue el broche de oro, un hito mediático que llenó de alegría a todos los habitantes de Cerro Muriano en particular y de toda la provincia de Córdoba en general.
Porque personas como Antonia Loaisa Blanque son y seguirán siendo un ejemplo para las generaciones venideras, de tal manera que cuando esta maravillosa mujer, caracterizada por su impresionante nobleza, humildad, saber estar, gran corazón e inefable altruismo que definen a los seres humanos realmente grandes, ya no esté, todo el mundo seguirá profesándola