lunes, 24 de abril de 2017

Inaugurado el Jardín de los Combatientes de La Nueve: El Ayuntamiento de Madrid Rinde Homenaje a su Epopeya

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El Jueves 20 de Abril de 2017 tuvo lugar la inauguración de Los Jardines de La Nueve (los republicanos españoles de la 9ª Compañía de la Segunda División Blindada del general Declerc que liberaron París el 24 de Agosto de 1944) en Ciudad Lineal (Madrid),


un muy emotivo e histórico acto en el que estuvieron presentes Anne Hidalgo (Alcaldesa de París), Manuela Carmena (Alcaldesa de Madrid), Yves Saint-Geours (Embajador de Francia en España), Rafael Gómez Nieto (último superviviente de La Nueve), la hija de Luis Royo (penúltimo combatiente de la Nueve, fallecido hace ocho meses, el 23 de agosto de 2016, y que no pudo asistir al acto como hubiera sido su deseo), Colette Dronne Flandrin ( hija del capitán Raymond Dronne, jefe de La Nueve), Evelyn Mesquida (la periodista que tras una ardua investigación de diez años por toda Francia  — entre 1998 y 2008 — desveló el secreto oculto durante casi setenta años), Jean-Paul Gómez Nieto (hijo de Rafael Gómez Nieto) y su hermana, María José Cortés (hija del sargento José Cortés que resultó herido junto al teniente Elías durante el ataque de La Nueve a la Central Telefónica de París), Mary Luz Cariño (hija de Cariño López, famoso artillero de La Nueve), Carmen Blanc (nieta del sargento jefe José Zubieta, que entró en París en el semioruga M3 Guadalajara), la hija y nieta de Sánchez Escudero (que entró en París en el HT España Cañí) y otros muchos familiares de integrantes fallecidos de La Nueve (también llegados desde Francia para la ocasión), Véronique Salou Olivares (Presidenta de la Asociación 24 Août 1944), Daniel Pinos Barrieras (Miembro de la Asociación 24 Août 1944), Jesús Hernández Salinas (Miembro de la Asociación 24 Août 1944), los integrantes de la Asociación Histórica Cultural C. La Nueve (que desde enero de 2001 se dedica a recrear la historia de La Nueve y cuyos hombres llevan los mismos uniformes utilizados por La Nueve en 1944 y 1945, así como insignias originales), personalidades del mundo de la política y la cultura, así como los más importantes medios de comunicación tanto gráficos como online, además de una nutrida presencia de cadenas de radio y televisión.


Prolegómenos del inolvidable evento. El gran número de asistentes — muchos de ellos llegados desde Francia — familiares de miembros de La Nueve (en su inmensa mayoría ya fallecidos) han comenzado a tomar asiento minutos antes de la Ceremonia de Inauguración y Homenaje a los Republicanos Españoles de La Nueve que Liberaron París el 24 de Agosto de 1944.

Uno de ellos, que aparece de espaldas en primer plano, lleva escrito en la parte trasera de su camiseta el nombre Raphael Gómez 9ª Compañía, en referencia al último combatiente republicano español de La Nueve con vida, cuya asistencia al acto ha sido anunciada desde días antes.

Son aproximadamente las 11:45 h del 20 de Abril de 2017 en Madrid, una espléndida mañana de primavera en la que está a punto de generarse un inefable crisol de fortísimas emociones y recuerdos que van a sintetizar con precisión los 73 años transcurridos desde que los republicanos españoles de la 9ª Compañía de la 2ª División Blindadas del general Leclerc (conocidos como La Nueve) liberaron París.


Evelyn Mesquida, máxima experta mundial en La Nueve y periodista alicantina que fue durante veinte años corresponsal de la revista Tiempo en París, durante los preparativos del acto, pocos minutos antes del mismo y con el muy numerosos público asistente abarrotando ya la zona de inauguración del monolito en memoria de La Nueve y sus aledaños.

Tras diez años de ardua investigación por toda Francia entre 1998 y 2008, Evelyn Mesquida fue quien con su libro de 304 páginas La Nueve: Los Españoles que Liberaron París (Ediciones B, S.A) desveló la gesta de unos republicanos españoles que fueron realmente los primeros en entrar en París el 24 de Agosto de 1944 y quienes liberaron la ciudad consiguiendo la rendición de las tropas alemanas que la defendían, un hecho que fue intencionadamente ocultado durante casi setenta años, hasta que los hallazgos realizados por esta gran corresponsal  tras un enorme esfuerzo de investigación iniciado en 1998, el testimonio de siete supervivientes de La Nueve (más otros dos pertenecientes a otra compañía, pero que iban siempre con ellos) con los que consiguió hablar y cuyos valiosísimos testimonios puedo recabar, la pléyade de pruebas irrefutables de todo tipo, la información aportada por españoles familiares de combatientes de La Nueve y residentes mayormente en Francia y la opinión pública francesa que finalmente se solidarizó con el coraje y valor de estos hombres, su sufrimiento en dos guerras y su posterior ostracismo, obligaron a que el Presidente de Francia François Hollande proclamara en un discurso televisado a todo el país el 25 de agosto de 2014, durante la celebración del 68º Aniversario de la Liberación de la capital francesa, que los primeros soldados de la Francia Libre que entraron en París y quienes verdaderamente liberaron la ciudad el 24 de agosto de 1944 fueron los españoles de La Nueve (9ª Compañía de la 2ª División Blindada de la Francia Libre del general Leclerc).


Después de casi tres cuartos de siglo desde que La Nueve entró en París y tras muchas décadas de abandono y ostracismo, La Nueve está a punto de corroborar su reconocimiento en Francia desde hace unos diez años con esta inauguración de Los Jardines de La Nueve en Madrid, que significa de hecho el reconocimiento de España al valor sin límites de los soldados españoles de La Nueve (unidad que siempre se caracterizó por su altísimo porcentaje de bajas en cada batalla donde siempre estaban en primera línea de fuego), los constantes actos heroicos de compañerismo, la admirable entereza ante la adversidad de estos hombres que habían sido derrotados durante la Guerra Civil Española, humillados en 1939 cuando cruzaron la frontera francesa camino del exilio y fueron internados en campos de concentración, y que pese a ello tuvieron el coraje de seguir luchando en otros frentes contra el Fascismo durante séis años más, en el seno de una unidad francesa durante la Segunda Guerra Mundial.

Es un contexto presidido por la alegría de poner fin de una vez por todas a un olvido y abandono muy injusto y dar a estos hombres bravos que no pudieron regresar a España (el país que les vió nacer y al que nunca olvidaron ni dejaron de añorar y querer) el reconocimiento y respeto que merecen quienes tras luchar en muchas batallas contra unidades alemanas cuyos mandos tenían gran experiencia en el Frente Ruso (incluyendo varias divisiones Panzer SS, unidades Panzer de muy alto nivel y divisiones Fallschirmjäger), tuvieron que sacar a sus familias adelante, las más veces en condiciones muy duras, luchando a brazo partido para darles un futuro lo mejor posible, que aprendieran el idioma francés cuanto antes y conseguir integrar a sus esposas, hijos y nietos en la sociedad francesa, con el inmenso dolor de no volver a la tierra donde nacieron.

Pero durante todo el evento, dicha alegría por el definitivo reconocimiento de La Nueve en la capital de España va a estar formando una ósmosis indisoluble con cenitales cotas de intensidad emocional, recuerdos imborrables de toda una vida en Francia, historias personales y familiares de la más variada índole, allegados que murieron sin poder ver este reconocimiento, organizaciones como la Asociación 24 Août 1944 que durante muchos años ha realizado un trabajo discreto y muy meritorio para ayudar a consolidar la memoria de La Nueve, familias rotas tras la guerra civl española, exilios muy dolorosos, padres y madres republicanos españoles que tras la Segunda Guerra Mundial tuvieron que trabajar muy duramente en Francia en las profesiones más diversas para poder nutrir a sus proles

Maryluz Cariño (hija del mítico artillero de La Nueve Cariño López) y María José Cortés (hija del sargento José Cortés) llegadas también desde Francia para honrar la memoria de sus padres y de La Nueve ocupan un lugar de honor en primera fila.

Es una historia que trasciende con creces la ideología política de cada uno, ya que la dimensión histórica y sobre todo humana de esta epopeya es impresionante.

Son familias enteras que han aguantado durante muchas décadas, con encomiable entereza, dignidad y elegancia, el ostracismo, la humillación, el desprecio, el mezquino olvido, el ver como la mayoría de integrantes de La Nueve han ido muriendo, hasta el punto de que el día en que se celebra este acto de homenaje en 2017, de los 150 republicanos españoles de La Nueve, ya sólo queda uno con vida.

No es de extrañar pues que en el evento haya una presencia masiva de los más importantes medios de comunicación de España, que han sabido entender la gran importancia histórico-social de este acto y la tragedia humana que le ha precedido.

Muchos de los presentes llevan gafas de sol porque se preven emociones fuertes, y no se equivocan.

Los recuerdos comienzan a acumularse en las mentes de muchos de los presentes. Vidas rotas que finalmente no lo fueron, porque hoy se han dado cita aquí muchas personas que cayeron y se levantaron una y otra vez, siguiendo el ejemplo de integrantes de La Nueve que fueron padres, abuelos o tíos suyos y de los que se sienten muy orgullosos.

Son muchísimos los años transcurridos. Prácticamente tres generaciones. Los hijos e hijas de los combatientes republicanos españoles de La Nueve que lucharon primero en la Guerra Civil Española y después en Francia durante la Segunda Guerra Mundial tienen ahora entre 60 y 75 años y sus nietos y nietas superan los cuarenta.

Casi tres cuartos de siglo después, a punto de iniciarse ya la tercera década del siglo XXI, habría sido muy injusto e insostenible no dar a estos hombres humildes de inmenso coraje e inefable gallardía ante la adversidad el reconocimiento que merecían y que a partir de ahora va a figurar en los libros de historia, películas, documentales, novelas históricas, archivos, etc, con letras de oro, sin excluir la posibilidad de que en el futuro puedan saberse más cosas sobre La Nueve.


Evelyn Mesquida dando la bienvenida a Anne Hidalgo (Alcaldesa de París) y Manuela Carmena (Alcaldesa de Madrid) a su llegada al acto, mientras un cámara de RadioTelevisión española graba el encuentro.

El público llena ya de modo masivo la zona en que está a punto de iniciarse el acto.


Anne Hidalgo, Alcaldesa de París, nieta de republicanos españoles exiliados forzosamente y mujer de gran humanidad, ha sido otra de las figuras clave en conseguir el reconocimiento internacional a La Nueve, una labor en la que lleva trabajando con denuedo desde el año 2004 para que la historia se escriba tal y como fue y se de a los republicanos españoles de La Nueve y a los muchos otros miles de españoles que lucharon con las tropas francesas durante la Segunda Guerra Mundial el lugar que les corresponde.

Su presencia en el acto fue muy significativa y simbólica.


Dos invitadas de lujo a la ceremonia de inauguración de Los Jardines de la Nueve en Ciudad Lineal (Madrid): la hija de Luis Royo (el penúltimo combatiente de La Nueve con vida, fallecido el 23 de agosto de 2016 en el hospital Paul Brosse de Villejuif, Isla de Francia, Departamento de Valle del Marne) y Colette Dronne Flandrin (hija del capitán Raymond Dronne, jefe de La Nueve).

Es una escena a la vez muy entrañable y desgarradora,


que alcanza su clímax cuando la hija de Luis Royo, sentada entre Anne Hidalgo y Colette Dronne Flandrin, saca la urna metálica que contiene las cenizas de su padre, fallecido hace tan sólo siete meses, que ha traído desde Francia y que van a estar presentes durante toda la ceremonia, ubicadas junto al monolito en memoria de La Nueve, para ser posteriormente llevadas al Cementerio de la Almudena.


Manuela Carmena, Alcaldesa de Madrid, junto a Anne Hidalgo, la hija de Luis Royo y Colette Dronne Flandrin.

La iniciativa por parte del Ayuntamiento de Madrid de celebrar este reconocimiento a la Nueve con la inauguración de los jardines que llevan su nombre en Ciudad Lineal así como el monolito, fue un hito histórico cuya trascendencia será reforzada por el paso del tiempo


Rafael Gómez Nieto, de 96 años, el último superviviente de La Nueve.

Nacido en Adra (Almería) el 29 de enero 1921, fue movilizado en Barcelona en 1938 con tan sólo 17 años de edad, formando parte del cuerpo de carabineros, hasta que tuvo que huir a Francia en 1939, tras lo cual pasó cuatro meses en el campo de concentración de Barcarés y Saint Cyprien, consiguiendo escapar a Orán (Argelia), donde se enroló en la 2ª División del general Leclerc, con la que participó en abundantes combates en Francia (incluyendo la entrada en París el 24 de agosto de 1944) y Alemania en 1944 y 1945, siendo conductor de dos semiorugas blindados: el M3 Guernica con cañón anticarro remolcado M1 norteamericano de 57 mm (1944) y el M3 Don Quichotte a partir de noviembre de 1944 durante la ofensiva de La Nueve en Alsacia que culminaría con la conquista de Estrasburgo.

Tras la Segunda Guerra Mundial regresó a Argelia, trabajando como zapatero hasta 1955, año en que volvió a Francia y rehizo su vida junto a su esposa en la localidad gala de Lingolsheim, a unos 6 km del centro de Estrasburgo, donde comenzó a trabajar en una fábrica de cojinetes para coches, tras lo cual aprovechó su experiencia previa en motores y obtuvo el título de mecánico, trabajando durante muchos años para la empresa automovilística Citröen.


La Légion d´Honneur, máxima condecoración francesa, otorgada a Rafael Gómez Nieto en 2012, luce en su pecho junto con la bandera republicana y la insignia de la 2ª División Blindada de la Francia Libre del general Leclerc a la que pertenecía La Nueve.

Es además poseedor de la Cruz de Guerra Francesa, la Presidential Unit Citation de Estados Unidos y la Gran Medalla Vermeille del Ayuntamiento de París.


Colette Dronne Flandrin abraza efusivamente a Rafael Gómez Nieto.

En el recuerdo, la memoria de otros destacados combatientes de La Nueve como Luis Royo, Manuel Fernández, el sargento Garcés, el subteniente Elías, el soldado de 1ª Daniel Campos, el sargento Fábregas, el alférez Federico Moreno (jefe de la primera sección de La Nueve en el HT Don Quijote), el artillero Cariño López (percebeiro que murió en París sin poder cumplir el sueño de volver a su pueblo natal en Galicia, y que cuando su hijo le decía para reconfortarle que allí se había extinguido el marisco, la respuesta era " Yo sé donde está " ), el teniente Amado Granell Mesado, el oficial Martín Bernal, el sargento Fermín Pujol, Víctor Lantes, Antonio Gutiérrez, el sargento José Cortés, el teniente Elías y muchos otros.


Otro instante enormemente conmovedor: Anne Hidalgo acaricia con cariño la mejilla de Rafael Gómez Nieto, el último superviviente de La Nueve, acompañado de su hija.


Pero ésto no ha hecho más que empezar y comienzan a desencadenarse un tremendo estremecimiento colectivo, nudos en la garganta a granel e instantes de incontenible emoción.

Daniel Pinos Barrieras (Miembro de la Asociación 24 Août 1944) lee su alocución a los presentes en la que compendia con gran amplitud de miras, sensibilidad y precisión histórica las muchas décadas de olvido de los combatientes republicanos españoles, su etapa de indecibles padecimientos en los campos de concentración franceses (Le Barcares, St. Cyprien, Argeles sur Mer, Collioure, Rivesaltes, Agde, Bram and others) al acabar la Guerra Civil Española, su participación en la Segunda Guerra Mundial siempre en primera línea de fuego frente a experimentadas unidades alemanas, su silenciosa y discreta lucha para sacar adelante a sus familias después de 1945, su elegante silencio durante todo ese tiempo pese a saber que habían sido ellos realmente los que primero entraron en París y liberaron la ciudad, su entereza ante circunstancias muy difíciles que les asolaron prácticamente durante toda su existencia, la superación del inmenso dolor y la priorización de sus familias y su adaptación a la sociedad gala como objetivo vital fundamental, en un loable ejemplo de amor y altruismo por los suyos, preservando además un perenne cariño por su país al que durante casi tres generaciones la mayoría de ellos no pudieron volver.


El efecto de las palabras de Daniel Pinos es ciertamente devastador entre la concurrida audiencia, describiendo magistralmente el sufrimiento de los hombres de La Nueve desde que fueron derrotados en la Guerra Civil Española (en la cual la mayoría de ellos combatieron con 16 ó 17 años) hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, su rapidísima incursión a través de París hasta llegar al Ayuntamiento el 24 de Agosto de 1944, catalizando la rendición del general von Choltitz, que dudó ante el ataque de los semiorugas M3 con nombres de batallas de la Guerra Civil Española (Brunete, Belchite, Guadalajara, Santander, Guernica, Madrid) y soldados republicanos españoles, y decidió rendirse, evitándose así la generación de una dinámica estilo Stalingrado, ya que Hítler había ordenado dinamitar los puentes sobre el Sena y los edificios más importantes de la ciudad para que los 20.000 alemanes armados que defendían París se parapetaran tras los escombros y resistieran todo lo posible, algo que probablemente habría ocurrido si se hubiera producido un ataque frontal masivo con blindados y artillería del III Ejército Norteamericano del general Patton con apoyo de aviación, una batalla campal casa por casa que habría destruido en gran manera la ciudad del Sena, una de las ciudades más bellas del mundo y patrimonio del cosmos.


También se ha mencionado la dura etapa después de la Segunda Guerra Mundial cuando la inmensa mayoría de ellos tuvieron que instalarse definitivamente en Francia y afrontar allí la vida y el futuro de sus familias, con la tristeza añadida de que muchos de ellos murieron sin haber podido regresar a España, mensaje que cala también profundamente en algunos militares con nacionalidad francesa descendientes de exiliados republicanos españoles y que también han viajado miles de kilómetros para estar hoy aquí presentes.


El embajador francés Yves Saint-Geours aparece en imagen visiblemente afectado, al igual que Rafael Gómez Nieto, cuyos recuerdos de toda una vida se agolpan en su mente en estos instantes mientras escuchan atentamente el discurso de Daniel Pinos.


Y llega un momento en que no hay ya palabras para poder describir los sentimientos que afloran entre los muchísimos asistentes cuando Véronique Salou Olivares, Presidenta de la Asociación 24 Août 1944 lee unas palabras que profundizan aún más en la magnitud de la epopeya y la grandeza humana protagonizada diacrónicamente por los republicanos españoles de La Nueve.


La hija de Luis Royo (penúltimo superviviente de La Nueve, que debido a su reciente fallecimiento hace ocho meses no pudo cumplir su deseo de estar presente en esta ceremonia) se dirige también a los presentes, con gran entereza y haciendo un enorme esfuerzo para poder hablar y coordinar las frases, mientras la urna metálica con las cenizas de su padre ha sido ya ubicada al pie del monolito en recuerdo de La Nueve, para ser después llevada al Cementerio de la Almudena donde se le dará sepultura.

Cerca de ella, Evelyn Mesquida ayuda a Rafael Gómez Nieto (el último superviviente de La Nueve) a mantener el equilibrio, mientras su hija y su hijo Jean-Paul Gómez están atentos, al tiempo que la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena se halla próxima a ellos.

Rafael Gómez Nieto, hombre de una gigantesca talla humana, sencillo y que huye de todo protagonismo, está palpablemente muy emocionado y por momentos con la mirada perdida, pensando para sus adentros en todos sus compañeros de La Nueve, que ya han muerto.

El momento es sobrecogedor en grado sumo, mientras su hijo Jean-Paul y su hija están muy atentos a su padre.

El embajador de Francia en España Yves Saint-Geours se halla también en introspección, fuertemente impresionado por lo que está ocurriendo.


La hija de Luis Royo acaba de terminar su discurso y rápidamente Rafael Gómez Nieto se funde con ella en un muy afectuoso abrazo, mientras Jean-Paul Gómez, Evelyn Mesquida, la hija de Rafael Gómez Nieto, Yves Saint-Geours, Manuela Carmena y Anne Hidalgo contemplan la escena.


Rafael Gómez Nieto con Evelyn Mesquida.

El último superviviente de La Nueve, una auténtica leyenda viva, con La Légion d´Honneur, máxima condecoración francesa, que le fue otorgada en 2012, luciendo en su pecho junto con la bandera republicana y la insignia de la 2ª División Blindada de la Francia Libre del general Leclerc a la que pertenecía La Nueve.

Después de nada menos que 73 años desde que los españoles de La Nueve fueron los primeros en entrar en París y liberar la ciudad el 24 de agosto de 1945, este gran hombre ha podido ver en directo el reconocimiento público a la unidad en que tanto él como sus compañeros ya fallecidos se jugaron la vida en muchos combates por toda Francia y Alemania entre agosto de 1944 y mayo de 1945 luchando contra la Alemania nazi.


Como colofón, varios alumnos del Liceo Francés de Madrid (a los que pocos minutos después se sumarían alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria Miguel Delibes) dirigen varias alocuciones a los asistentes hablando de diferentes temas relacionados con La Nueve: el sufrimiento de sus integrantes, su exilio forzoso en Francia tras la Guerra Civil Española al igual que otras 517.000 personas, sus muchos años de lucha constante hasta 1945, su elevadísimo porcentaje de bajas allí donde combatieron, su aislamiento y olvido tras la Segunda Guerra Mundial, etc.

Palabras pronunciadas por adolescentes pero que penetran profundamente en los corazones de todos los presentes, rostros endurecidos por las circunstancias de una vida repleta de tragedia, sinsabores, ostracismos, muerte de seres queridos que tuvieron que empezar una nueva en otro país al que pese a todo llegaron a amar como al suyo propio, al que ellos nunca olvidaron.

73 años son muchos años, demasiados años, pero muy probablemente esta inauguración de los Jardines de la Nueve y el simultáneo homenaje a sus valerosos combatientes ha merecido la pena y ha compensado muchos sufrimientos, además de haber logrado un atávico anhelo y la recuperación de una vergonzante asignatura pendiente: el definitivo reconocimiento a estos republicanos españoles que firmes en sus convicciones, se crecieron siempre ante la adversidad durante la Guerra Civil Española, en los campos de concentración franceses y durante la Segunda Guerra Mundial.


Porque no sólo la victoria encarna el concepto de éxito.

También la derrota puede a veces, sobre todo en episodios de la historia tan sumamente especiales como éste, redefinir su significado, así como el de grandeza.

Porque los hombres de la Nueve pertenecieron al colectivo humano del exilio que más sufrió en sus carnes las consecuencias de la Guerra Civil Española primero, de los campos de concentración franceses después y del olvido tras la Segunda Guerra Mundial, pese a lo cual tuvieron el coraje de sobrevivir y sacar adelante a sus familias en Francia, las más veces en condiciones muy duras.

Ello tiene un mérito enorme, ya que eran personas normales y humildes que trabajaban en las profesiones más comunes (zapateros, albañiles, pescadores, conductores, campesinos, mecánicos, etc), a diferencia de figuras señeras del exilio español de posguerra como Luis Buñuel, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Pedro Salinas, Max Aub, Pablo Picasso, Pau Casals y muchos otros con una formidable preparación intelectual, literaria, artística o científica en sus ámbitos.

Es muy importante tener en cuenta que la epopeya de los republicanos españoles de La Nueve tiene su bautismo de fuego durante la Guerra Civil Española, en la que la mayoría de ellos combatieron siendo extremadamente jóvenes, con edades de 16 y 17 años.

E inevitablemente fueron derrotados por unidades de élite del ejército franquista, cuyos mandos tenían una enorme experiencia en despiadada guerra colonial en África.

Produce ciertamente escalofríos el pensar en adolescentes de 16 y 17 años enfrentados por toda la geografía española entre 1936 y 1939 a unidades como la 13ª División (al mando de Fernando Barrón), las tropas rifeñas de Mohammed ben Mizzian, los tabores de Regulares marroquís de Sáenz de Buruaga, los legionarios del general Juan Yagüe y otras.

Obviamente, no tenían ninguna oportunidad frente a tropas profesionales que eran en esos momentos desde un punto de vista militar la infantería de choque más fiera existente en el mundo y con una experiencia bélica de casi 20 años en las campañas de Marruecos.

Pero la grandeza de los hombres de La Nueve es que tras la caída se levantaron una y otra vez.

En 1939, se vieron obligados a cruzar la frontera francesa junto con más de medio millón de españoles republicanos, fueron humillados e internados en campos de concentración durante varios meses, sin comida, sin agua, sin luz, con piojos por doquier y con un viento gélido que cortaba como una navaja de afeitar, pero volvieron a levantarse y consiguieron sobrevivir.

80 de los 150 combatientes de La Nueve en Pocklington (Inglaterra) en Junio de 1944.

Y después, tuvieron las agallas de enrolarse en la 9ª Compañía de la División Blindada de la Francia Libre del general Leclerc para luchar contra el nazismo, siendo los primeros en entrar en París y liberar la ciudad el 24 de Agosto de 1944, un hecho histórico importantísimo que no fue en absoluto fruto de la casualidad.


Y quienes piensen que La Nueve tuvo un papel poco importante durante la ofensiva aliada a través de Normandía hasta llegar a París y que al fin y al cabo se beneficiaron de ir entre las tropas americanas e inglesas protegidos por el gran despliegue de medios aliado en cuanto a aviación, masivo número de blindados, artillería, etc, se equivocan completamente.

No en vano, los descubrimientos realizados por Evelyn Mesquida durante sus diez años de investigación entre 1998 y 2008, en los que tuvo que trabajar a destajo constantemente de madrugada e incluso renunciar a parte de sus vacaciones, las muchas conversaciones que tuvo con varios supervivientes de la Nueve por toda Francia y las circunstancias muy especiales que presidieron el extraordinario comportamiento de La Nueve en las batallas de Alençon y Écouché entre el 12 y el 16 de agosto de 1944, fecha esta última en la que se vieron inmersos en durísimos combates callejeros defendiendo Écouché al ser atacados por una contraofensiva conjunta por parte de aproximadamente la mitad de la División 1 SS Leibstandarte, la División SS Das Reich (Otto Baum), la 9ª División Panzer (Max Sperling), la 116ª División Panzer (Gerhard von Schwerin) y la 3ª División de Fallschirmjäger (Richard Schimpf), unidades alemanas cuyos mandos tenían una enorme experiencia previa de lucha a muerte en el Frente Ruso, no hacen sino confirmar una y otra vez la trascendencia que tuvieron estos republicanos españoles en el seno de la Ofensiva Aliada en Francia y Alemania

La Nueve consiguió aguantar este muy potente ataque de las anteriormente mencionadas unidades acorazadas alemanas así como paracaidistas durante dos días (16 y 17 de agosto de 1944), lo cual permitió ganar un tiempo precioso a los demás efectivos del III Ejército Americano del general Patton, hasta que el II Ejército Británico de Bernard Montgomery pudo contraatacar y levantar el cerco de Écouché los días 18 y 19 de agosto de 1944.

Una situación similar había ocurrido diez días antes, el 7 de agosto de 1944 cuando el alto mando americano, consciente de que había que detener o ralentizar todo lo posible cualquier contraataque alemán, decidió enviar su 3ª División Acorazada con carros Sherman para enfrentarse a los carros de combate alemanes pesados y medios del XLVII Cuerpo de Ejército Panzer ( parte de la 1 División Acorazada SS Leibstandarte , la II Divisón SS Das Reich, la 2ª División Panzer y la 116ª División Panzer) que habían iniciado la Operación Lüttich intentando destruir a la 30ª División de Infantería de Estados Unidos próximas a Mortain y que tenía como objetivo más importante la conquista de Avranches y

Prácticamente con certeza, los carros de combate de la 3ª División Acorazada de Estados Unidos al mando del teniente general Leroy H. Watson que habían sido enviados por el alto mando americano para frenar en la medida de lo posible el avance de los panzers alemanes (los Tiger I y Panther V eran muy superiores en potencia de fuego y precisión a los Sherman americanos, al igual que sus dotaciones) y ganar tiempo, habrían sido destruidos por los panzers con cañones de 88 mm y 75 mm de alta velocidad, de no ser porque la Inteligencia Militar Británica Ultra había descifrado tres días antes (el 4 de agosto de 1944, gracias al genio Alan Turing) los mensajes alemanes encriptados de la máquina Enigma con respecto a la Operación Lüttich (que fueron suministrados por Stewart Menzies al Alto Mando Aliado) y a que al mediodía del 7 de agosto de 1944 desapareció la niebla, por lo que los cazabombarderos americanos de la 9ª Fuerza Aérea y la RAF pudieron atacar masivamente a las fuerzas acorazadas germanas, destruyendo aproximadamente 150 de sus 300 carros de combate.

Pero la numantina resistencia de La Nueve en Écouché, con muchos menos medios que las tropas norteamericanas, sin apoyo de aviación, y ante formaciones blindadas alemanas dotadas con carros de combate Panther V y PzKpfw IV así como cañones de asalto Sturmgeschütz III ( todos con tonelaje y potencia de fuego muy superior a los semiorugas M3 de La Nueve), frenando su avance — además de hacer prisioneros a 129 soldados y oficiales alemanes— , fue algo impresionante y un factor clave para poder conseguir el cierre casi total de la Bolsa de Falaise por las tropas aliadas pocos días más tarde.

Así pues, los indicios apuntan claramente a que el hecho de que los republicanos españoles fueran los primeros en entrar en París y liberar la ciudad el 24 de agosto de 1944, no fue algo casual en absoluto.

La cosa vino de muy arriba.

Semioruga blindado M3 Brunete de La Nueve.

El general Leclerc y el capitán Raymond Dronne (jefe de La Nueve) conocían a la perfección la enorme experiencia adquirida por los combatientes republicanos españoles durante su lucha contra los tabors de Regulares y legionarios del Ejército de África en la Guerra Civil Española, así como su valor temerario en el combate, que les hacía mucho más efectivos contra las tropas alemanas cuando había que ocupar por tierra zonas especialmente difíciles y entablar combates cuerpo a cuerpo o bien aproximarse al máximo a los carros de combate germanos Panther V, PzKpfw IV y Tiger I (estos últimos mucho menos numerosos), tal y como sucedió en Écouché y muchos otros lugares de Francia y Alemania donde luchó La Nueve en 1944 y 1945, asumiendo enormes riesgos para poder destruirlos, con muy pocos medios y valiéndose de grandes dosis de habilidad y arrojo, como cuando utilizaban los cañones anticarro M1 de 57 mm que llevaban remolcados los semiorugas M3 de la compañía, que podían penetrar la gruesa coraza frontal de 100 mm del Tiger I Ausf. E y los 80 mm de blindaje de la zona delantera del Panther V Ausf. D y Pz IV) con tiros hasta aproximadamente 400 metros, aunque si era posible preferían realizar tiros de flanco entre aproximadamente 50 y 300 metros (ya que el blindaje de la zona lateral del casco del Panther V era de entre 40 y 50 mm, la del Pz IV de 30 mm y la del Tiger I era de 60 mm, por lo que eran más vulnerables en sus costados) o traseros,

Todo ello siempre con el enorme peligro de muerte que significaba para los tres soldados españoles de dotación de cada cañón AT de 57 mm de La Nueve el poder ser localizados por los alemanes, ya que los cañones anticarro remolcados (a diferencia de los cañones de asalto o los destructores de tanques autopropulsados como el M10 norteamericano de la época) no podían cambiar de posición rápidamente o huir a toda velocidad tras abrir fuego, sino que los hombres que los manejaban necesitaban varios segundos para rodar el cañón de 57 mm hasta hacerle llegar de nuevo junto al semioruga M3, engancharlo a él y subir al vehículo para ponerse a cubierto, por lo que se convertían en blanco muy fácil tanto para la artillería alemana como para sus carros de combate y cañones de asalto, de tal manera que en la práctica, el cañón remolcado  de 57 mm que era muy rápido y versátil con respecto a su despliegue inicial, carecía totalmente de movilidad bajo fuego enemigo y no podía ser acoplado una vez más al semioruga ni mucho menos conducirse el vehículo con el cañón remolcado en mitad de la batalla, por lo que los combatientes republicanos españoles de La Nueve se veían obligados a resistir en sus posiciones con bayoneta calada, lo cual da una idea muy clara de su enorme valor.

Este episodio inaudito protagonizado por La Nueve en Écouché frente a los panzers alemanes y los muy cruentos combates cuerpo a cuerpo en los que lucharon con gran valor y se impusieron tras feroz lucha, confirió a la unidad formada por republicanos españoles un enorme prestigio ante los altos mandos franceses, americanos e ingleses (algo que se vería corroborado por el temerario arrojo mostrado por los españoles de La Nueve en posteriores batallas, sobre todo durante la Ofensiva Franco-Americana de Envolvimiento de Los Vosgos — al noreste de Francia, mayormente perteneciente a la región de Lorena, cerca de la frontera con Alemania — , que se inició el 14 de noviembre de 1944, y en la que La Nueve participó en durísimos combates frente a tropas alemanas, incluyendo emboscadas realizadas por Falchschirmjäger especializados en lucha antitanque y equipados con letales lanzagranadas Panzerschreck RPzB Ofenrohr que disparaban proyectiles de carga hueca de 88 mm capaces de perforar blindajes de 100 mm, tras lo cual avanzarían con dos ejes de marcha al norte de la Brecha Saverne a través de Falsbour y La Petite Pierre el 22 de noviembre de 1944, conquistando Estrasburgo después de recorrer en poco más de 3 horas los 30 km que la separan de Saverne.

Muy pocos días después de la feroz lucha en Écouché el 16 y 17 de agosto de 1944, la Resistencia Francesa se sublevó en París el día 20 de dicho mes y año contra los 20,000 soldados alemanes armados que al mando del general von Choltitz defendían la ciudad.

Gracias a varios mensajes criptográficos de la máquina Enigma descifrados por Alan Turing con su genialidad e intuición trascendiendo el problema de decisión Entscheidungsproblem, el MI6 británico supo que Hítler había ordenado al general von Choltitz destruir todos los puentes sobre el Sena y los edificios más importantes de París, así como la red de agua, conminándole a no rendirse bajo ningún concepto, para convertir la ciudad en una especie de Stalingrado y ofrecer toda la resistencia posible con las tropas alemanas parapetadas tras las ruinas de la ciudad, información que fue rápidamente enviada a los altos mandos aliados en la zona de Normandía.

El general Leclerc percibió claramente que una batalla calle por calle en París significaría la destrucción completa de la ciudad, ya que las tropas aliadas se verían obligadas a utilizar una masiva potencia de fuego para minimizar las bajas propias, por lo que decidió enviar a la Nueve en misión muy arriesgada y temeraria, incursionando en París a gran velocidad a través de la Porte d´Italia hasta llegar al Ayuntamiento.

El ataque tuvo éxito, la guarnición alemana fue sorprendida ante la rapidez del ataque de La Nueve y ello hizo dudar a von Choltitz, que capituló poco después, con lo que se evitó una batalla por la ciudad que hubiera significado miles de muertos y la destrucción de la ciudad.





© Texto y Fotos: José Manuel Serrano Esparza