Texto y Fotos Indicadas: José Manuel Serrano Esparza. LHSA Viena (Austria). 6-5-2008
INGE MORATH
Fotografías de la serie de Inge Morath en el interior de Westlicht. Foto: José Manuel Serrano Esparza
10 fotografías correspondientes al famoso reportaje que realizó en el distrito de Mayfair, en la ciudad de Londres en 1953:
- “ Coches aparcados en New Bond Street “. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Eveleigh Nash ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Bond Street ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ New Bond Street ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Lloyd´s Bank ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Burlington Arcades ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Escaparate ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Eveleigh Nash en el Mall de Buckingham Palace ” (Inglaterra). 1953
- “ Concierto en Shepherd Market ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Curzon Street ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Coches aparcados en New Bond Street “. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Eveleigh Nash ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Bond Street ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ New Bond Street ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Lloyd´s Bank ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Burlington Arcades ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Escaparate ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Eveleigh Nash en el Mall de Buckingham Palace ” (Inglaterra). 1953
- “ Concierto en Shepherd Market ”. Londres (Inglaterra). 1953
- “ Curzon Street ”. Londres (Inglaterra). 1953
© Inge Morath / Magnum Photos
La gran fotógrafa austríaca se adentra en las zonas más suntuosas de la City londinense y nos muestra un paisaje urbano y social formado por calles comerciales y lujosos vehículos, cuyo epítome es la primera fotografía en la que aparecen tres exóticos coches aparcados junto a la fachada del famoso y carísimo Asprey Store (donde pueden adquirirse por precio astronómico todo tipo de artículos de joyería, relojería, porcelana, etc, y tradicional lugar de compras de la familia real británica y celebridades de la jet set inglesa desde mediados del siglo XVIII), ubicado entre los números 165 y 169 de la New Bond Street en el distrito de Mayfair. Soberbia imagen, en la que Inge Morath selecciona un momento en el que los reflejos de las zonas metálicas de los lujosos coches aparcados realzan la majestuosidad y belleza de líneas de los mismos.
A destacar también la profusión de todo tipo de destellos en los cristales de los escaparates y el muy alto nivel de detalle captado en la zona ornamental blanca alargada ubicada sobre los arcos de la zona superior derecha de la imagen.
Excelente la composición, aderezada por el caminar en dirección opuesta del caballero con traje blanco y sombrero (situado en la mitad inferior izquierda del fotograma justo debajo de uno de los pequeños arcos del escaparate más próximo a él) y la mujer que se vislumbra mientras avanza enmarcada por el extremo superior derecho del coche en primer término, la mitad superior izquierda de la parte trasera del segundo vehículo y el toldo reflejado en el escaparate más próximo a la mujer y que corresponde a una tienda situada fuera de imagen a la derecha del fotograma.
Fabulosa la delicadeza en la traducción de las sombras bajo los coches, en la antesala de la difuminación pero a la vez manteniendo todo el detalle posible, habiendo conseguido el printista con gran maestría toda la diferenciación posible, dadas las circunstancias, entre los muy oscuros contornos de los neumáticos de los coches y las citadas sombras.
Esta copia vintage es un prodigio de traducción de un amplísimo abanico de escala de grises, que abarca desde las áreas límite high key (justo a la izquierda de la letra A junto a la pierna derecha del hombre con sombrero que camina hacia la derecha, además del reflejo en la mitad superior derecha de la carrocería del segundo coche, así como los reflejos superiores de los últimos cuatro arcos de la derecha), los números y letras de las matrículas de los dos primeros coches, pasando por los blancos níveos de las delgadas columnas estriadas de los grandes escaparates y la zona ornamental alargada ubicada sobre los arcos, el pequeño tramo de acera sobre el que se halla el caballero con sombrero que camina, el aún más pequeño trecho de pavimento justo delante del tercer coche, la calzada que ocupa la mitad inferior derecha del fotograma (plasmada de modo sublime por la película química de blanco y negro, que traduce de modo magistral un gris muy puro cuya belleza estética y realismo quedan notablemente realzados por el grano algo apreciable propio de la emulsión monocroma de principios de los años cincuenta que incluye cantidades muy elevadas de haluros de plata), la zona ya low key enladrillada con ventanas verticales rectangulares alargadas ubicada en la porción superior derecha de la imagen, la zona central lateral derecha y trasera del coche junto al caballero así como el traje y sombrero de éste, las sombras bajo los vehículos, la zona oscura justo encima de los dos arcos del toldo del escaparate a la izquierda del fotograma, hasta llegar al extremo low key con negros profundísimos y muy densos en la rueda trasera izquierda del primer coche que aparece a la izquierda, la carrocería del segundo y tercer coche así como sus ruedas.
A destacar también la profusión de todo tipo de destellos en los cristales de los escaparates y el muy alto nivel de detalle captado en la zona ornamental blanca alargada ubicada sobre los arcos de la zona superior derecha de la imagen.
Excelente la composición, aderezada por el caminar en dirección opuesta del caballero con traje blanco y sombrero (situado en la mitad inferior izquierda del fotograma justo debajo de uno de los pequeños arcos del escaparate más próximo a él) y la mujer que se vislumbra mientras avanza enmarcada por el extremo superior derecho del coche en primer término, la mitad superior izquierda de la parte trasera del segundo vehículo y el toldo reflejado en el escaparate más próximo a la mujer y que corresponde a una tienda situada fuera de imagen a la derecha del fotograma.
Fabulosa la delicadeza en la traducción de las sombras bajo los coches, en la antesala de la difuminación pero a la vez manteniendo todo el detalle posible, habiendo conseguido el printista con gran maestría toda la diferenciación posible, dadas las circunstancias, entre los muy oscuros contornos de los neumáticos de los coches y las citadas sombras.
Esta copia vintage es un prodigio de traducción de un amplísimo abanico de escala de grises, que abarca desde las áreas límite high key (justo a la izquierda de la letra A junto a la pierna derecha del hombre con sombrero que camina hacia la derecha, además del reflejo en la mitad superior derecha de la carrocería del segundo coche, así como los reflejos superiores de los últimos cuatro arcos de la derecha), los números y letras de las matrículas de los dos primeros coches, pasando por los blancos níveos de las delgadas columnas estriadas de los grandes escaparates y la zona ornamental alargada ubicada sobre los arcos, el pequeño tramo de acera sobre el que se halla el caballero con sombrero que camina, el aún más pequeño trecho de pavimento justo delante del tercer coche, la calzada que ocupa la mitad inferior derecha del fotograma (plasmada de modo sublime por la película química de blanco y negro, que traduce de modo magistral un gris muy puro cuya belleza estética y realismo quedan notablemente realzados por el grano algo apreciable propio de la emulsión monocroma de principios de los años cincuenta que incluye cantidades muy elevadas de haluros de plata), la zona ya low key enladrillada con ventanas verticales rectangulares alargadas ubicada en la porción superior derecha de la imagen, la zona central lateral derecha y trasera del coche junto al caballero así como el traje y sombrero de éste, las sombras bajo los vehículos, la zona oscura justo encima de los dos arcos del toldo del escaparate a la izquierda del fotograma, hasta llegar al extremo low key con negros profundísimos y muy densos en la rueda trasera izquierda del primer coche que aparece a la izquierda, la carrocería del segundo y tercer coche así como sus ruedas.
© Inge Morath / Magnum Photos
En la segunda fotografía, vemos a la escritora multimillonaria británica Eveleigh Nash sentada junto al escritorio de la habitación de su hotel y ataviada con una gran pamela. Inge Morath utiliza de modo ejemplar la luz natural que entra a través de la ventana de fondo y sus visillos, lo cual potencia la naturalidad y credibilidad del momento captado.
La imagen está tomada a una abertura de diafragma amplia, por lo que han quedado desenfocados la mano izquierda de la escritora, la manga izquierda de su vestido, su bolso, la cortina replegada en la mitad superior derecha del fotograma, los visillos de la ventana así como sus marcos de madera y el respaldo de la silla sobre la que está sentada Eveleigh Nash. No obstante, todos estos elementos insertos en la zona bokeh-aji mantienen en gran medida sus contornos, algo a lo que Leica ha prestado históricamente y sigue concediendo gran atención y que no es excepción en este objetivo Leitz de rosca para Leica telemétrica utilizado por Inge Morath, que capta un momento atemporal que simboliza fielmente la esencia de la Inglaterra más victoriana, de cuyos últimos vestigios es testigo la fotógrafa centroeuropea.
Eveleigh Nash aparece pues como un icono alegórico de la Inglaterra más tradicional y hermética, muy rigurosa en sus costumbres, paradigmas sociales, modo de vestir, etc, que durante principios de los años cincuenta da sus últimos coletazos en medio de una realidad marcada por el todavía racionamiento en vigor que padece la mayoría de la población británica como consecuencia de la II Guerra Mundial y la consolidación definitiva de Estados Unidos y la URSS como máximas potencias internacionales.
Este sincretismo entre un atávico puritanismo, severidad, muy estrictas normas sociales y clases económicas y culturales dominantes es plasmado y ejemplificado por Inge Morath en la figura de Eveleigh Nash, célebre escritora de la época y multimillonaria.
Fruto de mucho contacto previo y paciencia, Inge Morath ha logrado algo muy difícil: empatizar con la famosa escritora inglesa, conocida también por su fuerte carácter. La discípula de Cartier-Bresson sabe que es fundamental que la escritora salga favorecida en la foto, pese a sus orondas formas y a que se halla al borde de la senectud, por lo cual se elige ropa de color negro que minimize todo lo posible el sobrepeso en la imagen (aunque Inge Morath actúa también sabiendo que en la foto la función más importante de este color es transmitir su mensaje al observador), realzando el conjunto con una pamela que remata su cabeza y aporta un toque distintivo. Eveleigh Nash aparece además leyendo una libreta de notas, lo cual entronca semánticamente con su profesión de escritora. Es decir, Inge Morath lucha al máximo por sublimar todo lo buenamente posible la imagen de Eveleigh Nash, lo cual consigue en gran manera, llegando incluso a ocultar bajo la pamela la zona de su rostro por encima de los labios, evitando de este modo la plasmación de cualquier tipo de imperfección de la piel, arrugas, etc, de su cara y aportando ciertas dosis de misterio.
Desde un punto de vista blanquinegrista, los negros son muy profundos, por momentos abisales, especialmente en la mitad inferior del fotograma a partir del borde del escritorio y la zona derecha del vestido de Eveleigh Nash más próxima a la cámara, aunque los fuertes contrastes high key/low key que se desarrollan sobre zonas concretas de su ropaje (en mangas, pecho y espalda) acentúan la impronta grave y seria de la escritora.
Ciertamente singular la delicadeza en la traducción de la fina malla blanca de la pamela negra (es tal la fidelidad en la textura que dan ganas de tocarla) y el encomiable control del alquimista del cuarto oscuro, que ha evitado que se quemen las altas luces de la ventana, manteniendo a la vez muy buen detalle en la zona iluminada del bolso, la superficie del escritorio y las zonas marcadamente low key de las mangas, parte superior de la pamela y mitad derecha de la libreta de notas.
Igualmente, parece como si Inge Morath quisiera transmitirnos un mensaje de rigidez, disciplina a ultranza, inflexibilidad, severidad, ostentación de mando y un cierto anclaje en el pasado, todo ello encarnado por los negros muy contundentes que marcan la imagen de Eveleigh Nash (con excepción de sus manos, mitad inferior de su cara y labios, preservados como referentes femeninos junto con sus uñas pintadas de las cuales sólo se atisba esmalte en el pulgar de su mano derecha), frente a un mensaje alegórico de mentalidad más abierta y mucha mayor ausencia de hermetismo representado por la luz que se abre paso a través de la ventana y sus visillos.
A destacar también la precisión que logra la película química de blanco y negro en la captación de las rugosidades y vetas de la madera del pequeño escritorio. La copia en papel fotográfico baritado de blanco y negro mantiene detalle incluso en el punto de fuerte reflejo inmediatamente a la derecha de la manga del vestido de Eveleigh Nash.
La imagen está tomada a una abertura de diafragma amplia, por lo que han quedado desenfocados la mano izquierda de la escritora, la manga izquierda de su vestido, su bolso, la cortina replegada en la mitad superior derecha del fotograma, los visillos de la ventana así como sus marcos de madera y el respaldo de la silla sobre la que está sentada Eveleigh Nash. No obstante, todos estos elementos insertos en la zona bokeh-aji mantienen en gran medida sus contornos, algo a lo que Leica ha prestado históricamente y sigue concediendo gran atención y que no es excepción en este objetivo Leitz de rosca para Leica telemétrica utilizado por Inge Morath, que capta un momento atemporal que simboliza fielmente la esencia de la Inglaterra más victoriana, de cuyos últimos vestigios es testigo la fotógrafa centroeuropea.
Eveleigh Nash aparece pues como un icono alegórico de la Inglaterra más tradicional y hermética, muy rigurosa en sus costumbres, paradigmas sociales, modo de vestir, etc, que durante principios de los años cincuenta da sus últimos coletazos en medio de una realidad marcada por el todavía racionamiento en vigor que padece la mayoría de la población británica como consecuencia de la II Guerra Mundial y la consolidación definitiva de Estados Unidos y la URSS como máximas potencias internacionales.
Este sincretismo entre un atávico puritanismo, severidad, muy estrictas normas sociales y clases económicas y culturales dominantes es plasmado y ejemplificado por Inge Morath en la figura de Eveleigh Nash, célebre escritora de la época y multimillonaria.
Fruto de mucho contacto previo y paciencia, Inge Morath ha logrado algo muy difícil: empatizar con la famosa escritora inglesa, conocida también por su fuerte carácter. La discípula de Cartier-Bresson sabe que es fundamental que la escritora salga favorecida en la foto, pese a sus orondas formas y a que se halla al borde de la senectud, por lo cual se elige ropa de color negro que minimize todo lo posible el sobrepeso en la imagen (aunque Inge Morath actúa también sabiendo que en la foto la función más importante de este color es transmitir su mensaje al observador), realzando el conjunto con una pamela que remata su cabeza y aporta un toque distintivo. Eveleigh Nash aparece además leyendo una libreta de notas, lo cual entronca semánticamente con su profesión de escritora. Es decir, Inge Morath lucha al máximo por sublimar todo lo buenamente posible la imagen de Eveleigh Nash, lo cual consigue en gran manera, llegando incluso a ocultar bajo la pamela la zona de su rostro por encima de los labios, evitando de este modo la plasmación de cualquier tipo de imperfección de la piel, arrugas, etc, de su cara y aportando ciertas dosis de misterio.
Desde un punto de vista blanquinegrista, los negros son muy profundos, por momentos abisales, especialmente en la mitad inferior del fotograma a partir del borde del escritorio y la zona derecha del vestido de Eveleigh Nash más próxima a la cámara, aunque los fuertes contrastes high key/low key que se desarrollan sobre zonas concretas de su ropaje (en mangas, pecho y espalda) acentúan la impronta grave y seria de la escritora.
Ciertamente singular la delicadeza en la traducción de la fina malla blanca de la pamela negra (es tal la fidelidad en la textura que dan ganas de tocarla) y el encomiable control del alquimista del cuarto oscuro, que ha evitado que se quemen las altas luces de la ventana, manteniendo a la vez muy buen detalle en la zona iluminada del bolso, la superficie del escritorio y las zonas marcadamente low key de las mangas, parte superior de la pamela y mitad derecha de la libreta de notas.
Igualmente, parece como si Inge Morath quisiera transmitirnos un mensaje de rigidez, disciplina a ultranza, inflexibilidad, severidad, ostentación de mando y un cierto anclaje en el pasado, todo ello encarnado por los negros muy contundentes que marcan la imagen de Eveleigh Nash (con excepción de sus manos, mitad inferior de su cara y labios, preservados como referentes femeninos junto con sus uñas pintadas de las cuales sólo se atisba esmalte en el pulgar de su mano derecha), frente a un mensaje alegórico de mentalidad más abierta y mucha mayor ausencia de hermetismo representado por la luz que se abre paso a través de la ventana y sus visillos.
A destacar también la precisión que logra la película química de blanco y negro en la captación de las rugosidades y vetas de la madera del pequeño escritorio. La copia en papel fotográfico baritado de blanco y negro mantiene detalle incluso en el punto de fuerte reflejo inmediatamente a la derecha de la manga del vestido de Eveleigh Nash.
© Inge Morath / Magnum Photos
En la tercera imagen, aparece un caballero inglés impecablemente vestido, parado junto a la famosa tienda de sombreros de alta calidad Herbert Johnson (ubicada en 1953 en el número 45 de la calle New Bond Street de Londres). El anciano aparece elegantemente ataviado con un sombrero hongo probablemente comprado en la citada célebre tienda, que se halla a su izquierda y traje gris a rayas, al tiempo que sostiene en su mano derecha su abrigo y una bolsa que probablemente contiene artículos adquiridos en el mismo.
Es una imagen arquetípica y clásica de la City londinense ejemplificada en este caso en un típico gentleman británico, que aparece en actitud muy distendida escuchando a su interlocutor.
En el escaparate de la tienda se observan también varios finos sombreros de señora y una vez más Inge Morath utiliza con maestría los reflejos en un cristal, en este caso el del escaparate de la tienda, que permiten vislumbrar a otro hombre con traje y corbata que pasa caminando o bien más probablemente está hablando con el protagonista de la escena, así como dos coches aparcados en la cera más próxima y la fachada de una tienda ubicada al otro lado de la calle.
Fastuosa la fidelidad en la traducción de la textura y pliegues de la tela del traje, finura del sombrero y representación del tejido y corte más bastos del abrigo.
Por otra parte, el printista ha conseguido plasmar en todo su esplendor la zona de madera muy ornamentada de la parte baja de la tienda, manteniendo muy buen nivel de detalle tanto en las zonas más iluminadas como en las más oscuras, sin olvidar el bordillo de acceso en piedra y la rejilla metálica incrustada en el suelo que lo corona, reproducidos con gran autenticidad, incluyendo la suciedad y polvo producto de las pisadas.
Es una imagen arquetípica y clásica de la City londinense ejemplificada en este caso en un típico gentleman británico, que aparece en actitud muy distendida escuchando a su interlocutor.
En el escaparate de la tienda se observan también varios finos sombreros de señora y una vez más Inge Morath utiliza con maestría los reflejos en un cristal, en este caso el del escaparate de la tienda, que permiten vislumbrar a otro hombre con traje y corbata que pasa caminando o bien más probablemente está hablando con el protagonista de la escena, así como dos coches aparcados en la cera más próxima y la fachada de una tienda ubicada al otro lado de la calle.
Fastuosa la fidelidad en la traducción de la textura y pliegues de la tela del traje, finura del sombrero y representación del tejido y corte más bastos del abrigo.
Por otra parte, el printista ha conseguido plasmar en todo su esplendor la zona de madera muy ornamentada de la parte baja de la tienda, manteniendo muy buen nivel de detalle tanto en las zonas más iluminadas como en las más oscuras, sin olvidar el bordillo de acceso en piedra y la rejilla metálica incrustada en el suelo que lo corona, reproducidos con gran autenticidad, incluyendo la suciedad y polvo producto de las pisadas.
© Inge Morath / Magnum Photos
© Inge Morath / Magnum Photos
En la cuarta fotografía, vemos dos damas con porte victoriano que se disponen a cruzar una calle de la New Bond Street junto a un típico buzón de correos británico. De nuevo, Inge Morath, situada con su cámara en mitad de uno de los más lujosos distritos londinenses, capta una escena peculiar: dos mujeres lujosamente vestidas se disponen a cruzar una calle, con sendas pieles de zorro sobre su hombro derecho. Es una imagen que hoy parecería esencialmente grotesca, pero que durante los años cincuenta era algo perfectamente normal en el opulento South West londinense, donde la ostentación de riqueza era algo cotidiano.
La simbología de la imagen es poderosa, así como los mensajes que transmite: lujo desmedido e inmovilismo por parte de personas sin problemas económicos en contraposición a la mayoría de la población que tiene que luchar el día a día, típico buzón de correos inglés a la izquierda del fotograma actuando como elemento alegórico con respecto al establishment social y económico de la época, etc.
La riqueza compositiva de la imagen (marcada por la perpendicularidad geométrica e imaginaria representada tanto por las líneas verticales del edificio al otro lado de la calzada y del buzón como por las siete personas que aparecen en la foto) es encomiable, ya que al dúo de damas y toda su cara y prolija indumentaria (que incluye también lujosos sombreros probablemente comprados en Herbert Johnson y gran bolso negro y blanco respectivamente) y al mencionado buzón de correos, hay que añadir un bobby londinense que cruza en bicicleta (y que aparece entre el buzón y la señora que mira a la derecha), otra dama que camina y puede observarse tras el policía y tres personas más en el extremo derecho del fotograma, que acaban de doblar la esquina y se alejan siguiendo la dirección del coche que se aprecia justo delante de ellos.
La fotografía está realizada a una velocidad de obturación intermedia, por lo que tanto la fachada de la tienda que se ve al fondo como los cinco personajes adyacentes en movimiento aparecen desenfocados, aunque en este sentido lo que más destaca es el blurring del bobby en bicicleta, que aporta sensación motriz, cosa que no ocurriría si el movimiento hubiera sido congelado con una velocidad de obturación alta y la bicicleta y el policía londinense aparecieran perfectamente enfocados.
La simbología de la imagen es poderosa, así como los mensajes que transmite: lujo desmedido e inmovilismo por parte de personas sin problemas económicos en contraposición a la mayoría de la población que tiene que luchar el día a día, típico buzón de correos inglés a la izquierda del fotograma actuando como elemento alegórico con respecto al establishment social y económico de la época, etc.
La riqueza compositiva de la imagen (marcada por la perpendicularidad geométrica e imaginaria representada tanto por las líneas verticales del edificio al otro lado de la calzada y del buzón como por las siete personas que aparecen en la foto) es encomiable, ya que al dúo de damas y toda su cara y prolija indumentaria (que incluye también lujosos sombreros probablemente comprados en Herbert Johnson y gran bolso negro y blanco respectivamente) y al mencionado buzón de correos, hay que añadir un bobby londinense que cruza en bicicleta (y que aparece entre el buzón y la señora que mira a la derecha), otra dama que camina y puede observarse tras el policía y tres personas más en el extremo derecho del fotograma, que acaban de doblar la esquina y se alejan siguiendo la dirección del coche que se aprecia justo delante de ellos.
La fotografía está realizada a una velocidad de obturación intermedia, por lo que tanto la fachada de la tienda que se ve al fondo como los cinco personajes adyacentes en movimiento aparecen desenfocados, aunque en este sentido lo que más destaca es el blurring del bobby en bicicleta, que aporta sensación motriz, cosa que no ocurriría si el movimiento hubiera sido congelado con una velocidad de obturación alta y la bicicleta y el policía londinense aparecieran perfectamente enfocados.
© Inge Morath / Magnum Photos
En la quinta fotografía, observamos a una mujer que lleva un pequeño perro en sus manos mientras fuma y camina apresuradamente, avanzando paralela a una sucursal del Lloyds Bank Limited, con una venda visible en su pierna derecha y captada absorta en sus pensamientos, mientras prosigue su marcha llevando un bolso colgado de su muñeca izquierda, al tiempo que sujeta su perro de compañía pequinés entre sus manos, en postura más bien incómoda.
El timing de liberación del obturador de la Leica telemétrica de 35 mm es muy preciso, justo en el momento en que la mujer está a punto de apoyar su pierna izquierda en el suelo, lo cual confiere dinamismo a la escena.
Igualmente, Inge Morath, fotógrafa de gran sensibilidad, transmite la probable soledad que preside la existencia de esta mujer, recluída en su propio microcosmos.
Advertimos también la presencia fugaz de otra mujer que está entrando en el citado banco justo en este preciso instante, y cuyo cuerpo se halla en gran medida tapado por la protagonista principal de la imagen.
El timing de liberación del obturador de la Leica telemétrica de 35 mm es muy preciso, justo en el momento en que la mujer está a punto de apoyar su pierna izquierda en el suelo, lo cual confiere dinamismo a la escena.
Igualmente, Inge Morath, fotógrafa de gran sensibilidad, transmite la probable soledad que preside la existencia de esta mujer, recluída en su propio microcosmos.
Advertimos también la presencia fugaz de otra mujer que está entrando en el citado banco justo en este preciso instante, y cuyo cuerpo se halla en gran medida tapado por la protagonista principal de la imagen.
© Inge Morath / Magnum Photos
Una nueva fotografía nos muestra la lujosa Galería Comercial Burlington atestada de público (especialmente hombres maduros trajeados con corbata y sombrero, sobre todo el que fuma en primer plano a la derecha, magistralmente captado por Inge Morath, apurando al máximo el borde inferior del fotograma para que esté lo más cerca posible de la cámara –atención a la impresionante precisión ya que el borde del negativo coincide con el final de la sombra del zapato desenfocado, cuya suela está todavía en el aire, lo cual aporta una espléndida sensación motriz- al tiempo que otro caballero avanza en su misma dirección con un paraguas en la mano y también captado con gran habilidad mientras apoya su pierna derecha en el suelo y la otra se haya en movimiento) que camina en ambas direcciones o bien contempla los escaparates, todo ello enmarcado por los grandes candiles colgados del techo, cada vez más desenfocados hacia el fondo del gran pasillo, conforme la profundidad de campo se va reduciendo progresivamente.
Admirable el uso por parte de Inge Morath de la luz natural que penetra a través del gran techo acristalado longitudinal situado a gran altura sobre el público (buena parte del cual se aprecia en la zona superior derecha del fotograma).
Por otra parte, la fotógrafa austríaca capta la muy característica atmósfera que impregna las zonas comerciales más lujosas y clásicas de Londres, de las cuales Burlington Arcades es un claro ejemplo desde 1819 en que tuvo lugar su apertura, con su ir y venir de gentes ávidas por comprar todo tipo de artículos de lujo (joyas, calzado, ropa de marca, perfumes, antigüedades, etc) a la venta en sus abundantes y exóticas tiendas, en medio de un cierto bullicio contenido imperante.
Admirable el uso por parte de Inge Morath de la luz natural que penetra a través del gran techo acristalado longitudinal situado a gran altura sobre el público (buena parte del cual se aprecia en la zona superior derecha del fotograma).
Por otra parte, la fotógrafa austríaca capta la muy característica atmósfera que impregna las zonas comerciales más lujosas y clásicas de Londres, de las cuales Burlington Arcades es un claro ejemplo desde 1819 en que tuvo lugar su apertura, con su ir y venir de gentes ávidas por comprar todo tipo de artículos de lujo (joyas, calzado, ropa de marca, perfumes, antigüedades, etc) a la venta en sus abundantes y exóticas tiendas, en medio de un cierto bullicio contenido imperante.
© Inge Morath / Magnum Photos
En la séptima fotografía, Inge Morath ha captado a una chica joven en manga corta empleada de una tienda de ropa femenina (ubicada en el distrito londinense de Mayfair) que está arreglando un pantalón apoyado sobre una silla, mientras es observada desde fuera, a través de los cristales del escaparate, por dos mujeres que llevan abrigo largo (mientras un coche cruza detrás de ellas de derecha a izquierda y múltiples reflejos adquieren protagonismo prácticamente en toda la superficie del fotograma).
Esta fotografía destaca, como es habitual en Inge Morath, por su riqueza compositiva, ya que a la chica que arregla el pantalón y a las dos mujeres que miran el escaparate desde la acera exterior, hay que añadir la presencia de un coche que avanza por la calzada de derecha a izquierda, y dos caballeros con maletines de cuero (visibles en la imagen a pocos metros más allá del vehículo) que caminan a través de la otra acera que aparece al fondo y en la que se aprecian tres tiendas.
Pero la complejidad de la fotografía (mucho más prolija por ejemplo que el escaparate de la tienda de ropa femenina A.Simon, fotografiado con placas de película química de gran formato b y n por Eugène Atget en el Boulevard de Strasbourg de París en 1905 y la tienda de ropa masculina en Avenue des Gobelins en 1925, o “Lunchroom Window”, fotografía hecha por Walker Evans en 1929 a través de un cristal en la que se aprecian tres yuppies de la época almorzando en un pequeño restaurante neoyorkino de comida rápida entre Lexington Avenue y la Calle 44, al tiempo que diversos reflejos de cosas fuera del local cobran protagonismo en el cristal ) es aún mayor de lo que pudiera parecer, ya que Inge Morath deja intencionadamente el hueco suficiente entre su brazo derecho y el gran cristal escaparate más próximo al objetivo de la cámara que la separa de la chica, de tal manera que las personas que están de pie a su derecha mirando también a la chica, quedan reflejadas en el cristal principal de la imagen que ocupa la zona central de la fotografía (a través del cual mira la mujer que lleva abrigo con forro de piel en su parte superior, paraguas, bolso negro y una bolsa blanca, pero que no es el cristal a través del cual mira Inge Morath, sino que se trata del gran panel de vidrio escaparate situado al otro lado de la chica que arregla el pantalón), a través del cual observamos también la parte superior de una señal de tráfico que sobresale por encima de la cabeza de la mujer con abrigo, paraguas y bolsa blanca.
Así pues, son muchas las personas y cosas situadas tanto junto a Inge Morath como a su espalda y que aparecen reflejadas en el gran cristal escaparate más próximo a la fotógrafa austríaca: una mujer parada mirando a la chica (cuya cabeza y gorro sobresalen por encima de la mujer con paraguas), otra que cruza caminando (de la cual sólo se vislumbra la parte baja de la pierna y su zapato y que aparece reflejada en la zona central del cuerpo de la mujer con paraguas), una berlina de gran tamaño (que abarca desde el extremo central derecho del fotograma, justo detrás de los dos caballeros citados que caminan con maletines, hasta su rueda delantera izquierda y guardabarros que se observan en el centro geométrico del fotograma), un coche clásico descapotable (que se aprecia en la mitad central izquierda del fotograma junto al visillo blanco), así como abundantes reflejos de tiendas y ventanas del bloque de viviendas ubicado detrás de Inge Morath, al otro lado del tramo de acera que no aparece en imagen pero sobre el cual hay varias personas de pie mirando el interior de la acera, sin olvidar tres mujeres charlando y un matrimonio que pasa junto a ellos caminando, y cuyas figuras aparecen también reflejadas en pequeño tamaño sobre el cristal, debajo del número 113 y las letras PH que se aprecian justo a la izquierda de la zona superior de la citada señal de tráfico.
Esta fotografía destaca, como es habitual en Inge Morath, por su riqueza compositiva, ya que a la chica que arregla el pantalón y a las dos mujeres que miran el escaparate desde la acera exterior, hay que añadir la presencia de un coche que avanza por la calzada de derecha a izquierda, y dos caballeros con maletines de cuero (visibles en la imagen a pocos metros más allá del vehículo) que caminan a través de la otra acera que aparece al fondo y en la que se aprecian tres tiendas.
Pero la complejidad de la fotografía (mucho más prolija por ejemplo que el escaparate de la tienda de ropa femenina A.Simon, fotografiado con placas de película química de gran formato b y n por Eugène Atget en el Boulevard de Strasbourg de París en 1905 y la tienda de ropa masculina en Avenue des Gobelins en 1925, o “Lunchroom Window”, fotografía hecha por Walker Evans en 1929 a través de un cristal en la que se aprecian tres yuppies de la época almorzando en un pequeño restaurante neoyorkino de comida rápida entre Lexington Avenue y la Calle 44, al tiempo que diversos reflejos de cosas fuera del local cobran protagonismo en el cristal ) es aún mayor de lo que pudiera parecer, ya que Inge Morath deja intencionadamente el hueco suficiente entre su brazo derecho y el gran cristal escaparate más próximo al objetivo de la cámara que la separa de la chica, de tal manera que las personas que están de pie a su derecha mirando también a la chica, quedan reflejadas en el cristal principal de la imagen que ocupa la zona central de la fotografía (a través del cual mira la mujer que lleva abrigo con forro de piel en su parte superior, paraguas, bolso negro y una bolsa blanca, pero que no es el cristal a través del cual mira Inge Morath, sino que se trata del gran panel de vidrio escaparate situado al otro lado de la chica que arregla el pantalón), a través del cual observamos también la parte superior de una señal de tráfico que sobresale por encima de la cabeza de la mujer con abrigo, paraguas y bolsa blanca.
Así pues, son muchas las personas y cosas situadas tanto junto a Inge Morath como a su espalda y que aparecen reflejadas en el gran cristal escaparate más próximo a la fotógrafa austríaca: una mujer parada mirando a la chica (cuya cabeza y gorro sobresalen por encima de la mujer con paraguas), otra que cruza caminando (de la cual sólo se vislumbra la parte baja de la pierna y su zapato y que aparece reflejada en la zona central del cuerpo de la mujer con paraguas), una berlina de gran tamaño (que abarca desde el extremo central derecho del fotograma, justo detrás de los dos caballeros citados que caminan con maletines, hasta su rueda delantera izquierda y guardabarros que se observan en el centro geométrico del fotograma), un coche clásico descapotable (que se aprecia en la mitad central izquierda del fotograma junto al visillo blanco), así como abundantes reflejos de tiendas y ventanas del bloque de viviendas ubicado detrás de Inge Morath, al otro lado del tramo de acera que no aparece en imagen pero sobre el cual hay varias personas de pie mirando el interior de la acera, sin olvidar tres mujeres charlando y un matrimonio que pasa junto a ellos caminando, y cuyas figuras aparecen también reflejadas en pequeño tamaño sobre el cristal, debajo del número 113 y las letras PH que se aprecian justo a la izquierda de la zona superior de la citada señal de tráfico.
© Inge Morath / Magnum Photos
En la octava imagen, de nuevo la escritora Eveleigh Nash, esta vez sentada en un lujoso coche descubierto con el Mall del Palacio de Buckingham de fondo a la derecha y junto a su chófer particular (ambos miran a la cámara), mientras dos hombres que pasan andando al lado quedan enmarcados por la ventanilla de cristal del vehículo y varias personas más caminan por la zona arbolada de paseo que se ve a la izquierda en la distancia, conformando todo ello un ejemplo de composición con claras influencias de su maestro Henri Cartier Bresson.
La elegancia y clase de Inge Morath son muy tangibles en este encuadre caracterizado por dos zonas claramente diferenciadas: la de la izquierda, presidida por la puerta de acceso al coche de caballos, el chófer y especialmente la avenida con árboles y pequeñas figuras que se aprecian en la distancia (que evoca poderosamente la famosa fotografía que Henri-Cartier Bresson hizo en el Paseo del Prado de Madrid en 1932); y la de la derecha, dominada por la figura de la multimillonaria Eveleigh Nash que aparece con abrigo de pieles, guantes negros, pamela negra y pieles blancas para resguardar sus piernas del frío.
Inge Morath, una vez más, consigue favorecerla todo lo buenamente posible dadas las circunstancias y logra que la enérgica y autoritaria Eveleigh Nash aparezca incluso imbuida de cierta timidez, mientras conversan los dos hombres con sombrero que se aprecian a pocos metros y el chófer mira a la cámara con confianza, con todos los elementos del traje perfectamente ajustados para la ocasión. Se percibe claramente que Inge Morath ha conseguido una notable empatía previa no sólo con Eveleigh Nash, sino también con el chófer, que sabe que algo así es una vez en la vida e intenta aparecer lo más impecable posible. Es decir, el conductor, acostumbrado a una función esencialmente servicial a las órdenes de Eveleigh Nash, se ha dado cuenta de que Inge Morath piensa también en él y le concede notable importancia a la hora de hacer la foto, por lo que percibe su cuota de protagonismo, se vuelca y lo da todo.
La psicología, intuición, sensibilidad y experiencia vital de Inge Morath ejercen un influjo muy poderoso en las imágenes que obtiene, y prueba de ello es esta impresionante fotografía en la que tiene en cuenta muchas cosas distintas a la vez antes de decidir el timing y encuadre precisos, luchando al máximo por controlarlas todas, en medio de una íntima tensión brutal y máxima atención que se autoimpone previamente antes de apretar el botón de liberación de obturador de su Leica de rosca, además de estudiar siempre a conciencia con anterioridad las personas o motivos a fotografiar, tratando siempre de elegir los mejores momentos y calidades y direcciones de luz.
A destacar la riqueza de negros en la ropa de Eveleigh Nash y el chófer, con enorme nivel de detalle en el abrigo de piel de Eveleigh Nash y sus guantes, así como en la pamela, algo muy meritorio por parte del printista, ya que en este caso los negros se hallan en el extremo low key y son profundos a más no poder.
Por otra parte, se aprecia también en la imagen una portentosa diferenciación de los tipos de tejido en la ropa de los dos principales protagonistas y pese a la muy fuerte presencia de negros contundentes en Eveleigh Nash y su chófer por un lado y las amplias zonas del fotograma con blancos notorios por otro, la copia es muy equilibrada, sin que se disparen las altas luces en la mitad inferior izquierda del fotograma, ni en el tramo de cielo encima de la ventana de cristal del coche ni en la delgada franja horizontal del edificio que cruza sobre la pamela de Eveleigh Nash.
Espectacular en grado sumo el rostro curtido del chófer, captado hasta en sus más recónditos detalles por la película química de blanco y negro, que aunque en este caso posee un grano algo evidente, no importa en absoluto, ya que la belleza estética de imagen es soberbia, acompañada por una excelente riqueza en gama tonal y gran acutancia, sin olvidar la sutileza y minuciosidad en la traducción de la fina malla blanca que adorna la pamela de Eveleigh Nash.
Fotografía pura y dura y de calidad, aderezada por la plasmación vintage difuminada del edificio de la derecha (el Mall del Palacio de Buckingham), típica de muchas ópticas Leica de rosca de la época.
Se aprecia ligera distorsión en barrilete en las columnas sobre el sombrero de Eveleigh Nash, pero no importa en absoluto.
La elegancia y clase de Inge Morath son muy tangibles en este encuadre caracterizado por dos zonas claramente diferenciadas: la de la izquierda, presidida por la puerta de acceso al coche de caballos, el chófer y especialmente la avenida con árboles y pequeñas figuras que se aprecian en la distancia (que evoca poderosamente la famosa fotografía que Henri-Cartier Bresson hizo en el Paseo del Prado de Madrid en 1932); y la de la derecha, dominada por la figura de la multimillonaria Eveleigh Nash que aparece con abrigo de pieles, guantes negros, pamela negra y pieles blancas para resguardar sus piernas del frío.
Inge Morath, una vez más, consigue favorecerla todo lo buenamente posible dadas las circunstancias y logra que la enérgica y autoritaria Eveleigh Nash aparezca incluso imbuida de cierta timidez, mientras conversan los dos hombres con sombrero que se aprecian a pocos metros y el chófer mira a la cámara con confianza, con todos los elementos del traje perfectamente ajustados para la ocasión. Se percibe claramente que Inge Morath ha conseguido una notable empatía previa no sólo con Eveleigh Nash, sino también con el chófer, que sabe que algo así es una vez en la vida e intenta aparecer lo más impecable posible. Es decir, el conductor, acostumbrado a una función esencialmente servicial a las órdenes de Eveleigh Nash, se ha dado cuenta de que Inge Morath piensa también en él y le concede notable importancia a la hora de hacer la foto, por lo que percibe su cuota de protagonismo, se vuelca y lo da todo.
La psicología, intuición, sensibilidad y experiencia vital de Inge Morath ejercen un influjo muy poderoso en las imágenes que obtiene, y prueba de ello es esta impresionante fotografía en la que tiene en cuenta muchas cosas distintas a la vez antes de decidir el timing y encuadre precisos, luchando al máximo por controlarlas todas, en medio de una íntima tensión brutal y máxima atención que se autoimpone previamente antes de apretar el botón de liberación de obturador de su Leica de rosca, además de estudiar siempre a conciencia con anterioridad las personas o motivos a fotografiar, tratando siempre de elegir los mejores momentos y calidades y direcciones de luz.
A destacar la riqueza de negros en la ropa de Eveleigh Nash y el chófer, con enorme nivel de detalle en el abrigo de piel de Eveleigh Nash y sus guantes, así como en la pamela, algo muy meritorio por parte del printista, ya que en este caso los negros se hallan en el extremo low key y son profundos a más no poder.
Por otra parte, se aprecia también en la imagen una portentosa diferenciación de los tipos de tejido en la ropa de los dos principales protagonistas y pese a la muy fuerte presencia de negros contundentes en Eveleigh Nash y su chófer por un lado y las amplias zonas del fotograma con blancos notorios por otro, la copia es muy equilibrada, sin que se disparen las altas luces en la mitad inferior izquierda del fotograma, ni en el tramo de cielo encima de la ventana de cristal del coche ni en la delgada franja horizontal del edificio que cruza sobre la pamela de Eveleigh Nash.
Espectacular en grado sumo el rostro curtido del chófer, captado hasta en sus más recónditos detalles por la película química de blanco y negro, que aunque en este caso posee un grano algo evidente, no importa en absoluto, ya que la belleza estética de imagen es soberbia, acompañada por una excelente riqueza en gama tonal y gran acutancia, sin olvidar la sutileza y minuciosidad en la traducción de la fina malla blanca que adorna la pamela de Eveleigh Nash.
Fotografía pura y dura y de calidad, aderezada por la plasmación vintage difuminada del edificio de la derecha (el Mall del Palacio de Buckingham), típica de muchas ópticas Leica de rosca de la época.
Se aprecia ligera distorsión en barrilete en las columnas sobre el sombrero de Eveleigh Nash, pero no importa en absoluto.
© Inge Morath / Magnum Photos
La novena fotografía muestra un concierto interpretado por músicos ciegos con acordeones y trompetas en el Shepherd Market de Londres a pleno sol, imagen de notable contraste, captada desde una posición elevada y con fuertes sombras proyectadas sobre el suelo. No es un punto de toma tan elevado de los que tanto gustaba por ejemplo Lázsló Moholy-Nagy en obras como “ Reinforced Concrete Plane, 1929” o “Scandinavia, 1930”, donde el genial fotógrafo y escultor húngaro obtiene composiciones abstractas sustentadas en diagonales simétricas buscando con la fotografía el desafío de los convencionalismos respecto a la percepción visual.
Con esta imagen, Inge Morath no busca abrir nuevos caminos fotográficos ni ninguna modelación espacio luz, constructivismos o elementos cinéticos algunos. Simplemente, elige un punto alto por encima de las personas que quiere fotografiar que le permita la máxima transmisión y calado posible de su mensaje, creando una imagen que difiere enormemente de las anteriores, tanto desde el punto de vista del modo en que se enfrenta a los sujetos a fotografiar como sobre todo al contexto social y humano plasmado, ya que en este caso los actores principales no son personajes pertenecientes a la alta sociedad o de posición económica muy desahogada en las zonas más opulentas de la City londinense, sino que se trata de músicos ciegos que tocan en la pequeña plaza Shepherd Market (ubicada en el distrito de Mayfair, entre Curzon Street y Piccadilly, y residencia habitual de celebridades internacionales de las más diversas esferas) intentando que los acaudalados vecinos de la zona les den un dinero con el que ganarse la vida.
La escena está fuertemente impregnada de humanismo y sensibilidad, cuyo epicentro se halla en el ciego ubicado en la mitad inferior derecha del fotograma (que lleva un letrero “Blind” en el pecho y otro colgado detrás de su cuello) que apoya su mano derecha en el hombro izquierdo del acordeonista a su lado para orientarse mejor. Se trata evidentemente de gente necesitada de ayuda en el más amplio sentido de la frase.
Probablemente algunos de los ciegos lo son a consecuencia de su participación como combatientes del ejército inglés en la Segunda Guerra Mundial aproximadamente una década antes.
Es una fotografía muy poderosa y fortísimas las sensaciones que transmite, sobre todo de soledad, angustia y duras condiciones de vida en un día y momento puntual captado por Inge Morath, mujer de gran sensibilidad, cultura y gran políglota, en mitad del distrito de Mayfair, el más rico de la capital británica.
La fotógrafa austríaca les capta con inevitables dosis de piedad, pero sin un atisbo de sensacionalismo, dignificándolos y con enorme respeto hacia ellos, describiendo la realidad cotidiana pura y dura de estas personas comparada con la inmensa mayoría de los adinerados habitantes del barrio en el que están tocando justo en ese instante.
Las fuertes sombras alargadas aportan intensas connotaciones dramáticas, en una fotografía en la que Inge Morath aborda el tema de la ceguera de un modo distinto por ejemplo al formalismo retratista del famoso daguerrotipo de la Escuela Americana y autor desconocido “Blind Man and His Reader” (realizado en la década a partir de 1840 y en el que posan para la cámara un hombre ciego con bastón, gafas muy oscuras y gorra y a su derecha un muchacho que sostiene en sus manos el periódico New York Herald) o la tremenda y muy descarnada fotografía “Blind Street Beggar” realizada por Paul Strand en 1916 y que fue publicada en 1917 en la revista Camera Work de Alfred Stieglitz (donde capta a una mendiga invidente, con su ojo derecho cerrado y en muy mal estado, provocando una reacción convulsa en el observador y mostrando a la vez una latente injusticia y desatención hacia ciertos colectivos humanos desfavorecidos que sigue los pasos del reformismo social de Lewis Hine), etc.
Inge Morath no es una streeter confrontacional directa a más no poder invadiendo frecuentemente las más cortas distancias con respecto a las personas fotografiadas, al estilo de Gary Winogrand, Robert Frank o Bruce Gilden (maestros consumados de la aproximación radical al sujeto, que con frecuencia utilizan angulares y gran angulares preenfocados y toman fotografías con brutal rapidez). Es una aristócrata de la creación de imágenes, repleta de delicadeza y clase, no exentas de raza, carácter y notable velocidad de acción. Pero sabe que lo suyo no es el infighting. Tampoco lo necesita. Conoce muy bien cuales son sus límites y sus distancias, magnamente influenciados por la visión previa como editora de miles de contactos de 35 mm del Sumo Sacerdote del Telémetro, que han marcado su génesis como fotógrafa pocos meses antes, así como su decantación por el objetivo standard de 50 mm para realizar un porcentaje muy elevado de su producción fotográfica. Trata de captar la realidad con la mayor verosimilitud posible, plasmando a seres humanos en sus contextos vitales más representativos, esforzándose al máximo posible por actuar en todo momento en calidad de observadora no observada, siguiendo el ideal Cartier Bressoniano de búsqueda del anonimato entre la gente para intentar pasar desapercibida mientras produce las fotografías que han de narrar historias vitales, todo ello complementado por una búsqueda constante de la belleza fotográfica y la mayor perfección geométrica y compositiva posible heredadas de su Maestro.
Y en este caso, el punto elevado que elige intencionadamente le permite pasar totalmente inadvertida y lograr su propósito de máxima naturalidad posible, ya que Inge Morath no quiere un posado y una aproximación mayor pie en tierra ubicada junto a los músicos invidentes probablemente habría delatado su presencia ante la extraordinaria percepción auditiva que suelen tener los ciegos, aparte del hecho de que la fotografía habría sido totalmente distinta.
Excelente una vez más la labor del printista, que ha conseguido loable detalle en las sombras predominantes de los tres músicos protagonistas, en las zonas más low key de la farola de la izquierda y pierna derecha del músico ciego que toca el banjo en la mitad superior derecha del fotograma e incluso en el límite high key constituido por la trompeta del músico que está de pie junto al que lleva el banjo, la zona iluminada del paquete que lleva en su mano izquierda el ya citado ciego con bastón blanco que apoya su mano derecha en el hombro de su compañero invidente y la pequeña porción derecha de la canasta de mimbre que sobresale por encima del hombro izquierdo del músico que toca el acordeón con las teclas orientadas hacia el objetivo de la Leica en montura de rosca LTM39 de Inge Morath.
Existe también una manifiesta antítesis entre la calidad del suelo donde se hallan de pie los músicos invidentes (repleto de manchas, suciedad, con múltiples costras y zonas desgastadas) y el pavimento de la izquierda (en el que se atisban dos probables residentes en el barrio que cruzan fugazmente), en mucho mejor estado de conservación, bastante más lujoso y aderezado por la ornamentada farola. Se trata de dos mundos bien distintos, con calidades de vida obviamente también muy diferentes, de lo cual da fé Inge Morath con elevadas dosis de reivindicación y protesta ante las desigualdades sociales.
La ocultación quizá intencionada de las cabezas tanto del músico con trompeta como del que toca el banjo (ninguno de los otros tres está mirando a la cámara y sólo se distingue el rostro del que tiene su espalda pegada a la gran canasta de mimbre), podría aludir al anonimato que preside las vidas de estas personas invidentes, que enlazaría con la a menudo indiferencia colectiva anónima de las clases más pudientes quizá ejemplificadas también por la dama (justo a la derecha de la zona superior de la columna) y el caballero (del que sólo se aprecian parte de la tela de su traje y pantalón y su zapato derecho a la izquierda de la farola) residentes en este barrio “chic” londinense, de los cuales no vemos sus rostros, y que cruzan impertérritos frente a ellos, ajenos a los problemas de estos músicos antes, durante y después de este momento especial convertido en atemporal por la gran Inge Morath.
Cabe mencionar también la vívida captación del grueso garfio de hierro y su soporte, que aun estando fuera de foco, mantienen perfectamente distinguibles tanto sus contornos como el óxido.
Con esta imagen, Inge Morath no busca abrir nuevos caminos fotográficos ni ninguna modelación espacio luz, constructivismos o elementos cinéticos algunos. Simplemente, elige un punto alto por encima de las personas que quiere fotografiar que le permita la máxima transmisión y calado posible de su mensaje, creando una imagen que difiere enormemente de las anteriores, tanto desde el punto de vista del modo en que se enfrenta a los sujetos a fotografiar como sobre todo al contexto social y humano plasmado, ya que en este caso los actores principales no son personajes pertenecientes a la alta sociedad o de posición económica muy desahogada en las zonas más opulentas de la City londinense, sino que se trata de músicos ciegos que tocan en la pequeña plaza Shepherd Market (ubicada en el distrito de Mayfair, entre Curzon Street y Piccadilly, y residencia habitual de celebridades internacionales de las más diversas esferas) intentando que los acaudalados vecinos de la zona les den un dinero con el que ganarse la vida.
La escena está fuertemente impregnada de humanismo y sensibilidad, cuyo epicentro se halla en el ciego ubicado en la mitad inferior derecha del fotograma (que lleva un letrero “Blind” en el pecho y otro colgado detrás de su cuello) que apoya su mano derecha en el hombro izquierdo del acordeonista a su lado para orientarse mejor. Se trata evidentemente de gente necesitada de ayuda en el más amplio sentido de la frase.
Probablemente algunos de los ciegos lo son a consecuencia de su participación como combatientes del ejército inglés en la Segunda Guerra Mundial aproximadamente una década antes.
Es una fotografía muy poderosa y fortísimas las sensaciones que transmite, sobre todo de soledad, angustia y duras condiciones de vida en un día y momento puntual captado por Inge Morath, mujer de gran sensibilidad, cultura y gran políglota, en mitad del distrito de Mayfair, el más rico de la capital británica.
La fotógrafa austríaca les capta con inevitables dosis de piedad, pero sin un atisbo de sensacionalismo, dignificándolos y con enorme respeto hacia ellos, describiendo la realidad cotidiana pura y dura de estas personas comparada con la inmensa mayoría de los adinerados habitantes del barrio en el que están tocando justo en ese instante.
Las fuertes sombras alargadas aportan intensas connotaciones dramáticas, en una fotografía en la que Inge Morath aborda el tema de la ceguera de un modo distinto por ejemplo al formalismo retratista del famoso daguerrotipo de la Escuela Americana y autor desconocido “Blind Man and His Reader” (realizado en la década a partir de 1840 y en el que posan para la cámara un hombre ciego con bastón, gafas muy oscuras y gorra y a su derecha un muchacho que sostiene en sus manos el periódico New York Herald) o la tremenda y muy descarnada fotografía “Blind Street Beggar” realizada por Paul Strand en 1916 y que fue publicada en 1917 en la revista Camera Work de Alfred Stieglitz (donde capta a una mendiga invidente, con su ojo derecho cerrado y en muy mal estado, provocando una reacción convulsa en el observador y mostrando a la vez una latente injusticia y desatención hacia ciertos colectivos humanos desfavorecidos que sigue los pasos del reformismo social de Lewis Hine), etc.
Inge Morath no es una streeter confrontacional directa a más no poder invadiendo frecuentemente las más cortas distancias con respecto a las personas fotografiadas, al estilo de Gary Winogrand, Robert Frank o Bruce Gilden (maestros consumados de la aproximación radical al sujeto, que con frecuencia utilizan angulares y gran angulares preenfocados y toman fotografías con brutal rapidez). Es una aristócrata de la creación de imágenes, repleta de delicadeza y clase, no exentas de raza, carácter y notable velocidad de acción. Pero sabe que lo suyo no es el infighting. Tampoco lo necesita. Conoce muy bien cuales son sus límites y sus distancias, magnamente influenciados por la visión previa como editora de miles de contactos de 35 mm del Sumo Sacerdote del Telémetro, que han marcado su génesis como fotógrafa pocos meses antes, así como su decantación por el objetivo standard de 50 mm para realizar un porcentaje muy elevado de su producción fotográfica. Trata de captar la realidad con la mayor verosimilitud posible, plasmando a seres humanos en sus contextos vitales más representativos, esforzándose al máximo posible por actuar en todo momento en calidad de observadora no observada, siguiendo el ideal Cartier Bressoniano de búsqueda del anonimato entre la gente para intentar pasar desapercibida mientras produce las fotografías que han de narrar historias vitales, todo ello complementado por una búsqueda constante de la belleza fotográfica y la mayor perfección geométrica y compositiva posible heredadas de su Maestro.
Y en este caso, el punto elevado que elige intencionadamente le permite pasar totalmente inadvertida y lograr su propósito de máxima naturalidad posible, ya que Inge Morath no quiere un posado y una aproximación mayor pie en tierra ubicada junto a los músicos invidentes probablemente habría delatado su presencia ante la extraordinaria percepción auditiva que suelen tener los ciegos, aparte del hecho de que la fotografía habría sido totalmente distinta.
Excelente una vez más la labor del printista, que ha conseguido loable detalle en las sombras predominantes de los tres músicos protagonistas, en las zonas más low key de la farola de la izquierda y pierna derecha del músico ciego que toca el banjo en la mitad superior derecha del fotograma e incluso en el límite high key constituido por la trompeta del músico que está de pie junto al que lleva el banjo, la zona iluminada del paquete que lleva en su mano izquierda el ya citado ciego con bastón blanco que apoya su mano derecha en el hombro de su compañero invidente y la pequeña porción derecha de la canasta de mimbre que sobresale por encima del hombro izquierdo del músico que toca el acordeón con las teclas orientadas hacia el objetivo de la Leica en montura de rosca LTM39 de Inge Morath.
Existe también una manifiesta antítesis entre la calidad del suelo donde se hallan de pie los músicos invidentes (repleto de manchas, suciedad, con múltiples costras y zonas desgastadas) y el pavimento de la izquierda (en el que se atisban dos probables residentes en el barrio que cruzan fugazmente), en mucho mejor estado de conservación, bastante más lujoso y aderezado por la ornamentada farola. Se trata de dos mundos bien distintos, con calidades de vida obviamente también muy diferentes, de lo cual da fé Inge Morath con elevadas dosis de reivindicación y protesta ante las desigualdades sociales.
La ocultación quizá intencionada de las cabezas tanto del músico con trompeta como del que toca el banjo (ninguno de los otros tres está mirando a la cámara y sólo se distingue el rostro del que tiene su espalda pegada a la gran canasta de mimbre), podría aludir al anonimato que preside las vidas de estas personas invidentes, que enlazaría con la a menudo indiferencia colectiva anónima de las clases más pudientes quizá ejemplificadas también por la dama (justo a la derecha de la zona superior de la columna) y el caballero (del que sólo se aprecian parte de la tela de su traje y pantalón y su zapato derecho a la izquierda de la farola) residentes en este barrio “chic” londinense, de los cuales no vemos sus rostros, y que cruzan impertérritos frente a ellos, ajenos a los problemas de estos músicos antes, durante y después de este momento especial convertido en atemporal por la gran Inge Morath.
Cabe mencionar también la vívida captación del grueso garfio de hierro y su soporte, que aun estando fuera de foco, mantienen perfectamente distinguibles tanto sus contornos como el óxido.
© Inge Morath / Magnum Photos
Y en la décima imagen, vemos un caballero trajeado y ataviado con sombrero de copa charlando con una mujer de mediana edad mientras apoya su codo izquierdo en un contenedor de basura con ruedas, etc.
Siguiendo las enseñanzas de su mentor, Inge Morath, además de confirmar por enésima vez su proverbial elegancia a la hora de crear imágenes, se nos muestra como una fotógrafa especializada en la captación de momentos especiales, fugaces, repletos de esos pequeños detalles tan importantes que marcan la diferencia y que ella, una y otra vez, consigue convertir en atemporales mediante su cámara Leica, trabajando después magistralmente con las hojas de contactos de 35 mm a la hora de editar, labor en la que también fue durante muchos años una consumada y muy apreciada experta dentro de la Agencia Magnum (su maestro en esta faceta había sido Simon Guttman, editor de Picture Post y director de la Agencia Report y anteriormente había trabajado también en este ámbito con Heute), hasta el punto de que era ella quien seleccionaba habitualmente las fotografías hechas por el Sumo Sacerdote del Telémetro y otros miembros de la entidad, con el mérito añadido de ser junto con Eve Arnold una de las primeras mujeres en haber formado parte de Magnum, convirtiéndose además en viajera infatigable y gran políglota que hizo reportajes por muchos países del mundo (Gran Bretaña, España, China, Rusia, Japón, Estados Unidos, Austria, Alemania, Oriente Medio, Africa y Sudamérica) tanto para Magnum como para publicaciones como Holiday, Paris Match, Vogue, así como abundantes libros y más de treinta monografías, siendo igualmente una acreditada fotógrafa de escenas cinematográficas que destacó en películas como Moulin Rouge de John Houston, The Misfits, etc.
ERICH LESSING
12 fotografías, dos de las cuales fueron hechas en Coburg (Alemania) en 1953 y diez en Viena (Austria) en 1954:
- “ Banda Musical de Patrulla Fronteriza Alemana “. Coburg (Alemania). 1953
- “ Patrulla fronteriza de soldados alemanes durante unas maniobras “. Coburg (Alemania). 1953
- “ Niños Vieneses ”. Jardines Belvedere, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Desfile del 1 de Mayo, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Patio de Recreo delante del Ayuntamiento, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Coro de los Niños Cantores de Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Subiendo una Rampa, Jardines Belvedere, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. En El Prater, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Niñas jugando en una Fuente, Parque de Recreo delante del Ayuntamiento, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses “. Niños Jugando junto a la Iglesia de San Carlos, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Enclave Vacacional Gänsehäufel en el Antiguo Danubio, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Wienerwald, Viena (Austria). 1954
Siguiendo las enseñanzas de su mentor, Inge Morath, además de confirmar por enésima vez su proverbial elegancia a la hora de crear imágenes, se nos muestra como una fotógrafa especializada en la captación de momentos especiales, fugaces, repletos de esos pequeños detalles tan importantes que marcan la diferencia y que ella, una y otra vez, consigue convertir en atemporales mediante su cámara Leica, trabajando después magistralmente con las hojas de contactos de 35 mm a la hora de editar, labor en la que también fue durante muchos años una consumada y muy apreciada experta dentro de la Agencia Magnum (su maestro en esta faceta había sido Simon Guttman, editor de Picture Post y director de la Agencia Report y anteriormente había trabajado también en este ámbito con Heute), hasta el punto de que era ella quien seleccionaba habitualmente las fotografías hechas por el Sumo Sacerdote del Telémetro y otros miembros de la entidad, con el mérito añadido de ser junto con Eve Arnold una de las primeras mujeres en haber formado parte de Magnum, convirtiéndose además en viajera infatigable y gran políglota que hizo reportajes por muchos países del mundo (Gran Bretaña, España, China, Rusia, Japón, Estados Unidos, Austria, Alemania, Oriente Medio, Africa y Sudamérica) tanto para Magnum como para publicaciones como Holiday, Paris Match, Vogue, así como abundantes libros y más de treinta monografías, siendo igualmente una acreditada fotógrafa de escenas cinematográficas que destacó en películas como Moulin Rouge de John Houston, The Misfits, etc.
ERICH LESSING
12 fotografías, dos de las cuales fueron hechas en Coburg (Alemania) en 1953 y diez en Viena (Austria) en 1954:
- “ Banda Musical de Patrulla Fronteriza Alemana “. Coburg (Alemania). 1953
- “ Patrulla fronteriza de soldados alemanes durante unas maniobras “. Coburg (Alemania). 1953
- “ Niños Vieneses ”. Jardines Belvedere, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Desfile del 1 de Mayo, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Patio de Recreo delante del Ayuntamiento, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Coro de los Niños Cantores de Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Subiendo una Rampa, Jardines Belvedere, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. En El Prater, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Niñas jugando en una Fuente, Parque de Recreo delante del Ayuntamiento, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses “. Niños Jugando junto a la Iglesia de San Carlos, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Enclave Vacacional Gänsehäufel en el Antiguo Danubio, Viena (Austria). 1954
- “ Niños Vieneses ”. Wienerwald, Viena (Austria). 1954
Algunas fotografías de la serie de Erich Lessing en el interior de Westlicht. Foto: José Manuel Serrano Esparza
Lessing, toda una institución en la fotografía mundial desde la segunda mitad de la década de los cuarenta con respecto a imágenes que reflejaban la devastación provocada por la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias sociales, económicas y políticas sobre la población civil (como por ejemplo sus series sobre refugiados alemanes del este huídos a Alemania Federal, turcos emigrados de Bulgaria, etc), sin olvidar excelsos reportajes fotográficos sobre acontecimientos turbulentos como la Revolución Húngara de 1956, la crisis de Argelia de 1958, la cobertura de importantes cumbres políticas como la de Ginebra en 1955, la famosa serie fotografiando a Herbert von Karajan y el pianista canadiense Glenn Gould con Berliner Philharmoniker en Berlín Oeste en 1957, reportajes sociales y laborales como los realizados en Yugoslavia en 1952 con su serie “Consejo de Trabajadores”, en Polonia, Checoslovaquia y Rumanía, e incluso fotografía de escenas en famosas películas como Moby Dick y Cantando Bajo la Lluvia, se nos muestra en todo su esplendor fotográfico en esta serie titulada Niños Vieneses, realizada además en su ciudad natal.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la primera fotografía, Lessing está en el epicentro de la acción, incrustado en mitad de una banda de música militar de Coburg (Alemania) y capta a dos niños que vencidos por la curiosidad se han adentrado hasta ese punto y están ya rodeados por soldados que tocan tambores, trombones, etc. El chico más próximo al fotógrafo tiene las manos en los bolsillos y mira fijamente al soldado (situado a la izquierda del fotograma) que frente a él toca el tambor mientras el segundo niño, con el brazo izquierdo doblado en postura extraña, mira en otra dirección hacia la derecha de la imagen y parece pensativo. Todo ello es contemplado por abundante público al que se vislumbra a bastantes metros de distancia al fondo del fotograma, y separados de los niños y el fotógrafo por los muchos músicos militares que interpretan la melodía. La baja velocidad de obturación contribuye a acentuar la sensación motriz del soldado a punto de golpear el tambor con el bastón borroso.
Se trata pues de un momento muy especial e insólito, ya que tanto ambos niños como el fotógrafo se hallan en un lugar donde en condiciones normales no deberían estar. Se vislumbra también la presencia de un tercer niño a la derecha.
El grano perceptible (aunque en modo alguno excesivo) de la emulsión, sobre todo en la cara de los niños, aporta una inefable belleza estética complementada por la riqueza de detalle y texturas tanto en su ropa como en la de los soldados. Copia vintage de élite con muy extenso intervalo tonal que va desde el blanco más níveo de la mano desenfocada del soldado que toca el tambor, pasando por la parte izquierda del cuello de la camisa del niño con las manos en los bolsillos hasta el brillo del borde derecho de los trombones y la pared blanca que se aprecia en la mitad superior izquierda hasta los negros más profundos de las zonas más oscuras del uniforme de los músicos. Gran realismo en la traducción de la textura de los metales y área de impacto desgastada de los tambores.
Se trata pues de un momento muy especial e insólito, ya que tanto ambos niños como el fotógrafo se hallan en un lugar donde en condiciones normales no deberían estar. Se vislumbra también la presencia de un tercer niño a la derecha.
El grano perceptible (aunque en modo alguno excesivo) de la emulsión, sobre todo en la cara de los niños, aporta una inefable belleza estética complementada por la riqueza de detalle y texturas tanto en su ropa como en la de los soldados. Copia vintage de élite con muy extenso intervalo tonal que va desde el blanco más níveo de la mano desenfocada del soldado que toca el tambor, pasando por la parte izquierda del cuello de la camisa del niño con las manos en los bolsillos hasta el brillo del borde derecho de los trombones y la pared blanca que se aprecia en la mitad superior izquierda hasta los negros más profundos de las zonas más oscuras del uniforme de los músicos. Gran realismo en la traducción de la textura de los metales y área de impacto desgastada de los tambores.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la segunda fotografía, tomada también en Coburg (Alemania) aparecen dos soldados fronterizos durante la realización de unas maniobras, en plena acción, saltando desde una tanqueta al suelo. Perfecto el timing por parte de Lessing al captar el momento álgido de la escena, e impresionante el exquisito nivel de matices de detalles finos y texturas (sobre todo en la zona de la torreta) que consigue la película química de blanco y negro y que en esta soberbia copia vintage destacan sobremanera. Parece incluso como si en algunos puntos pudieran llegar a tocarse las rugosidades del metal. Negros profundísimos y muy densos en la zona inferior del fotograma por debajo del soldado más a la derecha, sin perder nunca ni un átomo de detalle en las sombras ni del vehículo ni en las zonas más low key de la indumentaria de los soldados. Trabajo artesano de los de antes, con gran esmero, conocimiento y experiencia, sin prisas y tardando lo que haga falta, al más puro estilo printista David Vestal o Juan Manuel Castro Prieto.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la tercera fotografía, quizá la más famosa de todas, vemos a dos niños que han sido captados por Lessing totalmente ajenos a su presencia y ensimismados jugando con dos cubos y sus palas en la zona de paseo de los Jardines Belvedere de Viena, con el famoso castillo al fondo.
La profundidad de campo es notable. Uno de los niños (el que se halla en pie) agarra dos cubos y mira una pala que está en el suelo, mientras el segundo (agachado) está recogiendo tierra con la pala que ase con su mano izquierda. Ambos llevan abrigo y gorros oscuros. La composición es sencilla pero muy bella, con los rostros de los dos niños mirando en dirección opuesta y los cuerpos de ambos formando un triángulo. Además, Lessing ha captado el pie derecho del niño en pie todavía en el aire y la luz que ilumina el Castillo Belvedere al fondo es de una gran calidad.
La profundidad de campo es notable. Uno de los niños (el que se halla en pie) agarra dos cubos y mira una pala que está en el suelo, mientras el segundo (agachado) está recogiendo tierra con la pala que ase con su mano izquierda. Ambos llevan abrigo y gorros oscuros. La composición es sencilla pero muy bella, con los rostros de los dos niños mirando en dirección opuesta y los cuerpos de ambos formando un triángulo. Además, Lessing ha captado el pie derecho del niño en pie todavía en el aire y la luz que ilumina el Castillo Belvedere al fondo es de una gran calidad.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la cuarta fotografía, vemos a un padre que acude con su hija a hombros al desfile del 1 de mayo. Aquí Lessing convierte lo cotidiano en especial, captando a la niña y su padre mirando hacia la izquierda del fotograma, y el muñeco que lleva colgado la niña a su espalda tiene la cara orientada hacia la parte derecha. La foto posee un grano visible, pero no importa e incluso contribuye a realzar la especial estética de imagen vintage de la fotografía, realzada por la buena acutancia de la emulsión.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la quinta fotografía, vemos dos niños subidos en lo alto de un tobogán de color blanco en mitad de un parque de recreo infantil mirándose sonrientes, sentados uno enfrente del otro en un espacio muy estrecho en forma de doble circunferencia, pese a lo cual la sensación transmitida no es en absoluto claustrofóbica sino de libertad y distensión. La profundidad de campo es grande, con el edificio del fondo y sus ventanas y balcones totalmente en foco, así como la parte superior de uno de los arcos del inmueble, que vemos entre los rostros de ambos chicos, sin olvidar las dos farolas de hierro forjado (una a la izquierda del tobogán y otra junto a la puerta principal con arco del edificio). La velocidad de obturación es baja y Lessing ha captado también a un niño que pasa corriendo de derecha a izquierda junto a dos niñas que también se hallan jugando en el parque.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la sexta fotografía, vemos a seis niños cantores de Viena ensayando mientras algunos espectadores contemplan la escena a través de una ventana. Fantástica imagen, de nuevo con emulsión monocroma de grano visible pero muy estético. Lessing capta la escena de modo magistral sirviéndose únicamente de la luz natural, que hace que las caras y cuello de los chicos aparezcan semiiluminados aportando sensación de volumen y contraste debido a su incidencia lateral, al tiempo que las altas luces visibles sobre su pelo realzan notablemente la escena. Copia vintage de calidad excepcional, con el negro de los uniformes y especialmente la mitad inferior derecha del fotograma más allá de la antracita, pero consiguiendo retener todo el detalle posible. Bellísimo el bokeh de las personas enmarcadas fuera de foco dentro de la ventana así como los árboles y ramas de fondo. Por momentos parece como si se tratara de un espejo. Igualmente, Lessing consigue no quemar las altas luces en las zonas high key de los objetos de la derecha, quicio inferior de la ventana y gran zona de blancos puros de la pared de la mitad superior izquierda de la imagen.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la séptima fotografía, una de las más famosas realizadas por Erich Lessing, vemos diez niños subiendo una de las rampas de acceso al Castillo Belvedere. La imagen es bellísima, con los niños ascendiendo por la pendiente, todos ellos captados en pleno movimiento. En la zona inferior derecha del fotograma hay una mujer con los pies apoyados en dos peldaños de la escalera de piedra lateral, que ayuda a subir a dos niños. Copia vintage de gran sutileza que registra prácticamente la gama completa de grises desde el límite high key del cielo y algunas zonas de la rampa hasta los negros más elocuentes de la falda de la mujer, los pantalones y calzado de varios de los niños y algunas áreas de la balaustrada de la derecha. Excelente el nivel de detalle en las dos estatuas de piedra ubicadas sobre la balaustrada así como el detalle en las luces y sombras de la escalera de piedra.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la octava fotografía, tomada en la zona del Prater vienés, un chico y su hermano pequeño miran de modo furtivo a través de una rendija de la puerta de madera de acceso a un espectáculo de pago ya comenzado. El interés de los dos niños por lo que están viendo es tan grande que no reparan en la presencia de Lessing que capta así una escena especial en la que los muchachos, pese a estar de espaldas, cobran notorio protagonismo, enmarcados por la madera con la que está construido el local y el balcón superior donde se indica el precio en chelines austríacos. Impresionante la muy amplia gama tonal obtenida en esta copia vintage, un auténtico deleite para los sentidos que nos recordó por momentos las prestaciones del Kodak Tri-X 400 en su versión antigua. Soberbio nivel de detalle, tanto en las maderas oscuras como en la mitad inferior de los tablones del balcón superior. La escena es a pleno sol, pero la exposición está muy equilibrada, sin dispararse las altas luces de la mitad inferior del fotograma.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la novena fotografía, obtenida en un parque público, Lessing capta a dos niñas asomándose al borde de una fuente y hablando entre ellas, mientras que al fondo se ven varios niños jugando y sus padres cerca. El registro lumínico de esta imagen es impresionante, ya que entre las zonas oscuras del borde inferior derecho del fotograma y la zona central de la fuente con el agua iluminada por la luz solar y al límite high key, existe una diferencia de aproximadamente doce diafragmas. Lessing ha plasmado todo con singular belleza, logrando además unos muy bellos contraluces al fondo, con majestuosos halos luminosos en brazos, hombros y sobre todo el pelo de los citados padres y sus hijos. Excelente también la traducción de la textura del borde de granito de la fuente que se aprecia en primer plano y sobre el que se apoyan las dos niñas. Esta fotografía muestra una vez más, de modo palpable, la tremenda superioridad de las películas químicas de blanco y negro sobre las diapositivas color en lo tocante a latitud de exposición, así como su gran adecuación al objetivo fundamental del blanquinegrismo de élite: la obtención del mejor negativo posible en el momento de la toma, que genere una gama tonal completa del blanco al negro, con todos los grises intermedios en el papel fotográfico de blanco y negro que hayamos seleccionado.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la décima fotografía, aparecen varios niños y niñas jugando a la entrada de la Iglesia de San Carlos en Viena, destacando el chico más próximo a Lessing, en la mitad inferior del fotograma, subido a un patinete y que mira al fotógrafo. Excelente una vez más la rica gradación de grises obtenida tanto en el suelo de piedra como en el granito de la estructura arquitectónica y las dos estatuas que flanquean la entrada, sin olvidar las paredes muy blancas (pero captadas sin que se disparen las altas luces y manteniendo buen nivel de detalle) del edificio que se ve al fondo detrás de las niñas que juegan en la zona central del fotograma por encima de los tres niños en primer plano.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la undécima fotografía, tomada en una piscina de Gänsehäufel (Antiguo Danubio), Viena, aparece una niña muy pequeña que desde la mitad inferior derecha del fotograma mira a su hermano que se dispone a cubrirla con una toalla, mientras una bañista se halla de pie en la mitad superior derecha del fotograma y varios bañistas más descansan en sus hamacas al fondo. La escena está tomada a pleno sol, pero la copia vintage ha salido redonda, controlando muy bien el contraste y sin trascender los límites tolerables en las altas luces que ejercen un notable protagonismo en la imagen (sobre todo en gran parte del cuerpo de la niña, en la mitad inferior de cara y torso de su hermano, en todo el cuerpo de la bañista con gorro blanco y en el suelo de roca en primer plano) y que son plasmadas con admirable nivel de detalle al igual que los negros más densos en las zonas de sombra de gran parte de la toalla y de las puertas de acceso que se aprecian al fondo.
© Erich Lessing / Magnum Photos
En la duodécima fotografía, Lessing sorprende a un niño bebiéndose una gran jarra de cerveza sentado en la mesa de madera de un restaurante al aire libre en la zona de los Bosques Vieneses, mientras dos matrimonios de adultos toman refrescos tras él en otras dos mesas. El chico no ha reparado en la presencia del fotógrafo, lo cual acrecienta la “magia” del insólito momento. Espectacular el nivel de detalle, realismo y plasmación fidedigna de texturas en la camisa y lederhosen del muchacho, el vidrio de la jarra que sujeta entre sus manos, la madera de las mesas, las grietas del suelo en la mitad inferior izquierda del fotograma y la chaqueta del señor que está sentado justo detrás del chico así como de su silla de metal.
ROBERT CAPA
ROBERT CAPA
Dos visitantes mirando las fotografías de la serie de Robert Capa en el interior de Westlicht
3 fotografías realizadas en la zona de Biarritz (País Vasco Francés) en 1951:
- “País Vasco”. Un hombre, dos mujeres y una niña bailan una danza típica durante las fiestas del pueblo. 1951
- "País Vasco”. Una niña posa para Capa con los brazos abiertos mientras dos mujeres, un hombre y cinco chicos contemplan la escena subidos sobre un pequeño muro de color blanco. 1951
- País Vasco”. Cocinero vasco baila llevando sobre su cabeza una gran bandeja llena de comida. 1951
Esta es la serie más corta de todas, con sólo tres fotografías, pero sumamente interesante, ya que se trata de la vuelta al País Vasco de Robert Capa, catorce años después de realizar su famoso reportaje sobre el bombardeo de Bilbao en 1937, durante la Guerra Civil Española.
- “País Vasco”. Un hombre, dos mujeres y una niña bailan una danza típica durante las fiestas del pueblo. 1951
- "País Vasco”. Una niña posa para Capa con los brazos abiertos mientras dos mujeres, un hombre y cinco chicos contemplan la escena subidos sobre un pequeño muro de color blanco. 1951
- País Vasco”. Cocinero vasco baila llevando sobre su cabeza una gran bandeja llena de comida. 1951
Esta es la serie más corta de todas, con sólo tres fotografías, pero sumamente interesante, ya que se trata de la vuelta al País Vasco de Robert Capa, catorce años después de realizar su famoso reportaje sobre el bombardeo de Bilbao en 1937, durante la Guerra Civil Española.
© Cornell Capa / Magnum Photos
Una vez más, Capa toma las fotografías desde una posición muy baja, probablemente con una rodilla en tierra, para añadir dramatismo e impacto, captando en este caso imágenes de una fiesta popular con mujeres, hombres y una niña bailando mientras abundantes vecinos contemplan la escena subidos en un pequeño muro pintado de blanco, con típicos caseríos visibles como fondo.
© Cornell Capa / Magnum Photos
Especialmente entrañable es la fotografía en la que la misma niña que está bailando en grupo en una de las fotos, aparece ahora flexionada rodilla en tierra, los brazos abiertos en cruz y sonriendo a Capa mientras otras personas encaramadas en el muro pintado de blanco miran la escena (esta segunda fotografía está tomada en la zona central derecha de la imagen donde bailan varios vecinos), terminando la serie con la imagen en que se ve a un cocinero vasco haciendo equilibrios con una gran bandeja llena de comida mientras un nutrido grupo de gente contempla la acción.
© Cornell Capa / Magnum Photos
Estas tres imágenes son enormemente interesantes desde un punto de vista humano, distintas a lo habitual en Capa, paradigma del fotorreportero de guerra todo arrojo, instinto fotográfico impreso en su ADN, experiencia y asumpción de riesgos en circunstancias habitualmente extremas de peligro, necesidades de todo tipo, miserias, dolor humano, refugiados huyendo, etc.
En este caso, evidentemente se trata de algo totalmente distinto: la gente es captada en estado de júbilo, disfrutando de las fiestas del pueblo, pero las caras de algunas de las personas que aparecen en las fotos y que miran a Capa (sobre todo la niña) nos indican que el gran fotorreportero se siente muy feliz en estos momentos.
Inevitablemente, surgen muchas preguntas no exentas de misterio: ¿Qué es lo que impulsa a Capa a volver al País Vasco en 1951? ¿Qué recuerdos de la Guerra Civil Española surcan el cerebro de Capa mientras hace estas fotos? ¿Se trata de un trabajo para Magnum o son fotografías que toma por propia voluntad?
HENRI CARTIER-BRESSON
18 fotografías correspondientes a su legendario porfolio “Gandhi” realizado en 1948 en la India por el Mago del Telémetro tanto durante los últimos días de la vida de Mahatma Gandhi, ubicado con su Leica telemétrica en el epicentro de sus multitudinarias exequias y cremación a las que asistieron millones de indios procedentes de todo el país.
- “ Gandhi ”. Gandhi el día antes de su asesinato, Birla House, Delhi (India).1948
- “ Gandhi “. Gandhi justo antes de terminar su ayuno, Birla House, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “. Gandhi justo después de terminar su ayuno, Birla House, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “. Gandhi saliendo de Mehrauli, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “. Gandhi hilando mientras conversa, Birla House (India). 1948
- “ Gandhi “. Gandhi pocas horas antes de su asesinato, Birla House (India). 1948
- “ Gandhi “. Jawaharlal Nehru anuncia el asesinato de Gandhi, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “. Familiares y Amigos en la Habitación de Gandhi junto a su lecho, justo después de su asesinato, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi” . El Primer Ministro Indio Jawaharlal Nehru durante la mañana del día siguiente al asesinato de Gandhi. Delhi (India). 1948
- “ Gandhi” . Miembros de la comitiva fúnebre desconsolados llenan por completo la ruta desde Birla House al lugar de cremación de Gandhi. Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “ . Una impresionante multitud formada por millones de personas llegadas desde todos los confines de la India aguarda la llegada del cortejo fúnebre de Mahatma Gandhi. Delhi (India). 1948
- “ Gandhi” . Jawaharlal Nehru y varios familiares de Gandhi, llenos de dolor, contemplan su cadáver por última vez antes de iniciarse la cremación.Orillas del río Sumna (India). 1948
- “ Gandhi “ . Las primeras llamas comienzan a incinerar la pira funeraria de Gandhi, mientras Nehru (de espaldas) se dirige a la multitud y un familiar deMahatma Gandhi en estado de shock mira desconsolado la pira funeraria. Orillas del río Sumna, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “. La pira funeraria de Gandhi arde por completo en medio de impresionantes escenas de dolor entre los millones de asistentes. Orillas del río Sumna, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “ . Una inmensa multitud afligida y en estado de shock justo tras la cremación del Mahatma Gandhi. 1948
- “ Gandhi ” . Más millones de personas por todo el Indostán luchan desesperadamente intentando subir a un tren para ir a Delhi a rendir homenaje póstumo a las cenizas de Gandhi. India. 1948
- “ Gandhi “. Un niño indio lanza arena al suelo en señal de duelo tras la cremación de Mahatma Gandhi. Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “ . Las cenizas de Mahatma Gandhi son esparcidas sobre las aguas del río Sumna. Delhi (India). 1948
Esta serie que constituyó la base para el mítico reportaje aparecido como testimonio póstumo a Gandhi en la revista Life de Febrero de 1948, es probablemente el plato más fuerte de toda la inolvidable exposición Magnum´s First, y está considerada por muchos expertos como el summum en la historia del fotoperiodismo mundial.
En este caso, evidentemente se trata de algo totalmente distinto: la gente es captada en estado de júbilo, disfrutando de las fiestas del pueblo, pero las caras de algunas de las personas que aparecen en las fotos y que miran a Capa (sobre todo la niña) nos indican que el gran fotorreportero se siente muy feliz en estos momentos.
Inevitablemente, surgen muchas preguntas no exentas de misterio: ¿Qué es lo que impulsa a Capa a volver al País Vasco en 1951? ¿Qué recuerdos de la Guerra Civil Española surcan el cerebro de Capa mientras hace estas fotos? ¿Se trata de un trabajo para Magnum o son fotografías que toma por propia voluntad?
HENRI CARTIER-BRESSON
18 fotografías correspondientes a su legendario porfolio “Gandhi” realizado en 1948 en la India por el Mago del Telémetro tanto durante los últimos días de la vida de Mahatma Gandhi, ubicado con su Leica telemétrica en el epicentro de sus multitudinarias exequias y cremación a las que asistieron millones de indios procedentes de todo el país.
- “ Gandhi ”. Gandhi el día antes de su asesinato, Birla House, Delhi (India).1948
- “ Gandhi “. Gandhi justo antes de terminar su ayuno, Birla House, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “. Gandhi justo después de terminar su ayuno, Birla House, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “. Gandhi saliendo de Mehrauli, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “. Gandhi hilando mientras conversa, Birla House (India). 1948
- “ Gandhi “. Gandhi pocas horas antes de su asesinato, Birla House (India). 1948
- “ Gandhi “. Jawaharlal Nehru anuncia el asesinato de Gandhi, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “. Familiares y Amigos en la Habitación de Gandhi junto a su lecho, justo después de su asesinato, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi” . El Primer Ministro Indio Jawaharlal Nehru durante la mañana del día siguiente al asesinato de Gandhi. Delhi (India). 1948
- “ Gandhi” . Miembros de la comitiva fúnebre desconsolados llenan por completo la ruta desde Birla House al lugar de cremación de Gandhi. Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “ . Una impresionante multitud formada por millones de personas llegadas desde todos los confines de la India aguarda la llegada del cortejo fúnebre de Mahatma Gandhi. Delhi (India). 1948
- “ Gandhi” . Jawaharlal Nehru y varios familiares de Gandhi, llenos de dolor, contemplan su cadáver por última vez antes de iniciarse la cremación.Orillas del río Sumna (India). 1948
- “ Gandhi “ . Las primeras llamas comienzan a incinerar la pira funeraria de Gandhi, mientras Nehru (de espaldas) se dirige a la multitud y un familiar deMahatma Gandhi en estado de shock mira desconsolado la pira funeraria. Orillas del río Sumna, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “. La pira funeraria de Gandhi arde por completo en medio de impresionantes escenas de dolor entre los millones de asistentes. Orillas del río Sumna, Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “ . Una inmensa multitud afligida y en estado de shock justo tras la cremación del Mahatma Gandhi. 1948
- “ Gandhi ” . Más millones de personas por todo el Indostán luchan desesperadamente intentando subir a un tren para ir a Delhi a rendir homenaje póstumo a las cenizas de Gandhi. India. 1948
- “ Gandhi “. Un niño indio lanza arena al suelo en señal de duelo tras la cremación de Mahatma Gandhi. Delhi (India). 1948
- “ Gandhi “ . Las cenizas de Mahatma Gandhi son esparcidas sobre las aguas del río Sumna. Delhi (India). 1948
Esta serie que constituyó la base para el mítico reportaje aparecido como testimonio póstumo a Gandhi en la revista Life de Febrero de 1948, es probablemente el plato más fuerte de toda la inolvidable exposición Magnum´s First, y está considerada por muchos expertos como el summum en la historia del fotoperiodismo mundial.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
Fruto de varios años previos de contacto diario con Mahatma Gandhi y sus familiares y amigos más allegados, el aristócrata de la creación de imágenes ha logrado una empatía y una confianza con ellos ciertamente increíble, hasta el punto de que en todas y cada una de las fotos de esta serie parece como si no estuviera presente mientras libera el obturador de su Leica, algo que alcanzará su clímax durante los instantes finales de la cremación de Gandhi a la que asisten en directo millones de personas. Es como si de repente Cartier-Bresson se volviera invisible en el momento en que crea estas fotografías absolutamente maravillosas, impresionantes, irrepetibles, fascinantes, dramáticas e impactantes a más no poder, impregnadas además de un profundo humanismo.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
El Sumo Sacerdote del Telémetro nos permite ser testigos de un relato vital constituido por imágenes de Gandhi tanto durante las horas previas a su asesinato como con su cadáver rodeado de familiares y amigos acompañándole en su lecho de muerte en su casa de Birla House y el epílogo final en su inenarrable ceremonia de cremación.
Vemos durante sus últimas horas de vida al gran promotor de la no violencia justo antes y después de finalizar su ayuno en compañía de mujeres que le cuidan, saliendo del Templo de Mehrauli en Delhi, hilando, etc. Cartier-Bresson capta con gran maestría un contexto de apoyo, cariño y ayuda constante de familiares y amigos hacia Gandhi, siempre con un gran respeto como fotógrafo y habiéndose ganado la confianza de todo el mundo desde hace muchos meses. Ha conseguido algo muy difícil: que personas pertenecientes a una cultura y civilización ancestral y totalmente distinta a la suya le conceptúen como uno más entre ellos, casi como un hermano.
Vemos durante sus últimas horas de vida al gran promotor de la no violencia justo antes y después de finalizar su ayuno en compañía de mujeres que le cuidan, saliendo del Templo de Mehrauli en Delhi, hilando, etc. Cartier-Bresson capta con gran maestría un contexto de apoyo, cariño y ayuda constante de familiares y amigos hacia Gandhi, siempre con un gran respeto como fotógrafo y habiéndose ganado la confianza de todo el mundo desde hace muchos meses. Ha conseguido algo muy difícil: que personas pertenecientes a una cultura y civilización ancestral y totalmente distinta a la suya le conceptúen como uno más entre ellos, casi como un hermano.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
Pero rápidamente, el drama comienza a desencadenarse y se inicia con la última foto tomada a Gandhi con vida, en la que Cartier-Bresson le muestra de espaldas hablando con un hombre vestido con traje y corbata cuyo rostro refleja tensión y miedo. Se palpa ya una atmósfera de tragedia, y su expresión facial revela gran angustia y preocupación.
Cartier-Bresson ha captado justo el momento en el que Gandhi levanta su mano izquierda a media altura mientras habla con su interlocutor, como si le estuviera explicando que no puede hacerse nada para evitar lo que está a punto de ocurrir.
Muy pocas horas después, Gandhi es asesinado.
Cartier-Bresson ha captado justo el momento en el que Gandhi levanta su mano izquierda a media altura mientras habla con su interlocutor, como si le estuviera explicando que no puede hacerse nada para evitar lo que está a punto de ocurrir.
Muy pocas horas después, Gandhi es asesinado.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
La foto siguiente es a la vez sublime y apocalíptica, una de las obras cumbres en la trayectoria profesional del gran fotógrafo francés: todavía con el cadáver caliente, Jawaharlal Nehru anuncia que Gandhi acaba de ser asesinado. La imagen es impresionante: de noche, tomada a una velocidad de obturación muy baja, con numerosos asistentes que escuchan las palabras del premier indio mientras éste, de pie, ligeramente inclinado hacia adelante y en estado de shock comunica la noticia.
Es el comienzo del Götterdämmerung Hindú. El rostro de Nehru aparece levemente desenfocado, la cara de un oficial inglés sentado a su lado aparece iluminada sólo en su mitad izquierda, y mientras, una luz fantasmagórica que avanza desde la parte izquierda del fotograma en forma de haz múltiple de fotones, proyecta la imagen de Jawaharlal Nehru, a todo lo cual se suman otras dos poderosas fuentes lumínicas: un gran candil situado en la mitad superior derecha de la fotografía y otro más pequeño ubicado en la mitad inferior y que produce un haz luminoso que se va estrechando y se cruza con el más que misterioso gran haz luminoso que emana de la izquierda y que confiere protagonismo a un Nehru por momentos espectral. Parece como si Cartier Bresson hubiera captado con su Leica al Supremo Espíritu Cósmico que aparece a modo de ishvara cuántico proyectado sobre la mente humana limitada y finita.
Es el comienzo del Götterdämmerung Hindú. El rostro de Nehru aparece levemente desenfocado, la cara de un oficial inglés sentado a su lado aparece iluminada sólo en su mitad izquierda, y mientras, una luz fantasmagórica que avanza desde la parte izquierda del fotograma en forma de haz múltiple de fotones, proyecta la imagen de Jawaharlal Nehru, a todo lo cual se suman otras dos poderosas fuentes lumínicas: un gran candil situado en la mitad superior derecha de la fotografía y otro más pequeño ubicado en la mitad inferior y que produce un haz luminoso que se va estrechando y se cruza con el más que misterioso gran haz luminoso que emana de la izquierda y que confiere protagonismo a un Nehru por momentos espectral. Parece como si Cartier Bresson hubiera captado con su Leica al Supremo Espíritu Cósmico que aparece a modo de ishvara cuántico proyectado sobre la mente humana limitada y finita.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
A partir de aquí todo es luto, angustia, tristeza y el más profundo dolor imaginable para los habitantes de la India y muy especialmente para los allegados de Gandhi, a quienes Cartier-Bresson capta con gran sensibilidad con su cámara: vemos sucesivamente a muchas mujeres desconsoladas velando en su habitación el cadáver de Mahatma Gandhi recién asesinado y a algunos hombres en segundo plano; a un Nehru con la mirada perdida y en estado de shock (una foto tomada por Cartier Bresson, una vez más a bocajarro y al que parece que Nehru no ve ....... ) mientras un hombre con turbante a su izquierda refleja en su rostro –iluminado únicamente en su parte derecha- un profundo dolor, todo ello mientras la multitud circundante comienza a agolparse para despedir el cuerpo insepulto de Gandhi; a dos hombres fotografiados junto a la casa de Gandhi en Birla House (Delhi) igualmente desde muy cerca: el más próximo junta sus manos mientras reza y el que aparece en segundo plano llora amargamente; a varios ciudadanos indios subidos en un árbol en medio de una inmensa multitud congregada para ver pasar el cortejo fúnebre de Mahatma Gandhi, etc.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
Acto seguido, la serie continúa con las fotos realizadas junto a la pira funeraria de Gandhi en las proximidades del río Sumna en Delhi: en la primera de ellas, vertical, un Jawaharlal Nehru abatido y en compañía de varios familiares del Mahatma, mira el cadáver de Gandhi cubierto de flores y guirnaldas poco antes de su incineración. Cartier Bresson está junto a ellos, en el epicentro de la acción, pero nadie le mira a él, es uno más de los millones de indios de luto. Su presencia no molesta ni provoca stress a nadie. De hecho, es como si no estuviera y como si nadie le viera. Por enésima vez, parece que el Mago del Telémetro se ha vuelto invisible y vemos también al secretario personal de Gandhi en la mitad derecha del fotograma con los ojos cerrados presa del dolor y los recuerdos que se agolpan en su mente con suma rapidez.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
De repente, en la siguiente fotografía todo cambia: es una imagen horizontal. Las primeras llamas comienzan a arder y observamos en la parte derecha del fotograma a Jawaharlal Nehru que levanta sus brazos y grita a la multitud para que no se acerque más, ya que el inmenso gentío se ha dado cuenta de que se aproxima el fin. Es en este momento cuando el secretario personal de Gandhi rompe el protocolo y se acerca al máximo para ver desde lo más cerca posible el cadáver del Mahatma por última vez. El Sumo Sacerdote de la Fotografía, quizá invisible, está muy atento a ello y capta este momento más que decisivo, terrible, caótico, repleto de angustia, de aflicción incontenible. La profunda introspección del secretario de Gandhi en la fotografía previa, ha quedado hecha añicos y ahora tiene los ojos muy abiertos con el rostro desencajado y una expresión facial rota por el dolor y el llanto. Cartier-Bresson está justo delante de él, tremendamente cerca, con su objetivo de 50 mm, pero es literalmente como si no estuviera: el secretario de Gandhi mira el cadáver del Mahatma sobre los maderos de su pira funeraria. La imagen es espeluznante, realzada además por el calor que se eleva y hace que el rostro del secretario de Gandhi aparezca algo difuminado. El Sumo Sacerdote lo está viendo todo a través del visor de su cámara, tiene todos los factores en cuenta y como siempre, presiona el botón liberador del obturador de su Leica telemétrica en el momento preciso.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
En la siguiente foto, Cartier Bresson ha retrocedido algunos metros con respecto a la pira funeraria de Gandhi, que arde ya por completo mientras la ingente multitud llora desconsolada, grita y reza. La tensión es máxima. Pero en este caso, se trata de una imagen apaisada tomada intencionadamente desde una posición elevada para captar tanto la pira funeraria de Gandhi en llamas como el enorme gentío que ha asistido a la ceremonia.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
En la siguiente imagen, vemos un instante de gran stress en el que debido a la gran aglomeración de gente que trata de acercarse lo máximo posible al cadáver de Gandhi, algunos soldados y la guardia sikh tienen que intervenir para evitar una avalancha humana, al tiempo que algunas mujeres en primer plano reflejan el miedo y la tensión en sus rostros.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
Aparentemente, todo ha terminado, pero Cartier Bresson nos ofrece como colofón dos fotografías más: una en formato vertical en la que fotografía a bocajarro a un numerosísimo grupo de hombres que luchan desesperadamente unos con otros por subir a un tren que les lleve a rendir su último homenaje a las cenizas de Gandhi. Ni uno solo de ellos está mirando al fotógrafo. Todos desean de modo ferviente ir a dar su último adiós a quien consideran poco menos que su ishta-devata, una especie de divinidad preferida, en este caso hecha hombre y encarnada en el Mahatma Gandhi.
© Henri-Cartier Bresson / Magnum Photos
Una nueva fotografía nos muestra a un numeroso grupo de soldados indios en primer plano y al fondo una multitud que asiste al esparcimiento de las cenizas de Gandhi en el río Sumna.
Son fotografías que captan momentos de enorme intensidad emocional, stress y dolor colectivo, que entroncan en este sentido con las fotografías que Cartier Bresson hizo en 1950 en Tiruvannamalai (región de Tamil Nadu) plasmando al Bhagwan Sri Ramana Maharshi muriendo de cáncer en su ashram y las subsiguientes cuando una vez muerto es amortajado sentado para ser enterrado en tal posición por sus fieles, sin olvidar tampoco sus fotos tomadas en el pueblo de Batubulan, Isla de Bali (Indonesia), en las que varios jóvenes interpretan el “ngurek”, danza ritual Barong autoapuñalándose con kris malayos mientras otras personas miran angustiadas temiendo por sus vidas.
Y como colofón, Cartier Bresson nos obsequia con una imagen más impresa en papel fotográfico de blanco y negro y paradigma del fotoperiodismo humanístico: un niño indio arroja tierra al suelo en señal de duelo por la muerte de Gandhi. Es una escena enormemente entrañable y dramática a la vez, repleta de sensibilidad y que pone broche de oro a esta maravillosa serie con la que culmina Magnum´s First, probablemente la más importante exposición fotográfica de todos los tiempos, celebrada en Viena y a la cual el paso del tiempo conferirá día a día un valor mayor.
Son fotografías que captan momentos de enorme intensidad emocional, stress y dolor colectivo, que entroncan en este sentido con las fotografías que Cartier Bresson hizo en 1950 en Tiruvannamalai (región de Tamil Nadu) plasmando al Bhagwan Sri Ramana Maharshi muriendo de cáncer en su ashram y las subsiguientes cuando una vez muerto es amortajado sentado para ser enterrado en tal posición por sus fieles, sin olvidar tampoco sus fotos tomadas en el pueblo de Batubulan, Isla de Bali (Indonesia), en las que varios jóvenes interpretan el “ngurek”, danza ritual Barong autoapuñalándose con kris malayos mientras otras personas miran angustiadas temiendo por sus vidas.
Y como colofón, Cartier Bresson nos obsequia con una imagen más impresa en papel fotográfico de blanco y negro y paradigma del fotoperiodismo humanístico: un niño indio arroja tierra al suelo en señal de duelo por la muerte de Gandhi. Es una escena enormemente entrañable y dramática a la vez, repleta de sensibilidad y que pone broche de oro a esta maravillosa serie con la que culmina Magnum´s First, probablemente la más importante exposición fotográfica de todos los tiempos, celebrada en Viena y a la cual el paso del tiempo conferirá día a día un valor mayor.
Embalajes de tablas hallados en 2008 en el sótano del Instituto Cultural Francés de Innsbruck, donde permanecieron ocultos desde 1956, conteniendo las 83 copias vintage montadas en cartón fibra de la gran Exposición Fotográfica Magnum´s First.
Foto: José Manuel Serrano Esparza
Palacio de Schönbrunn visto desde La Glorieta.
Foto: José Manuel Serrano Esparza
Foto: José Manuel Serrano Esparza
Palacio de Schönbrunn visto desde La Glorieta.
Foto: José Manuel Serrano Esparza