domingo, 2 de abril de 2017

Robert Capa en Cerro Muriano, 5 de Septiembre de 1936: La Leica II (Model D) capta el Miedo a la Muerte. Arenga en la Finca de Villa Alicia y Huida de los Refugiados del Pueblo. Génesis del Fotoperiodismo de Guerra Moderno. Conferencia de José Manuel Serrano Esparza en el marco de la XV Bienal de Fotografía de Córdoba

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Ayer 1 de Abril de 2017 José Manuel Serrano Esparza pronunció en la Sala de Exposiciones Vimcorsa de Córdoba la conferencia titulada Robert Capa en Cerro Muriano, 5 de Septiembre de 1936: La Leica II (Model D) Fotografía el Miedo a la Muerte. Arenga en la Finca de Villa Alicia y Huida de los Refugiados del Pueblo. Génesis del Fotoperiodismo de Guerra Moderno, en el marco de la XV Bienal Internacional de Fotografía de Córdoba que se celebra este año en la ciudad.


Fotografía de presentación de la conferencia en el interior de la Sala Vimcorsa, pocos minutos antes de su inicio, con la terrible imagen de un jovencísimo miliciano de aproximadamente 16 años de edad, fotografiado por Robert Capa con enorme maestría y desde una distancia increíblemente próxima durante la Arenga en la Finca de Villa Alicia (1 km al suroeste de Cerro Muriano) el 5 de Septiembre de 1936 aproximadamente a las 12:30 h del mediodía, a tan solo 14 km de Córdoba capital.

El muchacho que aparece en imagen (al igual que el resto de abundantes milicianos de la CNT y la FAI de Alcoy, milicianos andaluces y algunos soldados republicanos con casco) está siendo informado por un jefe anarquista subido en un tonel de que las tropas profesionales franquistas del Ejército de Africa con abundantísima experiencia en combate están a punto de atacar con la intención de matarles mediante disparos de fusil Mauser calibre 7 x 57 mm o preferentemente reduciendo al máximo la distancia y buscando la lucha cuerpo a cuerpo.

La angustia, miedo a la muerte y muy alta probabilidad de que no vuelva a ver más a sus seres queridos han sido magistralmente captados por Capa (que consigue pasar totalmente desapercibido en el momento del acto fotográfico) en el rostro del miliciano, creando una extraordinaria y definitoria imagen atemporal de lo que es en realidad la guerra y plasmando la tremenda tensión de los momentos de premuerte.

La autoría por Capa y ubicación de esta imagen en la Finca de Villa Alicia fueron descubiertas por José Manuel Serrano Esparza el 24 de Septiembre de 2011.


José Luis Caballano Alcántara (Presidente de AFOCO en el período 2010-2012, Ingeniero de Organización Industrial, Colaborador Honorario del Departamento de Electrotecnia y Electrónica de la Escuela Politécnica Superior del Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Córdoba, Premio de Arquitectura Félix Hernández 2012 por el COACO, Diplomado en Estudios Avanzados sobre Política Energética de la Unión Europea, Jefe de la Sección SIGE Sistema de Información Geográfica y Estadística de la Diputación Provincial de Córdoba, Vicepresidente de la Asociación Profesional de Ingenieros en Organización Industrial de España, reconocido experto en Fotografía Técnica de Infraestructuras y Equipamientos y gran amante de la fotografía en general y sus grandes maestros históricos, que ha recorrido abundantes paises de la geografía mundial creando imágenes repletas de buen gusto, habiendo participado recientemente en la Exposición Mundial Fujifilm X World Gallery en Enero de 2016) durante su presentación de la conferencia de José Manuel Serrano Esparza sobre los dos extraordinarios y pioneros reportajes realizados por Robert Capa en la zona de Cerro Muriano y sus alrededores el 5 de Septiembre de 1936 con los que dió origen al moderno fotoperiodismo de guerra.



Página 5 del Gesamt-Katalog Ernst Leitz Wetzlar original de 1936 mostrando la Leica II (Model D) con objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5 de 4 elementos en 3 grupos diseñado por Professor Max Berek.

Esta revolucionaria cámara fotográfica telemétrica formato 24 x 36 mm lanzada al mercado por la legendaria empresa fotográfica alemana en 1932, fue el modelo utilizado por Robert Capa en Cerro Muriano y sus alrededores el 5 de Septiembre de 1936.

Creada por el ingeniero óptico, diseñador industrial y genio de la mecánica de precisión miniaturizada Oskar Barnack, sus dimensiones y peso increíblemente pequeños para la época así como la ausencia de espejo basculante permitían disparar a pulso sin trepidación a velocidades de obturación muy bajas de hasta 1/20 seg, además de poseer telémetro incorporado, montura de rosca con posibilidad de acoplar objetivos de diferente longitud focal, capacidad para 36 disparos y un fabuloso obturador de seda engomada totalmente mecánico que produce un ruido prácticamente imperceptible al presionar el botón disparador, características que potenciaron enormemente el fotoperiodismo ágil y dinámico, frente a las cámaras fotográficas de gran formato (muy grandes y pesadas, que precisaban el uso de trípode y dificultaban mucho la velocidad de movimientos y capacidad de anticipación de los fotógrafos) y las de formato medio, mucho más limitadas en cuanto a versatilidad de uso, incluyendo las más pequeñas y portátiles de la época como la Zeiss Ikon Kolibri formato 3 x 4 cm sobre película de 127, al no poder acoplar diferentes ópticas intercambiables de distinta longitud focal y ser su capacidad de disparos sensiblemente inferior (8 disparos con un rollo 120 las cámaras formato 6 x 9, 12 disparos las de formato 6 x 6 cm, y 16 disparos las de formato 6 x 4.5, mientras que las de rollo 127 permitían 12, 16 y 8 disparos según se utilizara formato 4 x 4 cm, 4 x 3 cm o 4 x 6 cm ) en comparación con los 36 o 37 disparos que podían hacerse con una Leica mirrorless con telémetro y montura de rosca en simbiosis con un rollo de película formato 24 x 36 mm.


Reencuadre selectivo de una de las fotografías de La Arenga realizada por Capa en la Finca de Villa Alicia (aproximadamente 1 km al suroeste de Cerro Muriano) el 5 de Septiembre de 1936 y en la que José Manuel Serrano Esparza además de hallar su ubicación en dicha finca, descubrió el 1 de Agosto de 2010 que la mujer cuya cabeza aparece a la izquierda del todo de la imagen es Gerda Taro.


Soldado marroquí de tabor de Regulares. De las tres columnas franquistas que el general Varela lanzó sobre Cerro Muriano el 5 de Septiembre de 1936, la de la derecha (al mando del coronel Sáenz de Buruaga) era la más potente y vital para el éxito de la operación, ya que estaba formada por nada menos que tres unidades de élite del Ejército de Africa con gran experiencia en misiones ofensivas: un Tabor de Regulares de Melilla, el Escuadrón de Regulares de Ceuta nº 3 y el Escuadrón de Regulares de Alhucemas, todas ellas integradas por durísimos soldados marroquís curtidos en muchas batallas, rapidísimos en sus movimientos envolventes, letales en la lucha cuerpo a cuerpo con bayoneta calada, con una gran capacidad para alargar la línea de los frentes y una muy alta moral de combate que les hacía sobrevivir incluso en las situaciones más delicadas.

Las nuevas fotografías cuya autoría por Capa y ubicación en la Finca de Villa Alicia han sido halladas entre 2010 y 2013 demuestran que la Batalla de Cerro Muriano (cuyo frente estuvo el día 5 de Septiembre de 1936 en las colinas Las Malagueñas, Torreárboles y la Finca de Villa Alicia) fue mucho más importante y cruenta de lo que se pensaba hasta ahora.

La operación fue vital para el bando franquista, que necesitaba a toda costa liberarse de la presión constante y posibilidad de ataque sobre Córdoba capital que significaba la muy abundante presencia de tropas republicanas en la zona de Cerro Muriano (especialmente en las mencionadas colinas), por lo que el general Varela (máximo especialista en misiones ofensivas del ejército franquista) realizó el 5 de Septiembre de 1936 un devastador ataque con tres columnas (la de la izquierda al mando del Comandante Sagrado, la del Centro al mando del Comandante Alvarez Rementería y la de la derecha al mando del coronel Sáenz de Buruaga).


El general Varela, consciente de la enorme trascendencia para el futuro de esta operación ofensiva, lanzó nada menos que cinco unidades de élite de tropas profesionales del Ejército de Africa que tenía disponibles ( el Tabor de Regulares de Melilla nº 3 bajo las órdenes del Comandante López Guerrero y los Escuadrones de Regulares Ceuta nº 3 y Alhucemas bajo las órdenes del comandante López Guerrero — que iban en la columna de la derecha de Sáenz de Buruaga, la más potente de todas y cuya misión era la maniobra envolvente de la vertiente norte de Las Malagueñas y la vertiente norte de Torreárboles — esta última alargando la línea del frente — y una compañía de legionarios en la columna de la izquierda del comandante Sagrado), así como el Escuadrón de Regulares de Melilla (que cubría los flancos entre el vértice Clavellinas y la cota 360),  además de 300 falangistas y especialistas de compañías de ingenieros, tal y como se relata en Las Memorias del General Varela.

A todo ello hay que añadir que las tropas atacantes utilizaron un amplio surtido de piezas de artillería (calibre 155 mm, 105 mm y 75 mm).

Así pues, la cifra de un muerto en combate por parte de las tropas republicanas en la Batalla de Cerro Muriano que aparece en algunas fuentes es una completa falacia y puede calificarse sin ambages de disparate, ya que además de muy abundantes milicianos de la CNT y la FAI de Alcoy (la mitad de la columna alcoyana que había salido de dicho pueblo de la provincia de Alicante el 9 de agosto de 1936) y muy numerosos milicianos andaluces, aquel 5 de septiembre de 1936 participaron en todas las áreas de lucha muy próximas a Cerro Muriano (Las Malagueñas, Torreárboles y la Finca de Villa Alicia) grandes contingentes de tropas republicanas, sobre todo procedentes de Cartagena, artillería de Murcia, ametralladoras de Manresa, milicias del Batallón Garcés, Milicias del batallón de Jaén y otras.

Los indicios apuntan claramente a que la cifra real de muertos en las filas republicanas en las cuatro zonas en que hubo lucha (Las Malagueñas, Torreárboles y Finca de Villa Alicia el 5-9-1936 y en Cerro Muriano pueblo el 6 de Septiembre de 1936) fue como mínimo de 150, ya que durante la Guerra Civil Española fue práctica común el mentir sobre la cifra real de bajas por ambos bandos, algo que también ocurrió en el bando franquista, que reconoce 10 muertos en la batalla (probablemente fueron el doble o el triple).


Cualquier persona que observe la orografía de la colina Torreárboles (especialmente su vertiente sur, de muy pronunciada pendiente y que fue machacada por la artillería y aviación franquista durante horas para ayudar al ataque de la columna del comandante Sagrado, muy difícil y cuesta arriba, contra tropas republicanas y milicianos que les disparaban con todo desde la cima), sumado al hecho de que en la Mansión de Las Malagueñas, un palacete que coronaba la cúspide de la cota Las Malagueñas (la otra colina en disputa) se encontraba el puesto de mando avanzado republicano en la zona (con los comandantes Juan Bernal, Armentia, Balibrea y Aviraneta, por lo que era el objetivo principal del ataque de la columna de Sáenz de Buruaga), lo escarpado de la subida a ambas cotas (para cuya toma por asalto se tuvo que precisar sin duda una lucha también cuesta arriba, metro a metro a base de empuje) y la ubicación de la Finca de Villa Alicia en plena zona de maniobra envolvente a través de la cual las tropas franquistas necesitaban abrirse paso a toda costa acabando lo antes posible con toda resistencia antes de poder atacar la vertiente norte de Torreárboles, comprenderá fácilmente que es del todo punto imposible que las tropas republicanas en la zona tuvieran sólo un muerto, sino que realmente tuvieron que ser sin duda muchísimos más.

De hecho, en el parte de guerra del 6 de Septiembre de 1936 de las Memorias del General Varela, se dice: "al enemigo se le castigó duramente, dejando en nuestro poder numerosos muertos".

No obstante, hay que tener en cuenta que este comentario alude a los muertos en combate republicanos durante el ataque franquista a la localidad de Cerro Muriano, que tuvo lugar entre aproximadamente las 8:00 h y las 10:00 h de la mañana del 6 de Septiembre de 1936 y en el que 40 soldados republicanos fueron fusilados en el acto en una trinchera, a los que habría que añadir los muertos que se produjeran en otros puntos del pueblo (el bando franquista dió una cifra de 120 muertos en el interior del pueblo durante este ataque — probablemente el doble de la realidad — , mientras que el bando republicano dió una cifra desmesuradamente exagerada de 200 muertos entre las tropas franquistas atacantes).


Pero en la lucha por Las Malagueñas, Torreárboles y


la Finca de Villa Alicia ( áreas ubicadas a una distancia de entre 1 y 2 km del pueblo) que se prolongó hasta bien entrada la noche del 5 de Septiembre de 1936) tuvieron que producirse necesariamente muchas más muertes de combatientes republicanos — tanto milicianos como soldados — que en Cerro Muriano pueblo, dada la envergadura de los combates y la notable cantidad de tropas utilizadas por ambos contendientes (unos 1.600 hombres por parte franquista y aproximadamente 2.000 por el republicano), hecho que la República hizo todo lo posible por ocultar (hasta el punto de que incluso en algunos periódicos de aquellas fechas y posteriores hasta mediados de Septiembre de 1936 se informó de que las tropas franquistas habían sufrido una gran derrota en su intento por conquistar Cerro Muriano, cuando la realidad había sido justo la contraria), ya que desde un punto de vista militar el éxito del ataque de las tres columnas franquistas lanzadas por el general Varela y la captura de Cerro Muriano significaban de hecho el fracaso del general Miaja (que había tratado infructuosamente de conquistar Córdoba el 20 de Agosto de 1936 mediante una masiva ofensiva con abundantes unidades tanto militares como de milicianos afectas a la II República Española, y que además había perdido tres semanas preciosas atacando muchos pueblos de la sierra norte de Córdoba desde principios de agosto de 1936, cuando tuvo oportunidad  de tomar la ciudad defendida en aquellos momentos por muy reducidos efectivos franquistas) y que las fuerzas republicanas dejaban de tener la iniciativa al norte de la ciudad de Córdoba, con lo que la capital de la provincia quedaba definitivamente liberada de presión y de la posibilidad de ulteriores ataques republicanos.


Otra dramática fotografía hecha por Capa durante la Arenga en la Finca de Villa Alicia, y cuya autoría y ubicación fue descubierta por José Manuel Serrano Esparza el 24 de Septiembre de 2011.

La enorme tensión y angustia ante la proximidad de la lucha a muerte que se respira entre los milicianos presentes durante la alocución que les dirigen dos jefes anarquistas que les están informando de que las muy experimentadas en combate tropas franquistas del Ejército de Africa están a punto de atacarles, es plenamente palpable hoy en día para cualquier observador de la imagen, nada menos que 81 años después de haber sido captada.


Uno de los momentos más dramáticos de la conferencia tuvo lugar al ser mostrada al abundante público asistente otra de las fotografías realizadas por Capa durante la arenga en la Finca de Villa Alicia (imagen cuya autoría y ubicación fueron descubiertas por José Manuel Serrano Esparza el 11 de Marzo de 2012) y en la que se desveló que el orador que aparece subido en un tonel y que mira hacia la izquierda de la imagen es nada menos que Enrique Vañó Nicomedes, Secretario de la CNT de Alcoy (que sería fusilado el 29 de agosto de 1939, tras consejo de guerra sin garantía jurídica alguna, ya que no tenía delitos de sangre), dirigiendo una furiosa alocución al nutrido y heterogéneo grupo de milicianos anarquistas de Alcoy de la CNT y la FAI, así como a combatientes milicianos andaluces, tratando de insuflarles todo el ánimo posible ante la inminente batalla, en medio de una atmósfera que se hace irrespirable para los hombres que aparecen en imagen, que están escuchando sus palabras, temen por sus vidas, piensan en sus seres queridos, el sudor mana a borbotones, y el stress se incrementa hasta niveles exponenciales, al igual que el odio, en un contexto bélico presidido por el primer año de guerra civil que será el más cruento con respecto al asesinato de civiles en retaguardia perpetrados por ambos bandos, habiéndose producido ya abundantes masacres por toda España.

Son muchos los milicianos en cuyo semblante y actitud aparece claramente reflejada la incertidumbre y el nerviosismo en grado máximo.


Reencuadre selectivo de la imagen anterior en el que se aprecia a Enrique Vañó Nicomedes en plena Arenga en la Finca de Villa Alicia alrededor de las 12:30 h del mediodía del 5 de Septiembre de 1936.

Su expresión facial indica claramente un más que notable nivel de rabia e intento de acopio del máximo nivel de coraje posible tratando de infundir ánimo a los combatientes civiles que le están escuchando y que pertenecen a las profesiones más comunes de la sociedad (albañiles, electricistas, conductores, agricultores, campesinos, mecánicos, poceros, impresores, zapateros, conductores, etc).

El contexto es por momentos macabramente surrealista, ya que estos hombres sin formación militar alguna ni pericia en el manejo de las armas tendrán que enfrentarse en aproximadamente media hora a los tabores de Regulares y legionarios del Ejército de Africa, que son en ese momento desde un punto de vista militar la mejor infantería de choque del mundo.


Detalle de la cámara telemétrica Leica II (Model D) número de serie 90023 con la que Robert Capa hizo sus fotos en la zona de Cerro Muriano el 5 de Septiembre de 1936, utilizando película cinematográfica de blanco y negro cargada a granel Kodak Panchromatic Nitrate de 35 mm y sensibilidad Weston 32, equivalente a aproximadamente ISO 40.

Exactamente la misma cámara y emulsión que utilizó cuatro años antes, en 1932, cuando realizó el primer reportaje importante de su carrera: la cobertura del discurso de León Trotsky en el Palacio de los Deportes de Copenhague.

Puede apreciarse también el objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5 no revestido número 133594 acoplado a la Leica II (Model D) y diseñado por Max Berek, eminente físico, matemático, gran experto en mecánica y diseñador jefe de la sección de microscopios y objetivos fotográficos de la empresa Ernst Leitz Wetzlar.

La Leica II (Model D) fue una de las obras cumbre del equipo Leitz Wetzlar dirigido por Oskar Barnack y la primera en incorporar un telémetro acoplado al mecanismo de enfoque del objetivo hasta que dos imágenes coinciden mediante el clásico sistema de superposición en una sola, y aunque las ventanas del telémetro y el visor no estaban integradas entre sí, la presencia del mencionado telémetro hacía que los fotógrafos pudieran fácilmente hallar la distancia y enfocar con precisión el objetivo, realizándose las operaciones de enfoque y composición de manera separada, pero con rapidez.

Por otra parte, el Leitz Elmar 5 cm f/3.5 no revestido, con esquema óptico Tessar de 4 elementos en 3 grupos diseñado por Max Berek en 1924, daba una enorme calidad de imagen para la época y era el referente mundial en poder de resolución y contraste junto con los más luminosos y extraordinarios para la época Carl Zeiss Jena 5 cm f/1.5 de 7 elementos en 3 grupos y Carl Zeiss Jena Sonnar 5 cm f/2 de 6 elementos en 3 grupos diseñados por Ludwig Bertele, si bien la impresionante compacidad del Elmar con sus 125 gramos y potenciada por su carácter retráctil, le convertían igualmente en un arma poderosa para fotografiar a pulso en sinergia con las también reducidísimas dimensiones y peso de las Leicas de rosca como la Leica II (Model D).


Un instante más de la conferencia impregnado por los momentos de premuerte: otra de las imágenes realizadas por Robert Capa de la Arenga en la Finca de Villa Alicia.

En esta fotografía, hecha en formato vertical y cuya autoría y ubicación fueron descubiertas por José Manuel Serrano Esparza el 6 de Agosto de 2013, se aprecia también a Enrique Vañó Nicomedes, que con la boca abierta y un fiero gesto en su expresión facial, mira ahora hacia la derecha de la imagen.

Son momentos de enorme intensidad emocional captados por Capa, fotografiando con gran talento lo que en realidad es la guerra y el crisol de sentimientos paralelos que surcan la mente de los que participan en ella, así como las reacciones fisiológicas dimanantes de su proximidad: algunos se secan la saliva que fluye a granel de sus labios como consecuencia del nerviosismo, otros se hallan en actitud introspectiva y de gran preocupación, algunos más aparecen con la boca abierta y gestos de notable ansiedad, uno de ellos tiene la cabeza baja y se frota las uñas a consecuencia del stress, otro se frota el rostro con su mano izquierda producto de la gran tensión, la preocupación y para quitarse el sudor, un miliciano de unos 14 años de edad está visiblemente nervioso y con el rostro convulso, etc.

Es una visión desoladora, terrible, especialmente visible en los milicianos situados a la derecha de la imagen, algunos de ellos extremadamente jóvenes (entre 14 y 18 años).


Una imagen más perteneciente al reportaje La Arenga realizado por Capa en la Finca de Villa Alicia y en la que se ve a un numeroso grupo de milicianos en su mayoría andaluces (así como algunos alcoyanos de la CNT y la FAI) entre los que destaca uno que aparece en primer plano vestido con boina de diseño de cuadros y semblante que indica clara preocupación (mirando al jefe miliciano anarquista que pronuncia sus palabras para darles ánimo antes del combate), una especie de capa osucra delgada con todos sus botones desabrochados con excepción del más próximo al cuello, pantalón oscuro y que va armado con una simple escopeta de caza calibre 12 de dos cañones — que sobresalen por detrás de la boina — cuyo alcance eficaz es de 40-50 metros, en dramático contraste con los fusiles y mosquetones Mauser calibre 7 x 57 mm utilizados por los tabores de Regulares y legionarios capaces de abatir con facilidad a un hombre a 600 metros disparando a pulso y hasta 900 metros apoyando el arma sobre una base firme.

El contexto de inminente tragedia es poderosamente reforzado por la presencia de un hombre maduro que aparece a la derecha de la imagen, con boina negra iluminada por el sol y que sujeta un cigarrillo (quizá el último que pueda fumar) entre los dedos índice y medio de su mano izquierda. Su ropa está muy sucia y su rostro muy curtido por años de trabajo a destajo, de sol a sol por un mísero salario y sometido a todo tipo de privaciones, incluyendo una alimentación deficitaria, que le han hecho envejecer prematuramente, ya que aunque probablemente tiene alrededor de 30-35 años de edad, aparenta unos 40-45.

Aparece con la mirada perdida y ya no observa en absoluto al orador, sino que está pensando para sus adentros, seguramente en sus más allegados, teme por su vida y siente una enorme angustia ante la alta posibilidad de no ver más a los suyos y dejar a su mujer y a sus hijos desamparados.

Desde 1938 se sabía que esta fotografía había sido hecha por Robert Capa, ya que aparece en una de las páginas del libro Death in the Making, publicado en Nueva York por la editorial Covici-Friede, además de haber aparecido en la página 727 de la revista inglesa The Illustrated London News del 24 de Octubre de 1936, aunque se desconocía su ubicación, que fue descubierta por José Manuel Serrano Esparza el 15 de Abril de 2011.


Fotografía hecha por Robert Capa junto al Cortijo de Villa Alicia — dentro de la finca del mismo nombre, situada aproximadamente 1 km al suroeste del pueblo de Cerro Muriano — , muy pocos metros antes de llegar a él, en el tramo de vereda que cruza adyacente, denominado Camino de Villa Alicia y también Vereda de la Piedra Escrita.

Es una de las primeras imágenes de refugiados captadas por Capa al mediodía del 5 de Septiembre de 1936.

Se aprecia a un padre de familia ataviado con sombrero y que va en cabeza de un grupo familiar que avanza tras él, formado por su mujer y sus hijos montados sobre burros (una chica adolescente a su izquierda, una niña pequeña de entre 6 y 8 años a su derecha y a la izquierda del todo de la fotografía vemos a su esposa vestida con atuendo oscuro y que lleva a un bebé entre sus brazos), mientras que tras la hija adolescente del hombre que preside la marcha se vislumbra a un niño pequeño que va montado sobre otro burro y cuya cabeza sobresale a la derecha del brazo izquierdo de la chica, así como un hombre al fondo de la imagen a la derecha, apenas visible, montado sobre un burro blanco y que lleva gorra con visera sobre la cabeza.

Todos ellos están escuchando el intercambio de disparos que está teniendo lugar entre las tropas franquistas de la columna de la izquierda al mando del comandante Sagrado que atacan a través de la vertiente sur de la colina Torreárboles y las fuerzas republicanas que defienden la cima de dicha cota, por lo que esta familia al completo huye para ponerse a salvo cuanto antes con dirección a la salida norte de Cerro Muriano, la antigua Estación de Tren de Obejo y El Vacar.

Esta fotografía era prácticamente desconocida hasta la exposición This is War! Robert Capa at Work, celebrada durante 2007 y 2008, y en la que se desveló que fue hecha por Robert Capa, aunque se desconocía su ubicación exacta, que fue localizada por José Manuel Serrano Esparza en Mayo de 2010.


Fotografía hecha por Capa al mediodía del 5 de Septiembre de 1936 junto al Cortijo de Villa Alicia, a unos trescientos metros pasado éste, en dirección a la colina Torreárboles y cuya pendiente es visible al fondo, más cerca que en las otras dos fotografías de refugiados que Capa hace junto a dicho cortijo.

Esta imagen aparece en una de las páginas del anteriormente mencionado libro The Spanish People´s Fight for Liberty, sin que se indique el autor ni el lugar donde fue hecha.

En esta fotografía horizontal podemos ver a dos niños pequeños montados sobre un burro, con el claro perfil de Torreárboles visible al fondo, a la izquierda de ambos, en sentido ascendente hacia la esquina superior izquierda de la imagen.

El hermano mayor está sujetando al pequeño, sentado sobre una almohada y con su pierna desnuda visible.

Ambos niños llevan trozos de tela blanca anudados por su madre y puestos sobre sus cabezas para protegerles de los rayos solares.

Podemos vislumbrar también la gorra negra y la cara en sombra de un hombre, probablemente el padre o abuelo de ambos niños, que asoma por encima de la almohada.

También discernibles aparecen una manta con diseño de cuadros sobre la albarda a la izquierda de la imagen y el ojo derecho del burro en la zona inferior derecha de la fotografía.

El descubrimiento de la autoría por Capa y ubicación de esta imagen fue realizado por José Manuel Serrano Esparza en Mayo de 2010.


José Luis Caballano Alcántara, visiblemente emocionado, pronuncia unas palabras a modo de resumen tras finalizar la conferencia sobre Robert Capa en Cerro Muriano.


José Luis Caballano Alcántara haciendo obsequio a José Manuel Serrano Esparza del mítico libro Juan Vacas, Sueños de un Fotógrafo Obra Antológica 1964-1999, una auténtica obra maestra de 467 páginas editada por la Delegación de Cultura de la Diputación de Córdoba en 1999 en gran formato 24 x 28 cm, con una estratosférica calidad de impresión de las mejores imágenes del gran fotógrafo y artista cordobés (Miembro de la Real Academia de Ciencias, Bellas Artes y Nobles Artes de Córdoba y dos de cuyas imágenes se hallan en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, una de ellas sobre la Mezquita de Córdoba), Miembro Fundador de AFOCO junto con Alicia Reguera y José F. Gálvez en 1981, siendo Presidente de Honor de dicha asociación hasta su muerte en 2007.


José F. Gálvez, Presidente de AFOCO (Asociación Fotográfica Cordobesa, Premio Nacional de Fotografía en 2006, Trofeo de Oro al Mejor Fotógrafo Andaluz 1984-1985, Premio Andaluz de Fotografía 1998-1999, Director de la Bienal Internacional de Córdoba en sus cinco ediciones, comisario en más de 200 exposiciones realizadas en la Posada del Potro, Museo de Bellas Artes, Sala Capitulares y otras, promotor de publicaciones fotográficas como la colección Albors y los catálogos del prestigioso Premio Mezquita, Secretario del Primer Congreso de Historia de la Fotografía Andaluza y asesor artístico de la Galería Diafragma Foto desde 1990 hasta 2007) felicitando amablemente a José Manuel Serrano Esparza tras finalizar la conferencia. Sobre la mesa puede verse el mencionado fabuloso libro de Juan Vacas.

Fotos: Antonio García Polvillo y Javier Izquierdo