Córdoba busca la armonía entre su pasado y su presente, es un microcosmos de cal y piedra, agua y brisa dormida, y un cálido fuego que abrasa el corazón de sus gentes. Así es como el paseante ve el inicio de este viaje, así es como pretende explorar la identidad de la ciudad con la última luz del día, dejándose llevar por sus pasos, como un rito de descubrimiento.
Con estas palabras y una bella fotografía apaisada de la zona sur de la Ciudad Califal tomada desde la barriada de Fray Albino, se inicia Córdoba Entre Dos Luces, un libro de 248 páginas y 212 imágenes, ciertamente singular y en gran medida único, cimentado en la sinergia entre:
a) Las excelentes fotografías de Antonio Jesús González, reconocido fotoperiodista cordobés con casi treinta años de experiencia en la creación de imágenes (es redactor gráfico y responsable del Archivo del Diario Córdoba desde 1986 - año en el que además colaboró con Tor Eigeland en la revista National Geographic-, fue corresponsal de la Agencia EFE en Córdoba entre 1991 y 1994 y ha publicado sus fotografías en la casi totalidad de prensa diaria y semanal española - El País, Diario 16, El Mundo, ABC, Tiempo, La Vanguardia, Interviú, Diario de Córdoba y otros medios-, además de contar en su haber con una acreditada trayectoria como comisario fotográfico, conferenciante, moderador, ponente, profesor, y miembro de jurado en una amplia gama de concursos fotográficos, con el complemento añadido de una sólida formación fotográfica que incluyó cursos con Eva Rubinstein y Koldo Chamorro en 1988).
b) Los soberbios textos de Antonio de Egipto (Director de Editorial El Páramo, Diplomado en Biblioteconomía y Documentación por la Universidad de Granada, hombre hecho a sí mismo, con notable experiencia en el ámbito de la librería, además de ser un experto creador de guiones de comics y poesía - en especial sus historias cortas con el dibujante Andrés G. Leiva-), habiendo publicado hasta la fecha dos libros: Desnudos en La Ciudad (Ayuntamiento de Cabra, 2006) y La Maleta (Ediciones De Papel 2009) y colaborado en los libros colectivos El árbol talado que retoña: Homenaje a Marcos Ana (El Páramo, 2009), A Pablo Guerrero en este ahora (El Páramo, 2010) y Picasso (Cuadernos de Roldán, 2010).
UNA OBRA MUY ESPECIAL
Córdoba Entre Dos Luces constituye sin lugar a dudas un libro muy especial, repleto de admirables imágenes de los lugares más representativos de la capital del Alto Guadalquivir, pero con el aliciente añadido de que fueron creadas por Antonio Jesús González con un denominador común: la captación durante la transición de aproximadamente un cuarto de hora entre los últimos atisbos de luz día y el comienzo de la noche.
Se trata pues de una visión muy personal de la ciudad que le vió nacer y a la que ama profundamente por parte de un fotógrafo profesional que lucha al máximo por plasmar su más genuina atmósfera, su esencia atemporal, el inefable poso cultural diacrónico que todavía se respira en lugares que el autor conoce como la palma de la mano desde hace décadas.
Y para ello, el fotógrafo recurre a un enfoque apriorísticamente radical, basado en tres pautas operativas constantes:
a) Apretar el botón liberador del obturador de su cámara digital únicamente durante el colofón crepuscular, en todas y cada una de las 212 fotografías que componen este excelente libro en gran formato 27 x 22 cm y 240 páginas, en el que Editorial Páramo ha hecho un gran esfuerzo, no escatimando gastos de inversión en calidad de papel, gramaje del mismo, y sobre todo una muy buena reproducción de las imágenes, lo cual tiene como resultado un auténtico deleite visual.
b) No utilizar nunca trípode.
c) Evitar toda manipulación digital de las imágenes, mostrándolas íntegramente, tal y como fueron realizadas en el mismo momento del acto fotográfico.
Obviamente, estas premisas autoexigentes a más no poder, disparando siempre a pulso en contextos al límite de luminosidad disponible, han hecho que Antonio Jesús González precisara un ímprobo esfuerzo de cuatro años para poder hacer todas las fotografías que componen esta obra, que destila calidad a raudales, pasión por lo que se está haciendo, gran conocimiento de la ciudad y sus distintas zonas y una gran habilidad e intuición para captar esos momentos mágicos de metamorfosis entre el día y la noche que forman el núcleo vital de Córdoba Entre Dos Luces.
LA IMAGEN FOTOGRÁFICA EN SÍ MISMA COMO ELEMENTO MÁS IMPORTANTE POR ENCIMA DE SU PERFECCIÓN TÉCNICA
Córdoba Entre Dos Luces prioriza claramente el hechizo de los momentos captados durante las postrimerías de la luz diurna en la inmediata antesala de la noche, la sutileza de los instantes irrepetibles, la representatividad y carácter fugaz de los mismos, susceptibles de ser plasmados por la fotografía para su posterior contemplación, y en definitiva las imágenes per se, que constituyen con diferencia el bagaje más importante de un fotógrafo profesional, por encima de su perfección técnica.
Poco importa pues, por citar sólo un ejemplo, la aparición de todo tipo de edificios, iglesias y monumentos representativos de Córdoba, en imágenes cuyas verticales se muestran a veces convergentes y fugan con cierta frecuencia hacia el cielo al no haberse utilizado en ningún momento objetivos de corrección de perspectiva con la cámara sobre trípode, ni siquiera en los contrapicados más extremos, tal y como sucede en la fotografía de la Iglesia de San Hipólito.
Lo que se busca ante todo y para todo es retratar el alma de Córdoba, su naturaleza más íntima, el eco de su glorioso pasado y la cotidianeidad de su presente, mediante fotografías que captan tanto
sus obras arquitectónicas más antiguas
como las más modernas,
sus barrios más genuinos, sus gentes, la asombrosa diversidad cromática de sus distintas áreas, los reflejos multicolores que proyectan las aguas del río Guadalquivir a su paso por la ciudad, los edificios de la Judería y muchos otros lugares muy interesantes y representativos.
ENORME DIVERSIDAD DE CONTENIDO
Córdoba Entre Dos Luces revela con maestría la gran diversidad inherente tanto a La Sultana clásica (que embelesa a sus visitantes, ofreciéndoles la posibilidad de recorrer a pie su casco histórico, deleitándose en la contemplación de múltiples testimonios arquitectónicos y monumentales, mudos testigos de su ininterrumpido esplendor desde que comenzó a ser centro de acuñamiento de moneda el año 80 a. C. y caput provinciae de la Hispania Ulterior poco después, alcanzando sus máximas cotas de importancia en el año 1.000, en pleno apogeo del Califato de Córdoba, época en que se convirtió en la ciudad más poblada de Europa y en uno de los centros culturales, comerciales y financieros más importantes del Viejo Continente, llegando incluso a ser la primera ciudad de la Península Ibérica que ya hace diez siglos tenía pavimentación completa en sus calles, alumbrado público nocturno y una red de alcantarillado perfectamente organizada, así como la mejor biblioteca del mundo) como a la contemporánea.
De este modo, Antonio Jesús González nos brinda una muy amplia gama de imágenes preñadas de buen gusto, pasión por la fotografía y emoción a raudales, en las que cobran protagonismo enclaves altamente representativos de la ciudad de Córdoba: el Puente de Miraflores, el Edificio Sede Institucional del Yacimiento Arqueológico de Medina Azahara, la Barriada de Fray Albino, la Plaza de las Tendillas, la calle Cruz Conde, la Iglesia de Santa Victoria, la calle Paraíso, la Iglesia de San Miguel, el Templo Romano de la calle Claudio Marcelo, la Plaza de la Compañía con su Torre del Reloj, la Sede de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, el Instituto Maimónides de Enseñanza Secundaria, la Plaza de la Corredera, la Iglesia de San Pablo, la calle Agustín Moreno, el Cimborrio del Convento del Corpus Christi, el Santuario de la Fuensanta, el Triunfo de San Rafael en la Plaza de los Aguayos, la Iglesia de Santiago, la Fuente de la Piedra Escrita, el Patio de Recibo del Palacio de Viana, el Claustro de San Francisco, la Fuente del Potro, el Puente Romano sobre el Guadalquivir, la Torre de la Calahorra, la Mezquita Catedral, el Molino de San Antonio, la Fuente del Olivo del Patio de los Naranjos, la Calleja del Pañuelo, el Alcázar de los Reyes Cristianos, el Campanario de la Iglesia de San Basilio, el Museo Arqueológico de Córdoba, la Puerta de Almodóvar, el Mausoleo Romano en la Puerta de Gallegos, el Rectorado de la Universidad de Córdoba, las Caballerizas Reales, el Gran Teatro de Córdoba, el Azulejo dedicado a la Virgen de los Dolores en el Bailío, el Monumento a Manolete, la Plaza de la Flor del Olivo, el Reloj de la Diputación Provincial de Córdoba, el Bulevar del Gran Capitán, la Plaza de Capuchinos, la Muralla del Marrubial, la Fuente en el Paseo de Córdoba, la Estación de Ferrocarril del AVE, la Clínica Médica de la Avenida del Brillante, el Puente de Andalucía, la Plaza del Mediodía, la Iglesia de San Nicolás, el Campus Universitario de Rabanales, las Ermitas de Córdoba, el Puente de San Rafael, el Zaguán de la Casa de Sefarad y muchos otros, que convierten también a esta obra en una muy útil guía de referencia para visitantes tanto de España como del resto del mundo.
Córdoba Entre Dos Luces aproximándose al Aeropuerto de Narita, cerca de Tokyo, diez minutos antes de la puesta de sol.
EXPLOSIÓN CROMÁTICA Y DE CONTRASTES
Pese a que las fotografías que componen la obra fueron tomadas durante los quince postreros minutos de luz diurna que preceden a la noche, en condiciones de baja luminosidad, la experiencia y conocimientos fotográficos del autor le han permitido aprehender con maestría, cámara en mano, la explosión cromática y de contrastes que caracterizan a la ciudad de Córdoba.
En este sentido, destacan imágenes como
- La Iglesia de San Lorenzo (captada intencionadamente algo fuera de foco y con intensa tonalidad bermellón) al tiempo que el uso de una abertura de diafragma amplia ha hecho posible resaltar de modo simultáneo unas letras árabes que aparecen en primer plano, esculpidas sobre piedra en la zona inferior de la fotografía.
- La bella composición diagonal apaisada de la Escultura de Agustín Ibarrola en el Parque de Miraflores, con unos azules intensos en los grandes cantos rodados que ocupan dos tercios de la fotografía y contrastan con los verdes, naranjas y rojos de la izquierda de la imagen, más allá de la zona de profundidad de campo.
- La espectacular vista de la Torre de la Calahorra (que aparece iluminada con una suave tonalidad verde y en la que A.J ha conseguido un notable nivel de detalle en la deteriorada mampostería de la pequeña muralla de circunvalación, con muchos ladrillos al aire), el Puente Romano (junto al cual se observan las aguas del río Guadalquivir repletas de reflejos multicolores) y la Mezquita Catedral (que se perfila al fondo, en la mitad izquierda de la imagen, con una fuerte tonalidad naranja, todo ello enmarcado por un cielo azul marino oscuro que precede a la noche).
- San Rafael del Puente Romano y río Guadalquivir, con encomiable captación de texturas y precisión de color en la estatua y su base, que contrastan con el rojo intenso de las grandes velas y sus llamas y los paseantes que se vislumbran al fondo a la izquierda - de los cuales el más próximo a la cámara se halla hablando por teléfono móvil- , mientras que en el horizonte se aprecia la majestuosa Mezquita Catedral. A destacar también la presencia de un cielo azul marino muy oscuro e intenso a más no poder, justo antes de caer la noche.
- La Puerta del Puente, imagen potente presidida por sus altos basamentos sobre los que se erigen columnas dóricas estriadas coronadas por un entablamento clásico en el que aparecen triglifos y metopas.
Antonio Jesús González la capta en todo su esplendor, con profusión de áreas en sombra, gran nivel de detalle en la textura de los materiales arquitectónicos y las esculturas labradas en piedra de la zona superior, una turista caminando plasmada en sombra junto a la base del monumento y quince viandantes más que aparecen apenas perceptibles a la izquierda, en la pequeña plaza que da a un gran edificio con arcos iluminados en color naranja, con la estatua del Triunfo de San Rafael ubicada a la izquierda del todo de la fotografía.
- El Zaguán de la Casa de Sefarad, ubicado en el corazón de la Judería de Córdoba, en pleno casco histórico de la ciudad, justo enfrente de la antigua sinagoga, linda con la calle Averroes y es un proyecto cultural que pretende recuperar y dar a conocer el enorme y rico legado de la tradición sefardí, siendo el conjunto urbano mejor conservado de las juderías medievales españolas.
Bellísima imagen en la que el autor capta con pericia las sombras de diferentes arcos proyectadas sobre un fondo bermellón intenso repleto de motivos ornamentales esculpidos en piedra y en el que se intercalan sombras, mientras dos hermosas lámparas sefarditas emiten una luz nívea, al tiempo que en la mitad inferior derecha de la imagen se aprecia la puerta de acceso a este zaguán, dotada de elegante arco enmarcado por motivos florales blancos sobre fondo azul, todo lo cual contrasta vivamente con los negros profundos del techo y sus gruesas vigas de madera tenuemente perceptibles.
- La Glorieta de Chinales. El impresionante refulgir del cielo con nubes saturadas de granate es captado por el autor con los arcos de bienvenida a Córdoba - que evocan la arquitectura de la Mezquita- realizados en aluminio presidiendo la escena, mientras un vehículo situado en la mitad inferior de la fotografía avanza hacia la derecha. Es un momento irrepetible, en el que pareciere que el firmamento se halla incandescente.
- La Plaza de la Flor del Olivo. Situada en los terrenos de la antigua fábrica de aceites San Antonio de la compañía Carbonell, construida en 1903 . Antonio Jesús González sabe sintetizar visualmente el encanto de este espacio urbano de planta rectangular, en uno de cuyos extremos destaca el viejo chimeneón de labrillo rojo de la anteriormente mencionada fábrica, cerca de Torremalmuerta.
El fotógrafo enmarca la bella plaza con el espacio central vacuo de una estatua modernista a partir de la cual vemos en sombra la zona central de paseo dotada de cuadrículas grises, pero realzada a ambos lados por intensa luz naranja que baña parcialmente los bancos de piedra de la zona derecha y totalmente los de la izquierda, con el complemento añadido de la iluminación de las farolas que presiden la plaza y la imponente silueta oscura pero perfectamente distinguible del antiguo chimeneón, precedido por una gran palmera y una bella fuente de pilar octogonal y generoso surtidor, sabiamente iluminada.
Al mismo tiempo, la presencia de densas nubes alargadas con tonalidad azul oscuro que cruzan por encima de la plaza, añade elevadas dosis de dramatismo a la imagen.
- El Puente de Andalucía: Otra de las imágenes más espectaculares del libro. El fotógrafo capta con oficio y muy buen gusto el mayestático atractivo de esta obra arquitectónica moderna cordobesa en su momento de mayor esplendor: los últimos instantes previos a la llegada del anochecer, cuando la iluminación de sus originales pilares y sus reflejos en las aguas del río Guadalquivir constituyen todo un solaz para la mirada, aderezado por la también refracción sobre la vía fluvial de las luces de las farolas que jalonan la superficie del modernísimo puente de 210 metros de longitud, peculiar estructura atirantada y construcción prácticamente artesanal, obra del ingeniero Javier Manterola.
Destaca también en esta imagen la presencia de un cielo color azul celeste oscuro, repleto de nubes que se reflejan también sobre las aguas del Guadalquivir y que confieren todavía mayor impacto si cabe a esta impresionante fotografía.
- La Portada de la Feria de Mayo en el Recinto Ferial de El Arenal, vívido testimonio gráfico del colorido, sabor, aroma popular y cúmulo de sensaciones que caracterizan a la Córdoba contemporánea, fuertemente ligada de modo simultáneo a la tradición de un pasado de muchos siglos.
El conjunto está claramente inspirado en el famoso Bosque de Columnas de la Mezquita de Córdoba y se halla coronado por doble arquería, en la que destacan los arcos polilobulados y entrelazados que aparecen a la derecha de la imagen (rematados por tres arcos de medio punto), en el marco de una evocación festiva que trata de emular en la medida de lo posible, mediante luces de neón, la alternancia cromática y material de sus dovelas de ladrillo rojo y las de caliza amarillenta, con los arcos de herradura dotados de encuadre o alfiz con pilares rectangulares coronados por arcos de medio punto y el modillón de rollo en la base de cada soporte como principales protagonistas, en perfecta sinergia con la masiva afluencia de público y el pulso y vitalidad de la urbe.
La presencia de la gran fuente próxima a la Portada en la zona inferior de la fotografía, potencia aún más el dinamismo de la escena.
"LA LUZ QUE CONVIERTE EN ORO TODO LO QUE TOCA"
Entre otros muchos aspectos, a cual más interesante, Córdoba Entre Dos Luces corrobora una vez más los espléndidos frutos que puede conseguir la interacción sincrónica entre los últimos minutos de mágica luz que preceden a la noche y un reconocido fotoperiodista con acreditada experiencia, sapiencia y buen gusto cultivado durante décadas, que es además un profesional con gran capacidad de trabajo y que - factor que ha sido asimismo esencial para el éxito de este proyecto fotográfico- conoce la ciudad de Córdoba como la palma de su mano y la ama profundamente, de lo cual se infiere que este libro posee las cualidades de una obra probablemente irrepetible, fruto de varios años de tesón, paciencia a raudales y una notable precisión en el timing al apretar el botón liberador del obturador de la cámara en los instantes más representativos, de lo cual hay una amplia gama de imágenes, entre las que cabe reseñar, por citar sólo algunos ejemplos:
- La Calle Cruz Conde, una de las principales arterias de la ciudad, que fue convertida en peatonal en 2011. Ubicada en la zona del Barrio del Centro Comercial, es una de las áreas de paseo más tradicionales de la capital cordobesa. El autor la captó mediante toma vertical, poco antes de su remodelación, todavía con vehículos y con varios transeúntes cruzando un paso cebra frente a uno de sus bellos edificios.
- La Ermita de los Mártires Acisclo y Victoria en la Ribera, imagen de composición muy cuidada en la que destaca la fachada principal con hastial de sillares de piedra y portada levemente apuntada.
Se observa una amalgama entre la última luz natural que antecede a la noche y la iluminación artificial de las farolas y coches que surcan longitudinalmente el tramo de carretera adyacente y cuyas luces se reflejan sobre el asfalto, mientras dos jóvenes montados en bicicleta entran en la imagen desde la zona inferior izquierda de la misma. En el centro de la fotografía se aprecia también parte del entorno ajardinado aumentado en 2007.
- La Iglesia de San Pablo. Tras cruzar el arco de la portada de la calle Capitulares, el autor fotografía en todo su esplendor la portada principal (de estilo manierista del siglo XVI, obra del arquitecto Juan de Ochoa) de esta construcción barroca gótico-mudéjar, mediante toma con fuerte contrapicado apaisado, cuando el último atisbo de luz día baña con tonalidad anaranjada el rosetón de la zona superior, flanqueado por contrafuertes de la época original del edificio.
- El Santuario de la Fuensanta, de mediados del siglo XV y estilo gótico-mudéjar, con elementos barrocos y neogóticos. El autor lo fotografía desde el Humilladero o templete gótico (popularmente conocido como "Pocito" y situado delante de la fachada del santuario), parte del cual aparece a la derecha de la imagen, bañado por una bellísima luz naranja, apreciándose desde perspectiva diagonal uno de sus arcos ojivales, mientras una enorme palmera enmarca ambas construcciones y un cielo violeta oscuro anuncia la inminente llegada de la noche.
- El Palacio de Orive, también conocido como Palacio de los Villalones. Ubicado en la manzana de Orive, en pleno casco histórico de Córdoba, y realizado en 1560 por el arquitecto Hernán Ruiz II, es magistralmente captado por el fotógrafo segundos antes de caer la noche, cuando la oscuridad comienza a cernerse sobre el edificio y ocupa ya su zona superior.
El encuadre, notablemente contrapicado, añade gran dramatismo e impacto, abarcando la mitad de la zona superior de la portada, que aparece en el área inferior derecha de la imagen (en la que gracias a la extraordinaria luz que ilumina la escena, se muestran con gran nivel de detalle las texturas y volumen de una de las dos cartelas con leones que flanquean el dintel, la cornisa corrida de la fachada, y en su centro una concha, un florón y un escudo y una flor labrados en piedra y ubicados en el friso con ménsulas, sobre los cuales vemos unas acróteras que llevan al segundo cuerpo arquitectónico, en el que aflora una ventana principal rematada por adornos candelieri, iniciándose el tercer cuerpo con una segunda cornisa que le precede, coronándose la zona superior con espirales y un mirador de triple arcada).
- Detalle de la Puerta del Puente y Triunfo de San Rafael. Imagen vertical que destaca por los vivos colores de la fase final de la puesta de sol, con una espléndida calidad de luz que realza la textura del material arquitectónico de la zona de columna dórica y su capitel simple, protagonistas de la fotografía, lográndose un encomiable nivel de detalle y volumen, además de sensación de robustez y permanencia en el tiempo, así como sobriedad y elegancia, mientras al fondo de la imagen a la izquierda, la estatua de San Rafael, completamente en sombra, realza la composición.
Las estrías unidas a arista viva que recorren el fuste de la columna parecen adquirir vida propia.
- La fotografía de la Mezquita Catedral al fondo, bañada por luz anaranjada y unos jinetes sobre caballos andaluces silueteados en primer plano. Es una de las más bellas imágenes del libro, muy representativa de la idiosincrasia de Córdoba en particular y Andalucía y su acervo cultural e histórico en general.
- El Alcázar de los Reyes Cristianos. Situado a orillas del río Guadalquivir, es uno de los monumentos más representativos del Gótico Cordobés. El autor nos muestra la sobriedad de sus murallas (edificadas sobre restos de construcciones previas -el recinto amurallado original databa de la época romana-), fotografiando un tramo del complejo defensivo en la zona norte, situando en mitad de la imagen una enorme palmera silueteada que domina la escena y cuyo tronco oscuro contrasta vivamente con la majestuosa luz anaranjada que ilumina las almenas en las zonas inferior izquierda y central de la imagen,
- Las Caballerizas Reales. Denominadas "Catedral para los Caballos" por Federico García Lorca, fueron fundadas en el año 1570 por el rey Felipe II, que nombró caballerizo real al cordobés Diego López de Haro para que creara una nueva raza de caballo andaluz, lo cual se consiguió, adquiriendo el recinto rápidamente dimensión internacional en el ámbito de la equitación, lo cual confirió a Córdoba una gran proyección mundial como Centro de Cría Caballar.
Pero en este caso, el fotógrafo no nos muestra imágenes de sus instalaciones interiores y sus míticos caballos ni sus amplias salas abovedadas y cubiertas de piedra arenisca que delimitan las cuadras, sino que opta por captar la serena sobriedad arquitectónica de su zona externa desde una posición diagonal, descubriéndonos la zona externa del edificio de planta rectangular, sobre la que irradia la última luz del día antes de caer la noche, con una intensidad lumínica in crescendo de izquierda a derecha, y las líneas del edificio convergiendo en otra construcción que se vislumbra al fondo, al tiempo que abundantes naranjos se alinean en sus proximidades y dos paseantes silueteados (uno de los cuales camina llevando una bicicleta) avanzan relajadamente hacia la zona inferior izquierda de la fotografía, mientras un tercer viandante, apenas perceptible al fondo, lo hace en sentido opuesto.
- Muralla y Monumento a Averroes en la calle Cairuán. Una de las imágenes más representativas y simbólicas del libro, en el que su autor fotografía la estatua del médico y filósofo andalusí (célebre por sus Comentarios a Aristóteles, que tuvieron gran repercusión en la filosofía posterior) realizada por el escultor Pablo Yusti Conejo en 1967, formada por un pedestal sobre el que aparece la efigie de Averroes, sentado y agarrando con su mano izquierda un libro que apoya sobre sus rodillas.
La cálida luz postrera del atardecer así como un ángulo de toma perpendicular ligeramente contrapicado con respecto a la efigie, son aprovechados con maestría por el fotógrafo - que demuestra una vez más su oficio y experiencia para la elección del punto de vista y la calidad y dirección de luz que más le interesan-.
La limitada gama de colores y el contraste de las texturas entre la talla en piedra, el hierro forjado de la barandilla del balcón de fondo y su columna blanca, junto con los sillares de paredes, arcos y almenas de la Puerta de la Luna, parcialmente visible detrás del pensador, así como del tramo de muralla comprendido en el lienzo sur de la Puerta de Almodóvar que ocupa todo el fondo de la imagen, en sentido ascendente de izquierda a derecha, confieren un atractivo especial a esta fotografía, repleta de majestuosidad, que sintetiza el gran poso multicultural diacrónico de esta ciudad bimilenaria.
- La Iglesia de San Nicolás. Otra imagen emblemática de la ciudad califal, en este caso captada desde una posición elevada, y - al igual que el resto de fotografías que componen este gran libro - tirando a pulso y al límite de lo posible, en condiciones muy bajas de luminosidad, en plena fusión entre los últimos atisbos de luz día y la iluminación artificial de farolas y escaparates de comercios que jalonan el Bulevar del Gran Capitán contiguo a la Iglesia de San Nicolás propiamente dicha, cuya construcción se remonta al siglo XIII, de estilo gótico-mudéjar, con elementos renacentistas y manieristas, en la que destaca su imponente torre (edificada en el siglo XV sobre los restos de un antiguo alminar y que forma parte de la fachada norte) que domina la escena, captada en un momento de abundante flujo de peatones y bullicio que dan fe del moderno pulso vital de esta ciudad cosmopolita en la que construcciones contemporáneas coexisten en plena armonía con edificios y monumentos de un pasado histórico de muchos siglos.
- Azulejo dedicado a la Virgen de los Dolores en el Bailío, imagen muy representativa de la Córdoba tradicional, dos de cuyos ancestrales barrios, el de la Medina y el de la Axerquía, se comunicaban mediante una muralla, una de cuyas entradas era la Cuesta del Bailío, hoy en día uno de los lugares más apropiados para contemplar los diferentes recorridos procesionales que transcurren a través de ella durante la Semana Santa, además de ser sede de la Biblioteca Viva de Al-Andalus, en la que se encuentran abundantes textos de la cultura clásica andalusí.
Desde el punto de vista lumínico, esta fotografía constituye una inefable concurrencia entre la última luz del día que antecede a la noche y la iluminación artificial procedente de la gran luminaria típica andaluza (que adquiere también protagonismo en otras instantáneas del libro) situada a la izquierda de la imagen, parte de cuyo impacto obedece a un uso efectivo del color con sabia dosificación del mismo.
- Torre de la Malmuerta. Otra imagen alegórica de la grandeza histórica y gran patrimonio cultural y arquitectónico de la ciudad de Córdoba. Este edificio defensivo ubicado en el Barrio de Santa Marina, data de principios del siglo XV y fue construido sobre otro anterior árabe, con intención de defender las Puertas del Rincón y del Colodro.
La mitad derecha de la fotografía, en la que aparece parte de la torre, destaca por su espléndida luz, que vigoriza notablemente la estructura de piedra de planta octogonal (de la cual vemos sólo dos caras), coronada por almenas y merlones, bajo los cuales evoluciona un friso decorativo estilo losange constituido por rombos y motivos geométricos.
El autor consigue una vez más resaltar de manera admirable texturas y volúmenes de los materiales arquitectónicos, tanto en aquellas zonas en las que se hallan mejor preservados (cara de la derecha y toda la zona superior de friso, almenas y merlones) como en aquellas que han experimentado un mayor grado de deterioro con el paso del tiempo (zona inferior de la cara izquierda), habiendo logrado además trascender el carácter inerte de la edificación, captando el momento preciso en que la noche ha caido ya sobre la zona alta de las almenas y se dispone a cubrir en breves minutos la totalidad del edificio, lo cual es corroborado por la presencia de varias palomas situadas en la zona baja del friso decorativo y que se disponen a iniciar su sueño, mientras la mitad izquierda de la fotografía está íntegramente ocupada por una atezada oscuridad y parte de la luna.
- Yacimiento Arqueológico de Medina Azahara. Constituye uno de los testimonios gráficos más relevantes de Córdoba Entre Dos Luces, que incluye un total de ocho fotografías de la bellísima ciudad palatina situada ocho kilómetros al oeste de Córdoba, en las últimas estribaciones de Sierra Morena, frente al Valle del Guadalquivir, y que fue construida en el año 936 por Abderramán III (trasladándose allí la corte nueve años después), que la convirtió en el referente arquitectónico del Califato de Córdoba junto con la Mezquita, en una época en que la capital del Alto Guadalquivir fue con diferencia la ciudad más avanzada de Europa.
Vemos de modo sucesivo dos imágenes horizontales del Edificio Sede Institucional (excavado bajo tierra, con 7293 m2 de superficie distribuidos en tres plantas, diseñado por los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano y del que A.J.González fue uno de los fotoperiodistas que lo fotografió el 9 de octubre de 2009, día de su inauguración, con asistencia de la Reina Sofía) del Yacimiento Arqueológico de Medina Azahara y
una espléndida fotografía vertical de una columna de Medina Azahara con su típico capitel de avispero (bañado por una luz de gran calidad que realza tanto la intricada filigrana en piedra del hermoso capitel tallado en mármol como el volumen y textura de su material constructivo), mientras se aprecia el fuste de mármol rosa de la columna en la parte inferior de la imagen, así como el cimacio y su zona superior, notablemente oscurecidos, y que indican claramente que la fotografía ha sido tomada en plenos momentos de inflexión de la transición día-noche.
CONCLUSIÓN
Un libro de referencia, cuya esencia son unas imágenes muy cuidadas, fruto de un ímprobo trabajo de varios años y de un profundo amor por la fotografía y la ciudad que vió nacer a su autor, siendo también una obra que lleva la impronta de AFOCO (Asociación Fotográfica Cordobesa, de la que Antonio Jesús González fue uno de sus fundadores), una de las más importantes entidades fotográficas de Europa, con un significativo asesoramiento en todo tipo de actividades fotográficas realizadas en Córdoba, destacando el Premio Mezquita (que figura por méritos propios entre los más prestigiosos de España) y la Bienal Internacional de Fotografía de Córdoba, editando además AFOCO NEWS en formato PDF, hoy por hoy una de las mejores revistas de fotografía del panorama internacional, destacando asimismo que AFOCO ha sido decisiva en el hecho de que Córdoba es la única ciudad de España a la que se ha otorgado el Premio Nacional de Fotografía que concede la CEF (Confederación Española de Fotografía) en sus cuatro categorías: 1992 (Mejor Asociación: AFOCO), 1993 (Mejor Institución: Ayuntamiento de Córdoba), 1998 (Mejor Publicación: Revista Diafragma Foto) y 2006 (Mejor Fotógrafo: José F. Gálvez), contando desde sus orígenes en 1981 con destacados miembros como Juan Vacas Montoro (eminente fotógrafo, Dibujante de la Luz Cordobesa, infatigable experimentador e investigador de nuevos lenguajes fotográficos, Presidente de Honor de AFOCO, referente de muchos fotógrafos jóvenes cordobeses, poseedor de magistral técnica, gran dominador del formato medio con su Fujica G690 GL telemétrica de 6 x 9 y sus objetivos Fujinon no retrofoco, de los que extraía todo su potencial usando trípode y realizando mediciones muy precisas mediante fotómetro de mano, profesional de inefable sensibilidad artística y gran pasión por la fotografía, enamorado del blanco y negro con el que mantuvo un idilio vital durante miles de horas de su vida en su laboratorio de la calle Feria, experto retratista, captador del duende de la Bética con obras como "Dunas por Soleares" y uno de los más eximios y pacientes analistas de contextos lumínicos y compositivos previos al acto fotográfico que ha dado este país, albergando hoy en día el Museo de Arte Moderno de Nueva York dos de sus fotografías), José F. Gálvez (Miembro de la Sociedad de Historia de la Fotografía Española), Ladislao Rodríguez Galán " Ladis" (que aprendió fotografía acompañando a su mítico padre, el gran fotógrafo Ladislao Rodríguez Benítez, investigador autodidacta de la fotografía — se quedaba frecuentemente hasta altas horas de la madrugada leyendo libros sobre fotografía y armando y desarmando cámaras para ver su funcionamiento, ya que era un enamorado y experto de su mecánica — , que le enseñó también muchas cosas dentro del laboratorio), Alicia Reguera, Juan Manuel del Toro, Antonio Izquierdo, Rafael Sánchez, Luis Fernando Garrido, Francisco Fernández Caballero, José Lara, Ernesto Frejo, José Serrano, Ginés Ortiz, José Luis Caballano Alcántara, Pedro Berjillos, Paco Arévalo, Manuel Marín, José Salazar, José Jiménez, Francisco Linares, José Cañadilla, José María Tejederas, Manuel Pijuán, Rafael Barrios, Olga María Labrador, los hermanos Francisco y Antonio J. González, Manuel Angel Jiménez, Francisco Espadas, Rafael Fernández, Rafael Cava, José Francisco Ramos, Pascual Ponferrada, Luis M. López Esquivel, Luis Burgarín Alfonso Alcalde, Manuel Lama, Antonio Velasco, Vicente Rodríguez, Florentino Molero, Rafael Obregón, Francisco Rojano, Manuel Sáez, Rafael López Naisse y otros).
Texto y Fotos: José Manuel Serrano Esparza