Texto y Fotos: José Manuel Serrano Esparza
Hoy Viernes 28 de enero de 2015 ha tenido lugar en la sala de exhibiciones de la Librería La Fábrica en Madrid la presentación de la exposición Gastropoda de Joan Fontcuberta, en un acto que se inició a las 20:15 h de la tarde y que contó con la presencia del propio autor Joan Fontcuberta, Robert Pledge (director de la prestigiosa agencia fotográfica Contact Press y uno de los más importantes editores gráficos de la historia) y Alberto Anaut (director de La Fábrica Editorial, director de PhotoEspaña y editor de la revista Matador), además de una abundante presencia de público que llenó por completo el recinto y disfrutó de una velada inolvidable.
Tras los discursos de presentación de Alberto Anaut
y Robert Pledge,
llegó el turno de Joan Fontcuberta, cuya alocución de gran trascendencia y calado fue escuchada con atención por todos los presentes.
Joan Fontcuberta explicó primeramente que él nunca ha sido un crítico de la fotografía documental ni un atacante de la función testimonial de lo fotográfico, ya que desde un punto de vista diacrónico la fotografía ha sido en gran medida documental y el mayor patrimonio fotográfico es documental.
A continuación, el autor disertó sobre lo que significa documental, que alude a " ojo a distancia", es decir, enviar a un reportero con una cámara, y éste, a través de su mirada nos hará conocer a nosotros, que estamos a miles de kilómetros de distancia, los hechos que fotografía.
Pero dicho ojo a distancia necesita de vez en cuando un oftalmólogo que revise esa mirada, esa visión.
Afirma que su labor y trayectoria como fotógrafo no tendrían razón de ser ni de existir si no hubiera habido 175 años de fotografía produciendo magníficos trabajos documentales y que en ningún momento ha planteado el tema de la muerte de la fotografía, sino la muerte de la muerte.
Es necesario que la fotografía muera para que pueda resucitar un tercer día. Es decir, la fotografía necesita regenerarse, y eso es lo que está ocurriendo. No reniega de todo el pasado fotográfico, sino todo lo contrario, pero defiende que en vez de plantear oposiciones hay que incorporar, hay que sumar, y la postfotografía, los trabajos que se están haciendo contemporáneamente, lo que hacen es enriquecer todo un acervo que ya existía.
Una de las asistentes a la presentación de la exhibición Gastropoda en La Fábrica contempla dos de las fotografías de Joan Fontcuberta.
A continuación, Joan Fontcuberta expuso las principales líneas maestras de su proyecto Gastropoda, que nació de una anécdota y vivencia personal, ya que vive en una casa ubicada en una zona rural a las afueras de Barcelona, en plena naturaleza, con un alto nivel de humedad, por lo que el cartero deja la correspondencia en el interior de un buzón de correos en el exterior de la verja, y cuando está ausente por viajes y tarda en recogerla, los caracoles silvestres acuden en masa y se comen el papel de las invitaciones de museos y galerías de arte que le envían.
Dichas tarjetas de invitación suelen llevar impresas reproducciones de fotografías famosas u obras de arte que la voracidad de los caracoles convierte en restos más o menos reconocibles.
Fue entonces cuando tras reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo, decidió utilizar una estrategia Zen (sirviéndose de la fuerza del enemigo para convertirla en potencial creativo a su favor) y optó por no recoger la correspondencia enseguida, sino dejar que madurase, que los caracoles hicieran su digestión y que se planteara una cierta dialéctica entre la imagen que quedaba y la imagen original.
De modo que aquí hay una dinámica sustractiva de creación, a diferencia de un dibujante, un pintor o un fotógrafo que crean mediante adición, comenzando con una página en blanco a la que van añadiendo pinceladas, o a través de un negativo virgen que se impresiona con la luz que incide sobre los haluros de plata o bien mediante un sensor digital que capta los fotones.
Pero en Gastropoda se parte de una imagen original, cuyas distintas zonas empiezan a comer los voraces caracoles hasta llegar un momento en el que Fontcuberta interrumpe deliberadamente dicha ingesta y existe todavía un grado de abstracción, identificación y reconocimiento de la imagen inicial.
Y precisamente eso es lo que Fontcuberta afirma que le interesa, abordar esa especie de equilibrio entre deterioro y lo que es todavía documento testimonio del material original, ya que la obtención de dicho tipo de resultados conforma obras autónomas que dialogan con el público, y la interacción entre espectador e imagen es algo muy interesante y a valorar.
Pero como creador, artista visual y fotógrafo, el autor manifiesta que necesita una cierta metodología de trabajo, que le sirve como pauta a seguir, como hoja de ruta, una de cuyas principales pautas ha sido considerar la imagen como un ente vivo, como un ente biológico, y por lo tanto sujeto a un metabolismo.
Es decir, las imágenes se gestan, nacen, se desarrollan, crecen, llegan a la juventud, a la madurez, a la senectud, a su declive y a la muerte, para reiniciar el ciclo vital.
Y pone como ejemplo de ello una imagen de Henri Cartier-Bresson que aparece reproducida en la tarjeta de invitación de una exposición que le llega a su buzón, siendo dicha imagen comida por los caracoles.
Es una manera de mostrar como hoy en día las imágenes más que fundamentarse en una experiencia real de la naturaleza, se sustentan en imágenes precedentes pertenecientes a nuestra cultura visual, sobre la que apoyamos precisamente nuestro conocimiento, la información que tenemos, etc.
Fontcuberta expone su criterio de que metafóricamente podría decirse que lo que hacen los caracoles es demostranos que hoy por hoy las imágenes tienen que ver sobre todo con otras imágenes, más que con la realidad, que Platón no se equivocaba y que la realidad está ahí fuera, pero hay mediando unas sombras.
Pero por otro lado, existe un aspecto ulterior en la mencionada hoja de ruta que desea destacar y es el modo en que en esta etapa postfotográfica una de las cuestiones más acuciantes a reconsiderar o revisar críticamente es la noción de autoría.
Es decir, ¿Quién es el autor de las imágenes? ¿Los caracoles, el hombre, los dos a la vez, nadie?
Asimismo, postula una redefinición de la esencia de ser artista, de ser creador, de ser autor, en la que la fabricación de la imagen queda relegada a segundo plano y lo importante es hacer prevalecer el sentido, un contexto en el que el autor ya no sería quien produce las imágenes, sino aquel que confiere sentido a las mismas.
Y reconoce además el que de algún modo se aprovecha de los caracoles, instrumentalizándolos para que produzcan este tipo de trabajos, aunque es él quien con su gesto reivindica ese resultado que es pura porquería, puro desecho, puro papel triturado, dándole una visibilidad, una cierta consistencia, un sentido, a través de la adopción de unas imágenes.
Ni que decir tiene que Joan Fontcuberta, con su fino humor por momentos ciertamente devastador pero con frecuentes trasfondos de realidad, proclama al cosmos que la exhibición Gastropoda es también un canto a la Slow Food, en contraposición a la Fast Food, la celeridad y la urgencia como características definitorias de nuestro tiempo, en que todo ha de ser inmediato, incluso la comida, por lo que observar la placidez de estos tranquilos caracoles comiendo y disfrutando esas fotografías es algo muy interesante y un ejemplo a seguir.
Además, durante su alocución, el autor reveló un aspecto poco conocido de sus exposiciones Gastropoda: el colofón de algunas de ellas fue una performance ingiriendo los caracoles fotófagos.
Para finalizar, Joan Fontcuberta expresó su convicción de que las imágenes son algo muy serio, ya que no sólo representan mundo sino que constituyen mundo y por tanto nos afectan, de tal manera que saber pensar las imágenes, analizar cual es el efecto que producen en nosotros, no es una cuestión meramente estética, sino epistemológica, porque nuestra vida depende de las imágenes.
Así pues, dedicar tiempo, energía e inteligencia a hacer y pensar en imágenes es algo muy importante, porque hoy en día todos somos fotógrafos, todos producimos imágenes, pero muchos seguimos siendo analfabetos en la imagen, y ésta es por tanto una asignatura pendiente.
© Texto y Fotos: José Manuel Serrano Esparza